En esos mismos días recurre a su círculo más íntimo para cubrir importantes cargos, sin importarle que los nuevos funcionarios son desconocidos. Y, al mismo tiempo, emite señales ambiguas sobre su proyecto político para 2011.
Los acontecimientos comenzaron a precipitarse, no durante el duelo que siguió a la muerte de Néstor Kirchner, sino apenas estallaron las primeras usurpaciones de tierras. Esos brotes sociales irrumpieron, como una cuña, en el crecimiento de la Presidenta en las encuestas y ella descubrió que las elecciones se ganan en las urnas, pero se pueden perder en la calle.
Desde ese momento, la Presidenta pareció dispuesta a dar algunas señales de
su estrategia inmediata:
La Presidenta se recluyó en su círculo más íntimo. Esa es la explicación de las
designaciones, por ejemplo, de Alejandro Julián Alvarez, un joven abogado que
pertenece a La Cámpora, la agrupación que conduce Máximo Kirchner. Y es también
lo que explica el desembarco en la Procuración del Tesoro de Angelina Abbona,
una abogada cordobesa que se mudó en los 80 a Santa Cruz, donde conoció a Carlos
Zannini -actual secretario de Legal y Técnica- y batalló con Néstor Kirchner en
las campañas para intendente y gobernador.
"Cristina volvió al vientre", interpretó uno de los más encumbrados hombres
de la Justicia, restándole importancia a que Abbona o Alvarez sean desconocidos
en la Justicia. "No tendrán la tarea de mantener relación con la Corte o las
cámaras. Esta labor la hacen Cristina o Zannini en forma directa. La decisión
apunta a concentrar el poder en los más incondicionales", coinciden otras
fuentes.
¿Por qué se preocupa Cristina Kirchner por controlar férreamente la Procuración
del Tesoro? Porque, como ejerce la jefatura de los abogados, es un ariete
fundamental en las grandes batallas legales que llegan a la Corte. Hace pocos
meses, el ex procurador Da Rocha sufrió un muy duro revés cuando la Corte, a
pedido del Grupo Clarín, mantuvo la suspensión de la ley de medios. Ahora está
pendiente apelar dos fallos de la Cámara Comercial que revocaron la intervención
pedida por el Gobierno sobre Papel Prensa.
Las imágenes de las usurpaciones dispararon la alarma por la inseguridad.
Entonces, la Presidenta envió mensajes ambiguos: les dijo a los sectores de
derecha que velará por la seguridad; prometió a la izquierda que la policía no
portará armas en las protestas y culpó a los jueces por otorgar muy fácilmente
las excarcelaciones, olvidando que son las leyes las que predeterminan esos
fallos.
El poder emite señales no siempre coherentes


