Lo reflejó la estimación de área sembrada para la campaña 2011/12 que realizó la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Hasta la semana pasada se calculaba que iba a llegar a las 4,9 millones de hectáreas. Sin embargo, anteayer, el informe sostuvo que la siembra va a cubrir 4,7 millones de hectáreas. Esta caída, sostiene el reporte semanal, obedece a dos razones: inclemencias climáticas (básicamente mayores lluvias a las habituales) y problemas de comercialización. Muchos han optado por dedicar los lotes que no se sembraron con trigo a cultivos alternativos, desde las legumbres hasta la cebada, tanto la cervecera como la forrajera.

A comienzos de la campaña, pese a los problemas de la comercialización, el escenario era otro. Después de un otoño que no fue seco y de un contexto de precios internacional favorable se esperaba un incremento del área sembrada de un 10 por ciento. Esa caída significa menos inversión y menos producción. Otro logro del "modelo". Guillermo Moreno lo hizo.

Al final de la cosecha el volumen total quizás no sea inferior al de la campaña 2010/11 y Cristina Kirchner podrá decir que se equivocaron aquellos que pronosticaron que la Argentina iba a tener que importar trigo. Eso, y conformarse con el mal menor o nivelar para abajo, es lo mismo.

La caída productiva implica menos desarrollo en el interior. Así lo entienden los productores del sudoeste bonaerense que anteayer hicieron una asamblea en Stroeder. Y también los de Entre Ríos, que el jueves pasado se reunieron en Crespo, convocados por la Comisión de Enlace provincial, para debatir los problemas de la comercialización del cereal.

"El 40 por ciento del trigo de la campaña pasada en Entre Ríos está sin vender", dijo Luis Miguel Etchevehere, vicepresidente segundo de la Sociedad Rural Argentina (SRA) y delegado de la entidad en la provincia del Litoral. El malestar de los productores entrerrianos podría desembocar en una protesta el 21 de este mes, en Paraná.

Lo absurdo del mercado de trigo llega a tal punto que los productores entrerrianos no pueden vender el cereal para pagar el crédito de 180 días del Banco Nación que impulsó el Gobierno como mecanismo para no malvender la cosecha.

En ese contexto, el silencio de los jefes de Estado provinciales por la situación del trigo es demasiado ruidoso. Si en Mendoza o San Juan se estrangulara la comercialización de la uva o del vino, seguramente los gobernadores, diputados y senadores de ambas provincias andarían a grito pelado por los pasillos de la Casa Rosada hasta lograr una solución al problema. Sin embargo, en la provincia de Buenos Aires, la mayor productora de trigo del país, parece que esta cuestión es de segundo orden. "Con los alimentos no se jode", podría volver a exclamar Daniel Scioli, como lo hizo en las agitadas jornadas de la 125, en 2008.

"Este tipo de política afecta profundamente a los productores trigueros que desarrollan su actividad en zonas duramente castigadas por el clima y en donde no existen alternativas productivas", dijo la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap). Para la entidad la intervención estatal "se trata, lisa y llanamente, de un robo".

El fracaso del Gobierno para intentar mantener barato el precio del pan es cada vez más evidente y se ha transformado en un espejo de lo que sucedió con la carne. Según un estudio de sectoresonline.com, la rama sectorial de la consultora Abeceb, el consumo de harina trepó de los 84 kilos por habitante promedio en 2006 hasta los 100 kilos en 2010. A su vez, la industria molinera concentró el 71% de las compensaciones otorgadas a la agroindustria en el primer bimestre de este año. Este porcentaje contrasta con el promedio de 36 por ciento que tuvo desde 2007 hasta 2010. Y esto sin considerar que el Estado tiene una deuda con los molinos harineros. La incapacidad para controlar el precio de la bolsa de harina por parte de la Secretaría de Comercio Interior no puede derivar en otra cosa que no sea la liberación abrupta de los precios. Al final, pese al voluntarismo del secretario Moreno, avalado por la presidenta Cristina Kirchner, el mercado se impondrá y terminará castigando a los eslabones más débiles de la cadena: los consumidores y los productores.

La entrega de Registros de Operaciones de Exportación (ROE) a cuentagotas sumado al mecanismo de ROE a 45 días o a un año, que le permite a los exportadores manejar el precio a voluntad y obtener márgenes de ganancias inéditos para la actividad, es otra de las partes de un mecanismo casi perverso. Un cuadro que compone el "capitalismo de amigos" que, en el relato oficial, se denomina "modelo productivo".