Los hombres más optimistas del macrismo apuestan a convertir a su líder, el jefe de gobierno porteño, en un ícono de la persecución kirchnerista, en una suerte de héroe capaz de representar a las víctimas de un gobierno autoritario. En la otra vereda, están los que creen que la confirmación judicial del procesamiento de Mauricio Macri fue el comienzo del fin de su sueño presidencial para 2011.

La jugada de Macri, no exenta de audacia, de propiciar su juicio político en la Legislatura fue el fruto de la falta de alternativas para enfrentar los tiempos de la justicia ordinaria. El drama de esa decisión es que, aun cuando el jefe de la ciudad de Buenos Aires emerja sano y salvo de ese procedimiento legislativo, el péndulo de la Justicia seguiría sobre su cabeza al menos durante prácticamente todo el año próximo. Los tiempos judiciales complicarán los tiempos políticos. En esas circunstancias, seguramente Macri podrá seguir gobernando el distrito porteño, pero difícilmente pueda resistir el debate acerca de si un procesado puede ser candidato a la presidencia de la Nación.

La única alternativa que le permitiría a Macri sustraerse de esa controversia sería que, como consecuencia de su enfrentamiento con Néstor Kirchner, la opinión pública lo convirtiera en el mejor emblema de la oposición.

Claro que la propia jugada del juicio político podría obrar en contra de esas aspiraciones de los estrategos del macrismo. ¿Por qué? Porque hoy su principal argumento es que sólo Kirchner está detrás de su procesamiento. Pero ¿qué ocurriría si no sólo los legisladores del kirchnerismo, sino también los de la Coalición Cívica, del radicalismo y de la izquierda se pronunciaran en contra del jefe de gobierno local? ¿Podrán seguir esgrimiendo los macristas que Kirchner es el único responsable de su situación? Un anticipo del drama macrista fue la posición de Elisa Carrió, que consideró "impecable" el fallo de los camaristas que ratificaron el procesamiento.

Si se habilita el juicio político, la Sala Acusadora deberá decidir si deriva la causa a la Sala Juzgadora y si suspende al jefe de gobierno de la ciudad. Para hacerlo, requerirá los votos de dos tercios de sus 45 miembros, esto es, 30. Todo parece indicar que la Sala Acusadora no alcanzará ese número, dado que el macrismo contaría con 19 representantes en su seno. Aun suponiendo que el resto de los legisladores vote en contra de Macri, no habrá enjuiciamiento ni destitución del jefe local. Pero habrá más votos en contra que a favor de Macri. ¿Podrá considerarse eso una victoria del gobernante porteño?

Para poder luchar por llegar a la Casa Rosada, Macri necesitará que algunos legisladores de la oposición se convenzan de su inocencia. También, que la ciudadanía se muestre más seducida por la hipótesis de que hay una maniobra de Kirchner detrás del procesamiento que por la hipótesis de que Macri montó una asociación ilícita para espiar a la gente.