Escribe Néstor Roulet
Para que una producción sea sustentable en el tiempo, se necesita hacer rotaciones -para conservar el suelo- e incorporar los nutrientes sustraídos en cada cosecha. Al Gobierno no le interesa la sustentabilidad técnica del sector, ya que su política está enmarcada en acciones recaudatorias y con una política de precios del mercado interno que desalienta la producción de materia prima de alimentos relacionada con el consumo doméstico.
Esta política de precios, con la excusa de «la defensa de la mesa de los
argentinos», está basada en dos pilares: las distorsiones de los mercados
-favoreciendo los eslabones intermedios de las cadenas en desmedro del productor
y el consumidor- y la presión tributaria.
El Gobierno, por un tema ideológico (considerar al sector solamente como una
fuente extractiva y generador de alimentos baratos) castiga la siembra del trigo
y maíz, gramíneas fundamentales para la rotación agrícola, incentivando una
mayor superficie sembrada con soja.
Por más que en la actualidad prácticamente el 90% de la agricultura se hace con labranzas conservacionistas, si junto con ello no reponemos los nutrientes y no hacemos la rotación correcta entre gramíneas y leguminosas, la capacidad productiva del suelo se va a ver afectada.
La hipótesis del Gobierno de que «si el trigo está barato va a estar barato
el pan» es totalmente falsa, ya que al productor le pagan $ 0,67 la materia
prima necesaria para hacer un kilo y el pan está a
$ 4 el kilo en las panaderías. Con estos números entendemos por qué se
desalienta la siembra del trigo y del maíz.
¿Cómo desalienta el Gobierno la producción de trigo o maíz?
Bajando el precio que recibe el productor por tonelada tanto del trigo como de maíz, sacando del escenario a parte de la competencia: primero fueron los exportadores, al cerrar las exportaciones o mediante la entrega discrecional de los ROE; en segundo turno los molinos harineros, al ser los exportadores los únicos actores dentro del sistema con la obligación de vender en el mercado interno.
A esto hay que sumarle tres herramientas de sobornos a los eslabones intermedios de la cadena: los llamados telefónicos de parte de la Secretaría de Comercio Exterior, la utilización de la AFIP y las compensaciones de la ONCCA.
La solución para que se vuelva a sembrar la misma cantidad de gramíneas que en 2000/01 es transparentar los mercados y eliminar las retenciones.
¿Por qué el Gobierno no quiere transparentar los mercados ni sacar las retenciones del trigo y el maíz? Para responder a esta pregunta vamos a hacer un análisis mediante dos escenarios probables:
Escenario 1: el Gobierno baja las retenciones del trigo y el maíz para hacer
una agricultura sustentable en el tiempo.
Escenario 2: el Gobierno no baja las retenciones, ni transparenta los mercados
de trigo y maíz, desalentando sus siembras e incentivando la siembra de soja.
Este es el probable escenario de la campaña 2009/10.
Si comparamos la recaudación por retenciones que el Gobierno dejaría de percibir entre los dos escenarios, observaremos que la incidencia de lo que dejaría de recaudar por bajar las retenciones al trigo y maíz es mucho menor -u$s 890 millones- si la comparamos con lo que dejaría de percibir -u$s 2.827 millones- por una menor siembra de soja en el caso de incentivarse una agricultura sustentable en el tiempo.
Esto nos aclara por qué el Gobierno no quiere transparentar los mercados ni bajar las retenciones del trigo y el maíz -por eso usa la excusa de la «defensa de la mesa de los argentinos»- ya que lo importante para este Gobierno no es lo que se dejaría de recaudar por esta baja en las retenciones, sino lo que dejaría de recaudar por una menor siembra de soja si alienta la rotación con gramíneas.
Los argentinos estamos atrapados en un problema «ideológico» del Gobierno, que piensa que las exportaciones son competitivas con el mercado interno -cuando en realidad tienen que ser complementarias- y que lo utiliza como excusa para bajar la rentabilidad a producciones indispensable para hacer un manejo sustentable en el tiempo.
Sólo produciendo más y dejando más saldo exportable los precios del mercado
interno podrán bajar, no hay reglas económicas que nos demuestren que un
producto puede valer menos cuando menos se produce.
Esto se contrapone con la avaricia recaudatoria del Gobierno, lo que indica por
qué no le interesa solucionar los problemas concretos que tienen la lechería, la
ganadería, el trigo y el maíz. Está claro que por cada hectárea que ocupen las
vacas o el trigo y el maíz, son menos hectáreas que se siembran de soja, que es
sinónimo de menos dinero.


