El número 54 debería tener un valor simbólico tanto para el sofisticado practicante de la misteriosa cábala como para el modesto apostador de quiniela, puesto que ha significado mucho, casi todo, para la propia Cristina Kirchner. Al lograr el 54 por ciento de los votos en apoyo a su reelección el 23 de octubre, en efecto, la Presidenta no sólo quedó a un paso del poder total en el interior de nuestra democracia, incluido el Congreso; anteayer obtuvo, además, un amplio triunfo "externo" a través del expreso reconocimiento que le brindó el presidente Barack Obama cuando ambos se reunieron. Es que ninguno de los jefes de Estado que se encontraron con ella en Cannes podía exhibir un triunfo electoral tan reciente y contundente; al contrario, primeras figuras como el propio Obama y el presidente francés Nicolas Sarkozy ni siquiera saben si serán reelectos.
Si imaginamos la lucha por el poder en la Argentina como una carrera de obstáculos, a Cristina sólo le quedan dos vallas por sortear. La primera, inmediata, es la posible reacción de los ahorristas frente al corralito cambiario que el Gobierno les quiere imponer. La segunda, a mediano plazo, es la apuesta que madura Mauricio Macri con vistas a las elecciones presidenciales de 2015, cuando la propia Presidenta aspire a la re-reelección o, en su defecto, cuando nombre a un delfín para continuarla.
De estos dos desafíos, el más grave es el primero porque no sólo la emblemática Susana Giménez sino también millones de ahorristas podrían sentir que las recientes medidas del Gobierno afectan su libertad personal . Si a través del titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, el Gobierno hubiera prohibido simplemente a los ahorristas acudir al mercado de cambios oficial sin ocuparse de lo que podría ocurrir fuera de él, lo suyo habría equivalido a homologar el mercado negro al que ahora se denomina blue , pero al exigirle a cada ahorrista que se someta al minucioso examen de la AFIP para que ésta le conceda o le niegue el derecho de comprar y vender dólares, ¿no pretende el Estado invadir sus conciencias? Esta inquisición del libre arbitrio de todos aquellos ciudadanos que quieran operar con dólares es claramente inconstitucional; tiene, es más, un fuerte sabor totalitario . ¿Es que a partir de ahora el Gobierno podrá intervenir sin límites en las decisiones económicas de cada uno de los ciudadanos? Esta perspectiva, de por sí totalitaria, es además impracticable . ¿O se cree que el Estado podría revisar minuciosamente las intenciones y las posibilidades de cada uno de los argentinos? ¿Cuántos funcionarios serían necesarios para consumar esta gigantesca intromisión? La tercera parte de los argentinos pasa por el mercado blue . ¿No haría falta otros tantos para examinar exhaustivamente sus intenciones? En 2008, cientos de miles de productores agropecuarios resistieron la intención del Gobierno de arrebatarles su renta. ¿Es posible que el Gobierno, que se siente todopoderoso a partir del 54 por ciento, intente ahora una aventura similar?
LOS ROSTROS DE JANO
Jano, el dios romano de las puertas, tenía dos caras: una, adusta; sonriente, la otra. En su faz adusta, el Jano del Gobierno acaba de acudir al "corralito cambiario". Pero hay una segunda faz, esta vez sonriente, con la cual el Gobierno miró en dirección de otro objetivo que muchos aplauden: la reducción de los subsidios que, habiendo llegado a la inmensa suma de setenta mil millones de pesos por año, son manifiestamente insostenibles. Todos aceptan, además, que esta reducción no debiera afectar a los más pobres, sino, en todo caso, a los más ricos.
Si el Gobierno apuntara realmente en esta dirección, reaparecería la cara afable de Jano. También reaparecería si, después de haber vedado a los ahorristas la obtención de un dólar oficial barato, algo en verdad impracticable, el Gobierno decidiera soltarle la mano al dólar blue cuya cotización, naturalmente, subiría. Así se le podría ofrecer un escape razonable a la cultura bimonetaria de los argentinos. Esta versión moderada de la nueva conducción del Estado, ¿es acaso ilusoria o algunos gestos del Gobierno podrían indicar su regreso al realismo y a la libertad, su renuncia a las fantasías del Indec?
El poder, cuando aumenta de golpe como acaba de ocurrir en la Argentina, puede dar lugar a dos actitudes de parte de los vencedores. Una de ellas, que examinamos en la sección anterior, la aspiración a la omnipotencia. La otra, el aterrizaje, aunque sea suave, en la realidad. En un sentido, el nuevo poder del Estado podría conducirlo a la soberbia . En el otro sentido, les daría la bienvenida a las virtudes gemelas de la prudencia y la responsabilidad , sin dejar de combatir, por ello, la evasión tributaria.
MACRI A LA VISTA
Después de su categórica victoria electoral, Cristina pronunció palabras juiciosas al recordar sin mencionarla aquella sentencia en la que Winston Churchill aconsejó a los vencedores el ejercicio de la magnanimidad . En medio del nuevo clima que creó su victoria, Cristina miró en dirección de una posible reconciliación con Mauricio Macri, el único rival que le ha quedado de cara a 2015, en un gesto que éste aplaudió con entusiasmo. El Gobierno anunció después que, para reducir los subsidios, tenía en vista los subterráneos de la ciudad de Buenos Aires. En este punto lo espera una prueba decisiva para conocer sus verdaderas intenciones. Fuertemente subsidiados, los subterráneos de Buenos Aires cuestan hoy tres veces menos a los pasajeros de lo que les costarían sin subsidios.
Un razonamiento maquiavélico aconsejaría al Gobierno hacer caer el peso de la nueva ausencia de los subsidios sobre los usuarios porteños y, en última instancia, sobre el propio Macri. Una manera efectiva de desprestigiar a éste frente a sus votantes sería obligar al gobierno de la ciudad a multiplicar por tres el boleto del subterráneo. El gobierno nacional obtendría, de este modo, una doble ventaja "maquiavélica": de un lado, transferir a la Ciudad la carga de los subsidios; del otro, hacer que tanto los costos económicos como los costos políticos de esta medida recayeran sobre su principal rival. Pero así se destruiría también la buena voluntad que habría generado otra política, aquella que, aligerando el costo económico y político de la eliminación de los subsidios, decidiera que el gobierno nacional y el gobierno municipal compartieran de mutuo acuerdo el peso de esta saludable transformación.
¿Qué aconsejar al Gobierno acerca de las nuevas medidas? Es cierto que Macri es el único rival que le queda a Cristina después del 23 de octubre. Basta advertir, para comprobarlo, que en tanto que los votos por Cristina subieron sólo del 50 al 54 por ciento del 14 de agosto al 23 de octubre, los votos de Macri subieron del 47 por ciento al 63 por ciento entre la primera y la segunda vuelta en la Capital, un ascenso cuatro veces mayor que el obtenido por la Presidenta.
Este es el dilema que enfrenta, por consiguiente, el Gobierno: "apretar" a Macri a partir de los subterráneos, con la intención de borrarlo de la escena al igual que a los demás candidatos presidenciales de la oposición , o admitir al contrario que la competencia final de 2015 podría darse entre Cristina o sus continuadores y el candidato de Pro, con lo cual se devolvería de paso a los argentinos un bipartidismo equilibrado como el que hoy beneficia no sólo a Brasil, Uruguay y Chile, sino también a México, Colombia y Perú. Todos ellos son nuestros modelos en el camino que lleva al desarrollo político latinoamericano..


