El análisis político semanal de la consultora Massot & Monteverde indica un punto de inflexión en la actual política argentina. La presidenta de la Nación, Cristina Fernández, “queda ahora libre de toda tutela pero sin el poder que ostentaba su marido”. Y los interrogantes que surgen son varios: “¿Asumirá el tiempo que le queda de su mandato, y si así fuera, le imprimirá a su administración un rumbo distinto del que le habría de fijar el ex presidente muerto? ¿Podrá, con la misma ferocidad que su marido, manejar lo que queda del así llamado kirchernismo? ¿Cuál será la reacción de Daniel Scioli ante el camino que ahora, como nunca, luce expedito hacia la Casa Rosada? Porque si, a instancias del vacío dejado por el político patagónico, decidiese presentarse como candidato a presidente en octubre de 2011, Cristina Fernández se quedaría huérfana del único apoyo electoral de envergadura en la constelación en la cual ella, de momento, reina”.
Y sobre los ciudadanos,” ¿cómo reaccionará ante el deceso del santacruceño la sociedad argentina que, al día siguiente de la muerte de Raúl Alfonsín convirtió a su hijo en candidato a presidente por portación de apellido? ¿Qué haría el peronismo federal si la viuda creyera conveniente fijar nuevas reglas de juego e invitar a todo el arco justicialista a una reunificación?”
“Es cierto que se expresan muchas cosas en un país poblado de charlistas y a no todas es
conveniente hacerle caso. También lo es que falta un año para votar y a las palabras se las lleva el viento. Con todo, si quien no se cansa de extorsionar a empresas y a gremios que juzga hostiles y siempre levanta la voz para amedrentar, es uno de los hombres más poderosos de la Argentina, líder de una de las dos CGT y aliado preferido del gobierno, razones hay para tomarlo en serio. Si fuese Luis D’ Elía todo no pasaría de una anécdota. Tratándose de Moyano las cosas cambian”.
Por eso el vicepresidente de la Nación, que había recuperado algo del protagonismo perdido, en oportunidad de votar a favor de la sanción del 82 % móvil, volvió a anotarse un triunfo ni bien le salió al cruce a la torpeza del camionero. Existe la creencia, en parte de la población, de que una futura administración con base en el radicalismo no sabría como hacerle frente a los sindicatos desbocados y a un personaje del estilo de Moyano, indica el análisis.
Si los Moyano, D’Elía y quienes planearon emboscar a los militantes del Partido Obrero y disparar contra ellos meditasen con mayor detenimiento lo que piensan hacer y midiesen sin preconceptos las probables consecuencias de sus actos, obrarían de distinta manera. Que no lo hagan es la demostración más cabal de que, en rigor de verdad, nadie controla nada. Aquí cada cual hace lo que le viene en gana y la idea de un plan preconcebido para lograr tal o cual efecto político sólo existe en la imaginación de los adictos a las teorías conspiracionistas.
El crimen de Ferreira carece de sentido y no le genera rédito alguno a sus responsables. Por el contrario, da toda la impresión de haber sido hecho a las apuradas, sin medir los riesgos, casi a lo loco. Salvando las distancias, ¿qué decir de las amenazas de Moyano a la futura institucionalidad si ganasen los radicales?
“Volvamos a Kirchner. Su muerte supone un punto de inflexión en la política argentina. Es, de todas maneras, muy temprano para evaluar cuál será el curso ulterior de los acontecimientos y, sobre todo, la nueva relación de fuerzas que se establecerá en la Argentina”.


