Desde las 8 una legión de censistas –en total suman 650.000– se lanzará a las calles con un objetivo determinado: llegar a todos y cada uno de los lugares en los que hay población en el país, por más pequeña que sea, en el marco del Censo 2010, que comenzó con tareas menores hace dos semanas. Se trata del mayor operativo civil que puede encarar una sociedad, a excepción de las movilizaciones que provocan los conflictos bélicos.
Hombres de estadística, economistas y políticos coinciden en que por básico que parezca, el relevamiento de la sociedad será fundamental para determinar políticas públicas, distribuir el presupuesto de la Nación, organizar las estadísticas y hasta determinar la representación política en el Congreso. Pero critican otro punto: a pesar de su importancia, estará a cargo del cuestionado Indec, el mismo órgano estadístico según el cual la inflación acumulada hasta septiembre no supera el 9% cuando la mayoría de las consultoras privadas ubican ese número en torno a un 20 por ciento.
Aun así, los economistas sostienen que “da la sensación de que está bien organizado”, como explica Fausto Spotorno, del Estudio de Orlando Ferreres. El temor, en cambio, apunta a cuándo estarán los resultados completos. La gestión de Ana María Edwin y Norberto Itzcovich –titular del Indec y director técnico respectivamente– espera entregar los primeros datos en diciembre de este año y las cifras completas 12 meses después. Pero si el kirchnerismo pierde las elecciones de octubre se espera una normalización del organismo, intervenido desde 2007, algo que podría demorar el proceso.
En respuesta a las críticas, la coordinadora del diseño conceptual del Censo, Roxana Cuevas, aseguró ayer que el relevamiento “no tiene intención de ser cambiado” en sus resultados para beneficiar al Gobierno, sino que es “un instrumento metodológico para los futuros gobernantes de aquí a 10 años”.
La plana mayor del Gobierno se comprometió con el éxito del operativo, que tan sólo este año tiene asignado un presupuesto mayor a los $ 300 millones. La presidenta Cristina Fernández, a través de su cuenta de Twitter, intentó ayer predicar con el ejemplo. “Tengo que descansar y cuidarme” dijo, “porque quiero estar en el Censo 2010”. La primera mandataria pasa sus horas leyendo en su residencia de El Calafate a la espera del censista.
Desde Buenos Aires, el ministro de Justicia, Julio Alak, sostuvo que “es una jornada fundamental para el país” para explicar el despliegue de recursos federales para garantizar la seguridad: serán 50.000 efectivos de la Policía Federal, Gendarmería y Prefectura.
La provincia de Buenos Aires aglutinará a 252.000 censistas que relevarán 5,5 millones de viviendas.
Entre las novedades, en esta edición quedarán contempladas las parejas del mismo sexo, en línea con la Ley de matrimonio igualitario, y también incluirá a descendientes de africanos, una colectividad que hasta el momento no figura en las estadísticas.
El Censo ya comenzó en zonas de difícil acceso de Chubut y en la Antártida, donde se contabilizaron 230 personas en las bases argentinas.
Ayer se sumaron otras latitudes. Unos 10 censistas relevaron las comunidades indígenas de Santiago del Estero, que en algunos casos habitan zonas de montes cubiertas de vegetación espesa y difícil acceso.
También fueron visitados los trabajadores de las mineras de San Juan que habitan los campamentos de las empresas con operaciones en la Cordillera (Veladero, Gualcamayo y Casposo). En algunos casos, están a más de 4.000 metros por encima del nivel del mar.


