Eugenio Cap -director del Instituto de Economía y Sociología (IES) del INTA- comentó sobre el impacto económico de la adopción de la siembra directa (SD) en la Argentina: “Desde 1991 hasta 2008, la adopción de esta tecnología por los productores argentinos tuvo un impacto estimado en U$S 44.360 millones”.
Esta tecnología, que empezó a desarrollarse en la década del 60, con el impulso de instituciones públicas y privadas, hoy es utilizada en el 75% de la superficie cultivada en el país (alrededor de 22.300.000 hectáreas).
“Se ha estudiado bastante el proceso, la historia, los protagonistas, las implicancias para la conservación del suelo, pero hasta ahora, no había un trabajo que le pusiera números al impacto económico de la siembra directa”, expresó Cap, uno de los autores del estudio que cuantificó los beneficios de la innovación tecnológica para productores y consumidores.
En cuanto a los beneficios acumulados, Cap destacó aquellos generados por la combinación del incremento de producción y la reducción de costos directos, se estiman en más de 20 mil millones de dólares. Además, desde una perspectiva social, la adopción de la SD mejoró la situación de los consumidores de todo el mundo al aumentar su ingreso real (debido a la reducción de los precios en los alimentos), estimada en más de 23 mil millones de dólares.
“Los beneficios para el consumidor se calcularon por razones de simplicidad, a partir de la reducción del precio internacional del maíz y de la soja que, normalmente, es transmitida a lo largo de las cadenas y se refleja (si no hay distorsiones serias en los mercados) en el precio final de los alimentos a nivel de consumidor”, explicó Cap.
Para el especialista, además de describir “un caso realmente notable por la magnitud del éxito de la gestión público-privada en la generación de un bien público”, el estudio “intenta hacer justicia con una tecnología cuyas contribuciones no han sido adecuadamente justipreciadas, tanto en la aportes positivos en la gestión económico-financiera de los sistemas productivos agrícolas como en las implicancias a los niveles sectorial y global de su adopción por los productores argentinos”.


