Y lanza sus críticas, entre otros destinatarios, sobre la decisión del Gobierno argentino de restringir la siembra de soja en unidades militares.
Muchos sectores de la sociedad se encuentran preocupados por las consecuencias acerca del uso de ciertos compuestos químicos sobre el medio ambiente y la salud humana.
El ecologismo moderno nació a partir de la denuncia del dicloro-difenil-tricloroetano, el DDT, como un veneno para la salud humana. Este compuesto había sido desarrollado en el año 1939 como un insecticida. Fue utilizado ampliamente durante la Segunda Guerra Mundial y de allí en adelante para combatir exitosamente la conocida "malaria" y otras enfermedades transmitidas por insectos. En 1948, Paul H. Muller fue laureado con el Premio Nobel por la síntesis del producto y su descubrimiento de la alta eficiencia del DDT como insecticida de contacto contra varios artrópodos y contra el mosquito Anofeles, transmisor de la malaria.
El golpe de gracia al DDT provino de Rachel Carlson con su "bestseller" La Primavera Silenciosa (1962), que tuvo inmenso éxito en promover un virulento rechazo contra este insecticida con argumentos pseudocientíficos pero, sobre todo, con total ignorancia del contexto de prevalencia de la malaria y sus daños. La Sra. Carlson popularizó la idea de que los niños eran particularmente vulnerables a los efectos carcinogénicos de los insecticidas sintéticos, del DDT en particular. Esto fue casi una ironía, ya que la malaria era por ese entonces la causa de la muerte de millones de niños en los países menos desarrollados. El Presidente Kennedy formó un comité especial para investigar las denuncias de La Primavera Silenciosa. El Fondo de Defensa Ambiental y el Club Sierra de los EE. UU. presionaron fuertemente al Gobierno para eliminar el insecticida hasta que finalmente la Agencia de Protección Ambiental (EPA) prohibió el DDT en el año 1972.
Hoy se reconoce que la actuación de la EPA fue demasiado precipitada y una decisión jurídica y científicamente desproporcionada. En el 2006 la Oficina Mundial de la Salud (OMS) anunció que revisaría su rechazo al uso del DDT para controlar los focos crecientes de malaria en el mundo.
Norman Borlaug, Premio Nobel de la Paz (1970) por sus contribuciones a la Revolución Verde, cuyos aumentos en la producción de trigo y arroz eliminaron las hambrunas recurrentes en la India, Paquistán, China y otros países, me explicaba cómo los avances en la ciencia han permitido detectar cantidades infinitesimales de contaminantes (aunque estos fueran biodegradables) en los alimentos y en la flora y la fauna. La presencia de pocas partes por millón de una substancia considerada biotóxica, que por alguna razón se pone en el tapete, suele ser inmediatamente extrapolada como causa probable de muertes humanas. De aquí en adelante, sin mayor elaboración seria sobre los verdaderos riesgos para la salud, ni de las consecuencias posteriores que tal prohibición acarrearía, algunos científicos y activistas del medio ambiente demandan que los gobiernos prohíban el producto en cuestión y muchas veces lamentablemente tienen éxito.
El producto que se encuentra ahora sobre el tapete en nuestro país es el glifosato, herbicida básico para el cultivo de la soja transgénica. Y aquí de nuevo, sobre bases poco sólidas y sin considerar el nivel de riesgo real para la salud humana, la Asociación de Abogados Ambientalistas (AAA) de la Argentina ha solicitado al Gobierno la prohibición del herbicida. El diario Financial Times de Londres se ha hecho eco de esta demanda de la AAA, según consta en una reciente edición.
En la moderna agricultura argentina como en la de muchos otros países, se utilizan toda clase de fertilizantes, biocidas sintéticos y semillas producidas mediante la ingeniería genética (OGMs) para aumentar la producción de alimentos. Las tecnologías agrícolas modernas le han hecho un gran servicio al medio ambiente. Tan solo basta imaginar la expansión de la frontera agrícola y las millones de hectáreas adicionales que se necesitarían, por ejemplo para el maíz, si hoy utilizáramos las tecnologías que prevalecieron hace 20-30 años, con rendimientos por hectárea de 2-3 toneladas comparadas con las 8-10 toneladas que logramos en la actualidad. Los objetivos de sustentabilidad y cuidado del medio ambiente se encuentran en la actualidad muy arraigados en los esfuerzos de las instituciones de nuestro país. El INTA y Aapresid son ejemplos.
Pero volviendo al glifosato, ¿Por qué este producto está hoy sobre el tapete habiendo tantos otros? Desde las declaraciones del subsecretario Andrés Carrasco y su decisión de prohibir la siembra de la Soja RR en los predios del Ejército, el debate se ha recalentado. Es que el famoso yuyo y el glifosato acompañante ya tienen a su Sra. Carlson que, aunque murió en 1964, parece haberse reencarnado en la Sra. Marie-Monique Robin, autora del libro y documental El Mundo según Monsanto.
Más allá de las denuncias a la transnacional, firma que posee la patente sobre la Soja RR, el libro expone las consecuencias que tiene sobre el medio ambiente y el suelo el monocultivo de la soja transgénica.
Al igual que la Primavera Silenciosa, El Mundo según Monsanto, de la Sra. Robin, es el producto de entrevistas y reflexiones de la autora, que no resisten ningún análisis científico serio. No obstante la flaqueza científica del libro y las pseudo-verdades argumentadas, hubo declaraciones impactantes de la autora apuntando a los desinformados, por ejemplo: "Cuando una madre argentina le da leche de soja a sus hijos, les está dando un producto regado con una substancia tóxica", o "la soja transgénica va a generar enfermedades y disminuirá el rendimiento de la tierra".
El triste común denominador entre estas dos historias, la del DDT y la del glifosato, es el alto costo social que pueden acarrear decisiones de política basadas en las presiones de grupos y medios que no están tan preocupados por las verdades científicas, ni por las eventuales consecuencias negativas de estos productos sobre el medio ambiente y la salud humana, sino por las ideologías subyacentes que defienden. En el mundo abundan los casos que demuestran que ciencia e ideología no deben mezclarse, para bien de la humanidad toda.


