Yanosky agregó que, según monitoreos de Guyrá, se arrasan con 600 hectáreas de bosques por día en el Chaco paraguayo. Subrayó que en esta región es donde se están registrando “las cifras más alarmantes” del país, ya que, por ejemplo, entre marzo y abril se alcanzó el pico de 1.300 hectáreas “arrasadas” por día.
Según sus cálculos, el promedio es de 500 Ha./día, vale decir, casi 100.000 Ha. deforestadas en lo que va del año.
Preguntado por los controles de autoridades gubernamentales, respondió que “si esperamos que Seam (Secretaría del Ambiente) cumpla el rol de fiscalizador, decididamente hay que incrementar el presupuesto”. Y agregó que la conservación debe manejarse a nivel de Municipio, para obtener mejores resultados.
Haciendo referencia a la “poca capacidad de fiscalización de las autoridades”, se quejó: “No puede ser que tengamos un solo guardaparques para un millón de hectáreas en la zona del Alto Paraguay”.
PÉRDIDA ECONÓMICA
Al ser requerido por la pérdida económica debido a la destrucción de los recursos forestales, indicó que “estamos tirando más o menos 500 dólares por hectárea, o sea que Paraguay ha tirado a la basura, como mínimo, US$ 45 millones, en vez de plantear un manejo sustentable”.
Yanosky añadió que esos recursos forestales no se recuperan fácilmente y puede que jamás vuelvan a estar otra vez disponibles, porque son árboles que tardan cientos de años en volver a crecer completamente, puntualizó.
Además, “está el impacto en los servi- cios ambientales”. Explicó que los bosques tienen la función de mantener el clima, el agua y en un ambiente como el del Chaco eso es más importante. “Toda la deforestación no se está dando hacia el río Paraguay, sino que hacia el oeste y norte, donde el hecho de tener agua dulce es una bendición. Cualquier cambio en el ambiente produce el efecto de salinización”, apuntó.
También hay un problema social, sostuvo, porque, por ejemplo, “el hantavirus está relacionado con la deforestación. Los ratones, que son los portadores del virus, al no tener más bosques, no les queda otra salida que refugiarse en las casas y rancheríos y transmiten la enfermedad al ser humano”.
Asimismo, las zonas dedicadas a la agricultura y ganadería son enormemente perjudicadas, porque el bosque capta el agua que necesitan y este ahora está siendo destruido, acotó.


