Los pronósticos favorecen las expectativas a la baja de los precios del maíz y de la soja.
Con el clima en contra, y el temor sobre la economía mundial comienzan a sentirse los golpes anunciados en anteriores notas.
La gente percibe que la cuestión mundial se va arreglando pero también que la
solución demorará más. Muchos así antes que los commodities prefieren la
seguridad de los bonos del Tesoro de EE.UU.
En este cuadro de dólar sube en relación a las otras divisas.
Además China trajo sus sorpresas. Sus indicadores sobre la economía no son de primera. Parece que hay problemas que le cuesta resolver.
Así son las cosas. Como el presidiario en su calabozo, que tacha los últimos
días que le quedan en la cárcel, así estamos nosotros. A la espera de la cosecha
de EE.UU.
Cuando empiece a entrar la nueva cosecha, los precios deberían iniciar un recorrido negativo.
No queda mucho tiempo. Lo más probable que ya desaparezcan esos beneficiosos picos. Si lo hacen, habría que aprovechar.
Claro está: nada escrito hay en el libro del futuro.
En tanto en el país, el ánimo sigue por el piso. Las predicciones son
incomprensibles para los extranjeros. Se habla de una reducción en la superficie
de maíz y de girasol cercana a 2,5 millones de hectáreas.
Por eso, hoy, pensar en una superficie de soja próxima a 19 millones de hectáreas no es una utopía. La superficie crece a costa de las otras producciones.
Más soja argentina. ¿Y el maíz y el trigo? ¿Y el girasol? Vaya a saber uno donde habrá que buscarlos.


