Luego de una dura campaña fina con episodios de extensas sequías en buena parte de la región pampeana, llegaron las lluvias. Y lo que parecía ser casi una bendición para dar revancha del magro invierno, se está tornando en una nueva complicación que amenaza con poner en jaque al éxito de la gruesa. Lluvias muy intensas, de alto milimetraje y con cortos intervalos de buen tiempo, complican siembras, pulverizaciones, aplicaciones de fertilizante y hasta los finales de la cosecha fina. A eso se suma la dificultad para llegar a muchos campos por estar literalmente cortados los caminos rurales. Por si fuera poco, hay quienes ya vaticinan un otoño complicado en materia de lluvias, lo cual pondría en problemas la recolección de la gruesa. Ante todo eso, inevitable, mejor ver qué se puede hacer.
Las lluvias ocurridas en las últimas semanas, concentradas en pocos días, superan en muchos casos los promedios históricos mensuales. Un primer problema fue -y en parte aún sigue siendo- la cosecha de granos finos. Si bien los rendimientos fueron muy dispares, muchos productores sufrieron los embates de las lluvias en lo que a calidad respecta. "Tuvimos muchos lotes con bajo peso hectolítrico, presencia de fusarium, granos lavados y hasta brotados", destacó Nahuel Grazioli, productor y prestador de servicios de cosecha en el sur santafesino y cordobés. La situación que no fue exclusiva del campo nacional, sino que también afectó al agro uruguayo, poblado desde hace varias campañas por muchos argentinos (Ver En Uruguay...).
A ello se suma la dificultad en el tránsito de la maquinaria, que provoca "muchas empantanadas en el barro, con demoras en la tarea y complicaciones en la siembra posterior por el huellado", remarcó Fabio Falappa, asesor en el sur santafesino. La demora en la cosecha no sólo "aumenta el riesgo del cultivo invernal, sino que también atrasa la siembra de soja de segunda, bajando sensiblemente su potencial de rendimiento", precisó Falappa. Todo ello, sin olvidar que muchas de las tormentas vienen acompañadas de granizo, "como sucedió los primeros días de diciembre en el sur cordobés", enfatizó Santiago Rubíes, de la Regional Laboulaye de Aapresid, o hacia fines de diciembre entre Armstrong y Cruz Alta.
Justamente, el sur cordobés es una de la zonas con altos valores de lluvias en noviembre, diciembre y lo que va de enero. Ello "está causando el anegamiento de lotes bajos, o próximos a cursos naturales de agua, inutilizando suelos con elevado potencial agrícola", remarcó Rubíes. Más del 15% de la superficie aledaña a Laboulaye se encuentra anegada. Los registros pluviométricos acumulados en diciembre marcaron excesos de lluvias del orden de 200 milímetros por arriba de los promedios estadísticos para ese mes.
Otro de los graves inconvenientes es el retraso casi sistemático en las principales tareas agrícolas; principalmente en la siembra. Es más, en pleno corazón de la Zona Núcleo agrícola aún no se ha terminado de sembrar la soja de segunda, e incluso lotes que iban a maíz o sorgo pasaron a soja "para que no caiga el ingreso, y podamos bajar costos", precisó un técnico del norte bonaerense.
Incluso se dan situaciones de pobres niveles de implantación producto de la combinación de varios factores concurrentes: siembra en suelos saturados, lluvias post siembra y regular calidad en la semilla de soja. "Sin embargo, estamos en una situación de compromiso, entre sacrificar calidad del trabajo o bien perder rentabilidad o incluso ir al quebranto por retrasos en siembras", graficó Grazioli.
Finalmente, la frecuencia de las lluvias comienza a retrasar las pulverizaciones y refertilizaciones, lo cual, sumado al aumento de presión de las malezas, plagas y enfermedades, se convierte un cóctel de difícil abordaje.
"No estamos llegando a tiempo con todos los tratamientos de herbicidas. Es más, muchas veces debemos reformular los tratamientos, ya que el retraso suele agregar un problema adicional", precisó Daniel Peruzzi, ingeniero agrónomo del Grupo Romagnoli, con base en Monte Buey, Córdoba. Muchas veces al monitorear un lote se define aplicar herbicidas para el control de malezas; pero cuando se puede entrar al lote "o bien hay que ajustar productos y dosis, o incluso agregar insecticidas o fungidas", remarcó.
En ese sentido, los ataques de isoca bolillera y loxostege no merman, a lo que se suma una evolución importante de mancha ojo de rana en buena parte de la región núcleo.
Si bien la pulverización aérea es una alternativa operativamente eficiente para situaciones con falta de piso, se duplican los costos. Además, "la sobredemanda concentrada en pocos días también hace que los turnos de aplicación tengan una demora de entre 4 y 5 días", remarcó Omar Díaz, de AAXOD, empresa de pulverización agrícola aérea.
Frente a esta situación coyunturalmente compleja hay que buscar soluciones prácticas y sencillas. Frente a retrasos en la fecha de siembra e implantaciones complicadas, los especialistas recomiendas acortar distancias entre hileras en soja, y simultáneamente aumentar la densidad. A la vez hay que aumentar el número de sembradoras tanto como esté al alcance, ya sea con equipo propio o contratado.
Al momento de analizar tratamientos fitosanitarios no atarse a esquemas o recetas, y principalmente tener capacidad de reacción. Pasar de una aplicación terrestre a una aérea, reformular la secuencia de aplicación entre lotes, o modificar dosis y productos pueden ser salidas inteligentes frente a lluvias que modifiquen la presión de plagas, malezas o enfermedades.
Del mismo modo, en lotes con huellas por falta de piso, habrá que ir pensando en siembras de cultivos invernales que permitan recomponer la estructura y porosidad temporalmente perdida. Pero seguir demorando mucho la siembra puede llevar al fracaso del cultivo o incluso a no sembrar.
La clave es ser flexible y poder adaptarse. Algo que viene caracterizando al productor argentino, y que una vez más deberá ponerse en juego.


