Mauricio Macri ha obtenido una victoria clara y contundente en la segunda vuelta para la elección de jefe de gobierno porteño y lo hace después de que hace tres semanas se impusiera por casi 20 puntos y una semana después de que su candidato para la gobernación de Santa Fe, Miguel Del Sel, obtuviera un éxito electoral inesperado al quedar segundo con el 35% (sólo 4 puntos detrás del candidato socialista y 13 delante del kirchnerista).

Se trata de hechos que, bien no anticipan el resultado de la elección presidencial del 23 de octubre, n cambiado el clima político. Ahora comienza a plantearse que un triunfo de la oposición puede ser posible, cuando la mayoría de los encuestadores y analistas -aunque no todos- planteaba la consigna Cristina ya ganó.

La paradoja es que el ganador político-electoral de las últimas semanas no sólo no es candidato a presidente, sino que no presenta un candidato nacional. Es más, sus postulantes a diputados nacionales tendrán que recurrir al complejo corte de boleta, no sólo el 23 de octubre, sino también en las internas obligatorias del 14 de agosto, en la mayoría de los distritos.

El próximo domingo se realizarán las elecciones a gobernador en Córdoba, donde ninguno de los tres candidatos principales apoya al kirchnerismo. Los cordobeses del PRO se dividen en estos comicios entre quienes apoyan al candidato justicialista enfrentado con la Casa Rosada, José Manuel De la Sota, y el radical Oscar Aguad.

Este escenario comienza a plantear dos interrogantes: ¿Macri va a usar su poder como elector? Y de hacerlo, ¿a favor de quién lo empleará?

Si bien lo votos no se transmiten automáticamente, el apoyo de un dirigente político a otro puede jugar un rol importante a su favor. Como ejemplo reciente, basta mencionar la clara definición en Santa Fe de Carlos Reutemann a favor de Del Sel, cuatro días antes de la elección santafecina.

Los comicios cordobeses quizás plantean las dos alternativas posibles que tendría Macri si decide apoyar algún candidato a presidente: Duhalde y Alfonsín.

Con el primero, tiene una vieja relación desde sus inicios en la política, una década atrás. En 2002, el entonces primer mandatario le ofreció la candidatura a la presidencia, ofrecimiento que finalmente declinó.

Con Alfonsín, la relación es más difícil. En reiteradas oportunidades el candidato radical dijo públicamente "Mi límite es Macri", mientras negociaba con De Narváez como candidato para la gobernación bonaerense y, al mismo tiempo, pretendía que Hermes Binner fuera su compañero de fórmula.

Las primarias obligatorias no sólo serán una suerte de elección anticipada o gran encuesta verídica, sino que también representarán una especie de gran interna abierta de la oposición.

Quien quede primero en ese campo, pasará a tener fuertes posibilidades de polarizar el voto contra el kirchnerismo en las elecciones del 23 de octubre.

Hasta el momento, Alfonsín parece estar en esa posición y Duhalde, en segundo lugar.

La cuestión es que si Macri -como Reutemann- decidieran apoyar públicamente al ex presidente justicialista como su candidato en las primarias obligatorias -como hizo con Miguel Del Sel-, sus posibilidades de alcanzar a Alfonsín crecen significativamente.

El jefe de gobierno porteño puede no apoyar ningún candidato el 23 de octubre y tampoco hacerlo el 14 de agosto. Hoy, más de un dirigente en el PRO se pregunta si no hubiera sido correcto que compitiera por la presidencia en 2011.

Pero la pregunta que surge ahora es si dejará de lado o no la posibilidad de jugar como el elector en el campo opositor en las próximas semanas.

Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría