Por diferentes razones, en los países exportadores de carnes bovinas la oferta de ganado es insuficiente. Los precios firmes de la hacienda y de las carnes en todos los mercados es el resultado de esa escasez. La Argentina no sólo no escapa a este patrón, sino que enfrenta una situación de escasez agravada, como consecuencia de una liquidación fenomenal de sus existencias al final de la década pasada.
Como consecuencia de la crisis, ya han cerrado 30 plantas industriales y la mayoría ha ajustado su actividad a la caída de la faena, con negativas consecuencias sobre el empleo en la cadena de valor. La suba de precios del ganado compromete aún más la competitividad de las exportaciones, impacta negativamente sobre el consumo doméstico y el bienestar general, al reducir las contribuciones del sector en el ingreso de divisas, y de recursos fiscales.
En este escenario, las empresas frigoríficas que no hagan severos ajustes para superar la caída de la actividad verán comprometida su viabilidad.
Es ampliamente compartido que un ambiente institucional no amigable con las exportaciones y el normal desempeño de los mercados, la extraordinaria sequía de 2008 y 2009, sumado a la retracción de la demanda de carnes y cueros en el mercado mundial a principios de 2009, son los factores que llevaron a la liquidación de un 20% del rodeo nacional.
No es propósito de esta nota analizar las diferentes variables que intervinieron en la liquidación y son los responsables directos de la presente escasez.
La nota tiene por objeto mencionar algunas medidas de política que permitirían mitigar la crisis, en particular los efectos de la escasez de ganado para faena, de manera que las empresas que más benefician a la sociedad puedan mantenerse en actividad hasta que la oferta de ganado se recomponga a los niveles previos a la liquidación.
A los fines prácticos, y para revertir rápidamente la situación, se identifican dos problemas que pueden ser resueltos mediante decisiones de políticas públicas: escasez de ganado para faena y medidas administrativas para la exportación que impiden la adecuada asignación de recursos para cada empresa.
La industria frigorífica necesita faenar una cierta cantidad de ganado para cubrir los costos; por debajo de esa cantidad tiene pérdidas que a la larga hacen inviable la continuidad de la empresa.
La escasez de ganado tiene un doble efecto: por un lado, el bajo número de cabezas que se consigue para cubrir una faena que permita alcanzar el punto de equilibrio y, por el otro, el alto costo que representa la puja por cubrir las necesidades de la actividad.
En una economía de mercado, con reglas que garanticen la sana competencia, es el mercado el que produce el ajuste estructural de la capacidad industrial.
En nuestro país, en cambio, es ampliamente conocido que operan empresas que evaden ingresos brutos e IVA, normas sanitarias, ambientales y las cargas sociales de personal no registrado. Gracias a las ventajas que les confiere la evasión, pueden competir con las empresas formales pagando mayores precios por el ganado en la escasez, distorsionando el mercado y agravando la situación del empresariado formal.
El Gobierno ha dispuesto restringir las exportaciones para que el mercado externo no eleve los precios en el mercado doméstico. Con ese propósito autoriza unas 20.000 toneladas para que sean exportadas por mes.
Los requisitos que impone la autorización de embarque por embarque hace imprevisible la operatoria y genera costos y problemas que pueden evitarse. No se cuestiona aquí la decisión política de la restricción de la actividad exportadora; sólo se identifican modalidades que permitan cumplir con el objetivo de esta política sin perjudicar la economía de las empresas.
Tanto el propio sector, como algunas áreas de la Administración, identifican medidas que contribuyen a mejorar la competitividad, y a dar señales positivas creando un marco más amigable con las inversiones.
Si bien es necesario contar con un plan integral, en lo inmediato se propone paliar los efectos de la escasez de ganado resolviendo las dos cuestiones arriba enunciadas. Para lograrlo, es fundamental controlar la evasión, a partir de intensificar los inspecciones para reprimir las prácticas de evasión de la legislación impositiva y laboral, aplicando severas sanciones a los evasores e imponiendo la clausura temporaria del establecimiento.
Otra medida clave es que las empresas tengan libre disponibilidad para ejecutar el cupo, dejando sin efecto, con excepción de la cuotificación de las exportaciones, las medidas que regulan la actividad adoptadas desde octubre de 2005 (suba de retenciones, ROEs, y otras medidas).
Como política complementaria, y de alto impacto benéfico para las empresas y la economía nacional, se propone una rápida adjudicación de la cuota Hilton a efectos de evitar las pérdidas de aproximadamente 3.000 dólares por tonelada que representa el arribo a puerto comunitario de esos cortes de alta calidad sin el correspondiente certificado de autenticidad.
Los analistas calificados coinciden en que la firme demanda de carnes se proyectará en el mediano y largo plazo. El alto costo de los forrajes y la maduración de la producción en la mayor parte de los países exportadores, restricciones para el crecimiento de la oferta, muestran una gran oportunidad para la Argentina. Para aprovechar esas oportunidades se tienen que hacer importantes inversiones, tanto en la cadena de valor como en actividades conexas. Por eso, el Ministerio de Agricultura está elaborando, junto a las entidades del sector, un Plan Estratégico para que la Argentina, en el año 2016, sea un destacado proveedor del mercado mundial.
En lo inmediato se impone mitigar los efectos de la escasez en la industria exportadora. En el largo plazo, el objetivo es la construcción de un modelo agroindustrial competitivo y sustentable, para que la agroindustria bovina maximice sus contribuciones al bienestar general.
El siguiente artículo fue escrito por Héctor Salamanco, Director Ejecutivo del Consorcio de Exportadores ABC


