La fuerte caída en la venta de carne no alcanza para desinflar los precios por la sencilla razón que no hay oferta disponible para satisfacerla.

Podemos discutir cifras y porcentajes, pero a esta altura ya es evidente que el mercado está sufriendo un cambio estructural con respecto a lo experimentado entre el 2006 y el 2009.

El cambio estaba  anunciado desde que se puso en marcha el sistema de destrucción de la cadena productiva básica, representada por criadores e invernadores a campo. Aunque no sabíamos cuando explotaría, el efecto de la liquidación de este período el momento llegó. Y lo hizo acelerado o ayudado por la normalización del régimen de lluvias en vastas zonas pampeanas.
La realidad actual es que faltan terneros para engordar y faltan invernadores dispuestos a asumir el riesgo de producir carne en la era K.

Incluso los feedlots que han hechos buenos negocios  bajo este régimen, son extremadamente cautos al momento de arriesgar capital (ahora un ternero representa casi el doble de plata que el año pasado) sin confianza en un gobierno que dice y se desdice con tan poca vergüenza sobre temas que desconoce de cabo a rabo.

En la práctica el consumidor ha puesto un techo a la suba de la carne al mostrador, pero la falta de oferta sigue siendo estructural.  A pesar que los precios de la hacienda dejaron de aumentar, y se retrajeron un 10% sobre el  80% que habían crecido en dos meses, los frigoríficos, supermercados y abastecedores no consiguen suficiente hacienda para tener surtida a su clientela en forma satisfactoria.

Lo más importante es que se está generando un efecto de transferencia de rentabilidades en la cadena de arriba hacia abajo. De hecho hay que ver que la carne aumento en menor proporción de lo que lo hizo la hacienda en pie.  Y hasta parecería que el ternero de invernada lo hará en mayor proporción de lo que sucederá con la hacienda gorda para faena.

 En adelante vamos a transitar tiempos en los que el negocio, o la negociación va a estar dominada por los sectores de originación del producto, y los eslabones superiores (frigoríficos en primera fila) deberán acatar las reglas asumiendo la escasez de su insumo básico y entendiendo que las rentabilidades estarán ajustadas a esa nueva realidad.

Hoy todavía estamos en el centro del conflicto que está motivando este cambio, y hay muchos operadores que no asumen o no leen correctamente lo que sucede. Hay plantas de faena y matarifes abastecedores que siguen peleando por los márgenes que gozaban durante todo este tiempo y no han adaptado su estructura de costos al escenario actual.

Inclusive del lado de los ganaderos tampoco ha habido una reacción importante en cuanto a largarse a producir en la nueva estructura de costos e ingresos que es ampliamente favorable con respecto a lo vivido hasta ahora. Mirándolo fríamente de afuera, con estos precios los planteos de cría e invernada vuelven a ser atractivos por donde se los mire, y la relación grano carne alcanza valores óptimos para “carnificarse”.

Es triste también que por el escenario político no podamos aprovechar esta coyuntura de buenos precios para armar un plan de mediano y largo plazo, asegurando aumentos en la producción con planes de exportación y abastecimiento interno, y adaptando nuestro mercado interno al crecimiento de la población.

Para finalizar, veremos durante este año cuales son los empresarios de los distintos eslabones de la carne que aprovechan las oportunidades de reposicionarse en el nuevo escenario que ofrece este importante cambio que estamos protagonizando.