También hay otros tipos de sequía que aquejan al esquema cristinista de poder: la falta de dólares, los recortes de salarios a estatales, las trabas a las importaciones y la indefinición ante el pago de la deuda con el Club de París.

Cada una de estas sequías se entrelaza como en un engranaje. Con poco tacto, el ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, pidió "desdramatizar" el flagelo de la sequía. En Casa Rosada dicen que fue reprendido desde lo más empinado del poder. "Después de la 125 hay que tratar con mucho cuidado al campo", admitió un ministro a La Nacion. Los cuatro millones de toneladas de granos que ya perdió el agro por la sequía no son precisamente un terreno fértil para chicanas. Según estudios privados, esas pérdidas ya implican al Estado US$ 1300 millones menos de caja y reabrieron un viejo debate: utilizar o no las reservas para pagar los US$ 6000 millones al Club de París. El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, quiere pagar con reservas, pero choca con la negativa del poderoso secretario de Comercio, Guillermo Moreno.

Eludir el pago al Club de París sería seguir condenando al país al freno de las inversiones externas. Dos embajadores de países centrales coincidieron: "Si la Argentina no da muestras de querer pagar su deuda, los inversores seguirán drenando dólares a otros países de América latina". No hace falta que la diplomacia ajena ratifique que el país dejó de ser un destino atractivo para los inversores. Ya se encarga Moreno de ahuyentar capitales. La decisión del superministro encubierto de controlar las importaciones es otra muestra de un modelo que cruje y "un corcet" para la economía. La definición no la dieron los ofuscados empresarios sino un funcionario enfrentado desde hace tiempo a Moreno.

Otra muestra de sequía de la caja: el Gobierno avanza con el recorte de salarios a estatales. Ya avaló la tijera para el adicional que cobran los empleados en todos los ministerios y seguirá con más de 20 dependencias satelitales del Estado. Este plan oficial se está topando con la resistencia de los gremios de ATE, CTA y con Moyano, que amenazan con paros y movilizaciones. El titular de la CTA antikirchnerista, Pablo Michelli, aventuró un duro escenario: "Estamos como en los años 90 con Cavallo. Es la antesala del 2001", dijo.

¿Sobreactuó Michelli con su pronóstico? Otra duda: ¿encontrará la oposición, que está adormilada, alguna respuesta alternativa para enfrentar la falta de fondos del Estado?

Las diferentes variantes de la sequía empiezan a cobrar fuerza en todo el andamiaje del modelo kirchnerista. No alcanzará con sólo rezarle a Tláloc, el dios azteca de la lluvia. La Argentina ya vivió muchos años de los milagros.