“Los problemas que trae aparejada la presencia de esta podredumbre es que la fruta estacionada madura en forma acelerada, los productores sufren pérdidas de lo invertido en cosecha, empaque y transporte y también existe la posibilidad de que pierdan confiabilidad como exportadores”, explicó el autor principal del estudio que fue presentado en las XIII Jornadas Fitosanitarias Argentinas, Pablo Velázquez.

Velázquez, investigador del INTA Famaillá –Tucumán–, sostuvo que en la década del 90 aparecieron cepas del hongo Penicillum digitatum resistentes a los imidazoles –entre ellos, el imazalil es el fungicida más usado–, lo que conlleva al problema de que para poder controlar el moho se necesitan aumentar las dosis con el consiguiente problema de los residuos en la fruta para exportar.

El equipo de investigación experimenta, entre otras alternativas, fungicidas como el azoxistrobin que inhibe el proceso respiratorio de los hongos y que controlaría las cepas resistentes al imazalil. En este sentido, las conclusiones del trabajo demostraron que el azoxistrobin fue tan eficaz en el control de esta podredumbre como los otros fungicidas empleados comúnmente.

Según afirmó Velázquez, Argentina es actualmente el primer productor mundial de limones y, dentro del país, Tucumán es el principal productor.

En la zona citrícola de esa provincia, el “moho verde” es la enfermedad de poscosecha más importante durante el período de exportación de limón como fruta fresca y el mayor daño se produce en los galpones de empaque, cuando la fruta permanece estacionada y sufrió alguna herida.

“Una sola fruta afectada sirve para que las frutas vecinas también se enfermen”, recalcó, al tiempo que explicó que las heridas o golpes que se producen desde el momento de la cosecha hasta su llegada al empaque, predisponen las infecciones.