PUNTA DEL ESTE.- Sábado a la noche. Hay más de 1000 empresarios, políticos, ex presidentes uruguayos, los gobernadores Daniel Scioli y Hermes Binner. Cada vez que se los nombra el público aplaude. Un periodista locuaz lee una declaración de todas las cámaras empresariales de Uruguay. Primer sacudón: ¡todos los empresarios se pusieron de acuerdo! El documento es una defensa del libre mercado, de la necesidad de un estado chico y eficiente, de que hay que bajar impuestos y crear o mantener beneficios fiscales. Una defensa de los intereses del empresariado. Segundo sacudón: "Estoy tan desacostumbrado que me pongo colorado". Y pienso: a estos empresarios nada los conforma, qué ganas de cobrarles más impuestos pa que escarmienten.
Espero la retrucada de los políticos, dura, como se merecen estos empresarios insaciables. Tercer sacudón: nada de eso. Habla el vicepresidente con excelente dicción, mejor castellano y con una contundente muestra de integridad entre lo que piensa, dice y habla. Danilo Astori ratifica el rumbo del país: el desarrollo inclusivo requiere de inversiones. "Estamos para facilitar y estimular ese proceso, con seguridad, con respeto a las reglas y las personas", dice. Y agrega que las herramientas pueden cambiar para adaptarse al curso que los acontecimientos requieran. Creo en su humildad cuando dice que están aprendiendo y que, por ahora, ratifican el rumbo y las herramientas. Cuarto sacudón: escucho a un político y confío, entiendo lo que piensa y me queda claro que debo seguir haciendo como empresario.
Luego viene el presidente José Mujica. Si Astori es claro, contundente, creíble e integro, Mujica es sencillamente genial. Cada una de sus frases y reflexiones encierran conceptos claves para entender estos tiempos y sus desafíos. Cuando habla, reflexiona, va más allá, explora las fronteras y vuelve contundente a decir, con lenguaje paisano, lo que necesitamos entender sobre la globalización y su dinámica, el capitalismo y su lógica, las tensiones propias de la sociedad entre el oportunismo y la solidaridad, sobre los desafíos del país y de la región. Pepe va mas allá aun. Reflexiona sobre lo que aprendió en su intensa vida y dice que sus arrogantes sueños juveniles de cambiar el mundo en un segundo dieron lugar a un sabio entendimiento de que somos parte de un proceso, donde muchos y otros podrán, con el tiempo, lograr el sueño de una sociedad más inclusiva y con mayor bienestar. "No vamos a descubrir el agujero del mate".
El aporte de Pepe es contribuir a crear una sociedad donde ese proceso sea colectivo, sustentable y de todos, con respeto e inteligencia. La inteligencia, para darse cuenta hacia dónde va el genuino interés colectivo, ese que hace a las personas libres y felices.
Pepe abre la puerta, muestra el camino y lo transita al tranco, con seguridad paisana.


