La próxima semana arranca la siembra del cultivo nacional del que dependen varios de los números macro del país. Con buenos ánimos y el bolsillo recompuesto, los productores proyectan cubrir casi 19 millones de hectáreas con la semilla, lo que significa un récord de ocupación de los campos con soja.
Analistas e inmobiliarias del sector coinciden en que los valores pagados para alquilar una hectárea sojera este año se incrementaron hasta 20% porque volvió este año el dinamismo a los arrendamientos.
El rango de precios para este año oscila entre los 4 quintales que pueden pagarse en los campos del norte del país y los 20 de la mejor zona en el país. En el medio, como cada año, hay situaciones de lo más dispares. Por caso, un campo en una zona marginal que puntualmente tuvo mejores lluvias se negocia por encima del valor general. Es que la demanda no dio tregua este año y las plazas, cuando está por largarse la siembra, están completas.
“Los precios volvieron a los valores anteriores a la sequía”, indicó Carlos Pechini, de Nordheimer, con referencia al año 2008. Según explicó, las lluvias y los precios internacionales firmes para los granos explican la suba en los alquileres este año.
En el plano internacional, la oleaginosa está tocando su mejor valor del año gracias a una demanda firme y, localmente, se encamina a unos tentadores $ 1.100 por tonelada.
Guillermo Villagra, de Open Agro, explicó a su vez que los precios subieron, preferentemente, en la zona núcleo del país, mientras que en las zonas marginales se mantuvieron estables, o aumentaron mucho menos.
Cristian Beláustegui, presidente de Compañía Argentina de Tierras (CAT), por su parte, explicó que en las zonas agrícolas buenas los alquileres subieron cerca de 10%.
Según Pechini, la buena cosecha del año pasado recompuso las arcas de los productores y por eso hay dinero hoy para afrontar la nueva campaña, pese a los mayores costos.
Aún así, según Villagra, el negocio de la siembra en campos arrendados se volvió más riesgoso por el aumento de los costos fijos, como los alquileres.
Desde el lado de la oferta, no cambiaron sólo los precios sino también, las condiciones. Villagra explicó que, en general, “los contratos volvieron a la modalidad anterior” a la sequía, es decir, por quintales fijos y no, como en el último año, a porcentaje. Así, los dueños de los campos retornan al negocio de riesgo cero y las sorpresas, para bien o para mal, impactan sólo en el resultado final del arrendatario. En este contexto “hay que trabajar fuerte en generar alianzas entre productores, propietarios y proveedores de insumos, es decir, lo que llamamos asociativismo”.
Aún así, en zonas marginales, según Beláustegui, hubo contratos que el año pasado se firmaron por dos o tres campañas y, en esos casos, se mantendrá la modalidad del porcentaje, o mixta.
Otro dato interesante para el mercado es el desembarco, con más fuerza, de los exportadores en el negocio de los alquileres para producir soja. Preocupados porque durante las últimas dos cosechas los productores retuvieron los granos, las grandes ‘traders’ como Cargill y Dreyfus ven más tentadora la posibilidad de producir ellos mismos. Aún así, las inmobiliarias no ven un movimiento en este sentido con una “tónica desmedida”, según Beláustegui, porque “entran a un mercado que ya está cubierto”


