Cristina Fernández está enamorada de su modelo económico. A Raúl Alfonsín le
ocurrió algo similar con el austral. Carlos Menem fue leal a la convertibilidad
y con ese programa exhausto permaneció hasta su último día en el poder. No se
pretende establecer ninguna simetría entre esos planes. Tampoco entre los
tiempos políticos bien distintos, durante los cuales se desarrollaron. Pero
pareciera descubrirse un denominador común en aquellos líderes: cierta
incapacidad de reacción frente a las advertencias recurrentes de la realidad; el
temor quizá de hurgar en los cimientos de lo que representa para todos ellos,
antes y ahora, el mayor capital político.
El plan Primavera de Juan Sourrouille asomó estéril como correctivo para que el
alfonsinismo no terminara corrido por la hiperinflación. Domingo Cavallo sorteó
las crisis mexicana, la rusa y la devaluación de Brasil. Pero lo hizo
propinándole un costo productivo y social gigantesco a la Argentina. Le entregó,
además, al gobierno de la Alianza una bomba de tiempo que Fernando de la Rúa
nunca supo desactivar.
La Presidenta insinuó la necesidad de algún diálogo político y social frente a
la crisis internacional después de su torrentosa victoria de agosto. Los
Kirchner hicieron varios amagues de ese tenor, incluso cuando fueron derrotados.
Pero jamás los cumplieron . Apenas fuegos de artificio que, en muchos casos,
sólo sirvieron para encandilar y confundir a la oposición. Después de aquella
insinuación, Cristina y su gobierno volvieron a exhibirse refractarios a los
posibles riesgos de la crisis.
Las aguas de esa crisis ya humedecen las costas de nuestro país.
Hay señales palpables.
En Santa Fe, Hermes Binner subrayó dos aspectos: la sensible baja del precio
internacional de la soja y restricciones en el comercio con Brasil, que impactan
en la industria automotriz y metal-mecánica. Por ese atrevimiento el gobernador
socialista y candidato presidencial sufrió el destrato kirchnerista . Cristina
lo omitió en su paso por Venado Tuerto, en un acto que montó la Casa Rosada por
su cuenta con el desembarco de 150 funcionarios.
El kirchnerismo hace en Santa Fe lo que se cuida de hacer en Capital. El 64% de
votos que logró Mauricio Macri es su formidable escudo protector. Hay canales de
comunicación entre los K y el macrismo. La Presidenta estaría pensando en algún
encuentro con la plana más popular del PRO . Amado Boudou, en cambio, irrumpió
cuatro veces en Santa Fe desde las internas de agosto. La última, para
participar con su guitarra de un show junto a la Mancha de Rolando. Julián
Domínguez, el ministro de Agricultura, entrega créditos y subsidios para el
campo.
El economista Carlos Melconián estimó la semana pasada que cada caída de US$ 50
en la tonelada de soja implica para el Estado un menor ingreso cercano a los US$
2.500 millones anuales. Pero la soja es apenas una de las manifestaciones de la
crisis mundial en curso. La fuga de capitales es quizás otra más grave , a un
ritmo que ya se arrima a los US$ 3.000 millones mensuales. También la
persistente tendencia social a la dolarización, pese a que el año electoral
carece de secretos.
“La elección no tiene secretos pero el futuro político sí ”, advirtió un
economista avezado. El descenso de las reservas del Banco Central sería otro
timbre de alarma. Después de cuatro años de mandato esas reservas tienen casi el
mismo volumen que en el 2007.
Cristina prefiere obviar esa realidad y arroparse con las supuestas e
invencibles bondades del modelo. Ni siquiera se conoce quién y cómo en el
Gobierno ausculta la evolución de la crisis internacional. Boudou es un político
alegre en campaña. Hernán Lorenzino, el secretario de Hacienda, atiende los
faltantes que empieza a denotar la caja. A Mercedes Marcó del Pont la ahoga la
sola administración del Central. ¿Quién entonces? La Presidenta también parece
menos ducha para eso de lo que era Néstor Kirchner.
La crisis está focalizada ahora en la Unión Europea y la casi cantada caída de
Grecia. Amén de las serias flaquezas económicas de Estados Unidos. Pero hay
quienes han empezado a vaticinar problemas no lejanos en China , el motor de la
economía mundial. En la nación asiática se apunta la caída de la actividad
manufacturera, los primeros efectos de una burbuja inmobiliaria y síntomas de un
proceso inflacionario. Aquel motor podría comenzar a funcionar con menos
enjundia.
El kirchnerismo sigue encerrado, sin admitir nada.
Ni siquiera la fraguada inflación . Un grupo de empresarios se llevó la semana
pasada una ingrata comprobación. Asistieron a una reunión con Guillermo Moreno,
el secretario de Comercio, quien los convocó para hablar sobre ajuste de precios
en algunos de los productos que fabrican. Uno de esos empresarios hizo una
exposición sobre los daños que la inflación provoca en la economía. Pudo hablar
hasta que Moreno se cansó, se puso de pie y se detuvo a espaldas del sillón que
ocupaba el empresario. Con sus manos le apretó los hombros y por encima de su
cabeza disparó dos veces: “Basta de inflación. En la Argentina no existe la
inflación. ¿Me entendió? ” Así concluyó el encuentro.
Moreno no es un marciano en el Gobierno. El viceministro de Economía, Ricardo
Feletti, tampoco dejó resquicio de debate a la oposición cuando concurrió a
Diputados para comenzar a desmenuzar el Presupuesto 2012. Resulta imposible
cualquier debate cuando las posiciones son extremas e irreductibles.
¿Cómo empezar a conversar, por ejemplo, si Feletti insiste con una inflación del
9% anual que todos los especialistas, e incluso muchos K, ubican por arriba del
20%? Desproporciones parecidas suceden con las mediciones de pobreza, de
indigencia y de empleo. En las discusiones de las cifras se agota la posibilidad
de una mínima coincidencia. Habría que reparar en aquella frase que Binner lanzó
con cierta timidez luego del ninguneo de Cristina: “Sólo se escuchan ellos” , se
quejó.
La oposición está como un barrilete en la tempestad luego de las internas.
Francisco De Narváez es el candidato a gobernador de Buenos Aires de Ricardo
Alfonsín, pero hace campaña junto a Alberto Rodríguez Saá. Eduardo Duhalde y
Mario Das Neves se muestran como una pareja divorciada. Elisa Carrió enreda
riesgos políticos futuros con cuitas personales . Denunció otro hipotético Pacto
de Olivos para permitir en el 2015 la continuidad de Cristina y puso de actor
principal a Binner. El candidato socialista saltó: “Jamás daremos una reforma al
kirchnerismo para un tercer mandato de la Presidenta” , aseguró.
Aquel mazazo de las internas resultó tan brutal que le terminó trastocando a esa
oposición algunas realidades. La mayoría opositora quiere votarle el Presupuesto
2012 a Cristina porque el kirchnerismo, con un relato astuto, hizo creer que el
fracaso del año anterior obedeció a la culpa opositora.
Fue la Presidenta quien decidió prescindir de Presupuesto para gobernar si no
era votado a libro cerrado. Sin una coma modificada .
El radicalismo, la Coalición Cívica y algunas partículas de lo que fue el
Peronismo Federal estarían hoy dispuestos a votar el Presupuesto en general,
pero a pedir la discusión en particular de los puntos conflictivos. El PRO
todavía despunta vacilante. Pero Feletti no dejó indicios de que el Gobierno sea
proclive a aceptar ese trato. De nuevo a libro cerrado y, tal vez, de nuevo
Presupuesto a discreción.
Lo que no pueda hacer esa oposición atónita no lo hará nadie. Hay un peronismo
que acepta en privado la necesidad de adecuaciones ante la crisis internacional,
pero que actúa en público con el mismo disciplinamiento de los K. Algunos
espamos de rebeldía, como fue el de José de la Sota en Córdoba, se esfumaron con
la avalancha de Cristina. El kirchnerismo es, en tanto, un catecismo de
muletillas recicladas y un ejército obediente a Cristina.
La discusión y la política parecen estar casi desaparecidas debajo del espeso
manto del pensamiento único .
Esa hegemonía, de tanto en tanto, parece alterada por las fricciones del
Gobierno con la CGT de Hugo Moyano. ¿Será ese el primer pleito a resolver por
Cristina cuando asuma en diciembre? El camionero volvió a confrontar con los K
por los sindicalistas detenidos y luego liberados por la quema de vagones en la
línea Sarmiento sucedida en mayo. Actuó como ya lo había hecho cuando apresaron
al duhaldista Gerónimo Venegas o llegó aquel exhorto suizo que lo ligaba a una
investigación sobre lavado de dinero: toreando al poder . Esta vez avanzó otro
paso al denunciar persecución a los sindicalistas y protección judicial a
funcionarios o ex sospechados de corrupción.
La relación de Cristina con Moyano es menos que frágil . Eso explica la reacción
del cegetista frente a cada amenaza. El kirchnerismo atesora dos planes para su
vínculo futuro con el gremialismo. El primero contempla el desplazamiento de
Moyano de la cúpula de la CGT. Sería quizás el menos traumático. El segundo
consistiría en apuntar, si la realidad lo exigiera, al control de las obras
sociales sindicales . Se trata de alrededor de $ 22.000 millones que le
permitirían sortear el seguro faltante de caja si la crisis mundial se
profundiza y se prolonga.
El kirchnerismo se ilusiona con que cualquier embate contra el sindicalismo
contaría con una amplia simpatía social.
Pero una cosa sería el empellón al líder camionero y otra apoderarse de la caja
fuerte del sistema gremial. En ese caso podría crujir la paz social y
desmoronarse el modelo que adora Cristina.


