La "fertilización" constituye una práctica cultural de máxima importancia para que los cañaverales alcancen altos rendimientos. Sin embargo, su elevado costo exige realizar un uso oportuno y efectivo para asegurar su máximo aprovechamiento.
El logro de mejoras en la eficacia de la fertilización, práctica que debe ser integrada al manejo general del cultivo y asociada a la incorporación de los avances tecnológicos disponibles, permitirá el establecimiento temprano de una población inicial óptima, con una distribución uniforme de los tallos y con mínimas fallas, asegurando la conformación de cañaverales con una elevada población de tallos molibles, componente de máxima importancia en la definición del rendimiento.
La creciente demanda de materia prima para la elaboración de azúcar y energía (etanol y cogeneración eléctrica), plantea la necesidad de aumentar la producción de caña por unidad de superficie. La fertilización, como práctica cultural que permite el abastecimiento adecuado de nutrientes al cultivo, cumple un papel de suma importancia para la obtención de cañaverales de alto rendimiento.
El aumento de la producción por hectárea (ha) de caña de azúcar debe ir acompañado, además, de un manejo agronómico correcto, que permita tener controladas plagas y enfermedades de importancia y que los cañaverales se encuentren libres de malezas para permitir su óptimo crecimiento. Por ello, su control es un aspecto fundamental que se debe observar y llevarlo a la práctica, explicó a LA GACETA Rural Jorge Scandaliaris, jefe de la Sección Caña de Azúcar de la Eeaoc.
Por el lado de la "fertilización nitrogenada", que es la más generalizada en las condiciones de Tucumán, esta permite incrementos de producción del 10% al 40% con respecto a lotes sin fertilizar, logrando aumentos promedio de entre 10 t/ha y 50 t/ha, dependiendo de la época y dosis de aplicación del fertilizante, tipo de suelo, condiciones climáticas, edad de la cepa, compactación, etc. Por ello, la práctica de la fertilización es una labor irrenunciable si se quieren obtener cañaverales de alta producción.
El período óptimo para la fertilización nitrogenada está relacionado con el ritmo de absorción del nutriente que tiene el cultivo, siendo máximo en los primeros meses desde la brotación (pleno "macollaje"). En este momento, la planta de caña de azúcar absorbe más nutriente del que utiliza, pero tiene la capacidad de almacenarlo para reutilizarlo durante el período de gran crecimiento (diciembre-marzo).
Conclusiones
Los resultados de las investigaciones realizadas por la Eeaoc indican que la fertilización nitrogenada de las "cañas socas" en secano, registra la mayor efectividad cuando se realiza de octubre hasta mediados de noviembre, pudiéndose adelantar unos días la fertilización si se dispone de riego.
Así, el productor debe tener conciencia de la importancia de respetar la época óptima de aplicación del fertilizante aún cuando el suelo este seco, explicó el investigador. "Una fertilización nitrogenada tardía deriva en menores beneficios en la producción de caña y azúcar, provocando retrasos en la maduración", advirtió.
La dosis de fertilizante a aplicar es otro aspecto clave en un programa racional de fertilización. "No es razonable pensar en una dosis única para todas las situaciones del cultivo", dijo.
Por lo tanto, la dosis de N (nitrógeno) que se debe aplicar depende de la fertilidad del suelo, de la producción esperada y de la edad del cañaveral y también de condiciones excepcionales, por ejemplo anegamiento, como criterios fundamentales a tener en cuenta.
Para definir la dosis de fertilizante a utilizar en cada caso, la Eeaoc ha elaborado "tablas de recomendaciones" que contemplan estos criterios y sirven de guía al productor en el momento de decidir la dosis de (N) a utilizar, la cual puede variar, según las situaciones, entre 50 kg N/ha y 110 kg N/ha. La fuente de (N) más utilizada en nuestra provincia es la "urea", aunque existen otras alternativas como los "fertilizantes líquidos" y otros "fertilizantes sólidos" complementados con otros nutrientes. Una alternativa más reciente es el uso de "biofertilizantes de aplicación foliar", los que permiten reducir hasta un 50% la dosis del fertilizante nitrogenado sintético.


