El resultado electoral va a condicionar la agenda parlamentaria después de
junio", confiesa uno de los hombres más cercanos al jefe de la bancada de
diputados K, Agustín Rossi.
Pese a que la composición del Congreso no variará hasta diciembre y los K
mantienen una ajustada mayoría en ambas cámaras, en el oficialismo ya preparan
el terreno para una etapa legislativa más negociada. Y no porque hayan archivado
las esperanzas de un triunfo, sino porque ya recibieron aviso anticipado de
bajas sensibles en su propia tropa: tras los comicios, los cordobeses que
responden a Juan Schiaretti y los entrerrianos de Jorge Busti formarán un bloque
federal junto a los santafesinos de Carlos Reutemann.
"Si ellos se van, conseguiremos a otros para armar mayorías", desafió José
María Díaz Bancalari, vicepresidente del bloque que dirige Rossi y eterno
candidato a sucederlo. Últimamente hubo acercamiento a los nueve ex aristas del
SI, para compensar el drenaje que sufrieron por otros costados. "No hay que
olvidar que somos primera minoría y siempre tuvimos que recurrir a la
construcción de consensos", insistió Bancalari.
Una verdad a medias, ya que hasta hace poco los aliados que los ayudaban a
imponer los proyectos del Gobierno eran tan o más incondicionales que los
propios integrantes del Frente para la Victoria.
De la "condicionalidad" a la que se refiere la gente de Rossi tomó nota la
oposición, que oscila entre pronosticar un escenario propicio para descargar de
inmediato la batería completa de proyectos propios y sugerir la necesidad de
armar una estrategia de prudente negociación con el oficialismo durante la larga
transición hasta diciembre. El PJ disidente y el PRO se anotan en el primer
grupo. El otro elenco lo encabeza la alianza UCR-Coalición Cívica-socialismo.
Tras el récord de improductividad legislativa que va camino de marcar el
Parlamento en este primer semestre de campaña, en el kirchnerismo se preguntan
si mantendrán el número suficiente de soldados para garantizar los proyectos que
envíe el Poder Ejecutivo en la segunda parte del año. O buscarán, en caso
contrario, mantener la parálisis legislativa.
Con todo, ya saben que no les quedará otra que rearmar sus fuerzas para
llevar adelante al menos los debates que están seguros el Gobierno tratará de
forzar en el Congreso. El más polémico de ellos será el ente la nueva Ley de
Radiodifusión, vapuleada desde todos los sectores de oposición y aún desde
sectores cercanos al oficialismo. Otros asuntos de interés para la Presidenta
son la nueva escala del monotributo y el Consejo Económico y Social. Y como
debate ineludible, el Presupuesto para el año próximo, que debe presentar en
setiembre.
"Vamos a tener un Congreso deslegitimado hasta diciembre", se quejó el
peronista disidente Jorge Sarghini.
Más cauto, el "cívico" Adrián Pérez (por el flamante Acuerdo Cívico y Social
entre el ARI y la UCR) considera que la baja de las retenciones y otras medidas
que son bandera de la oposición deberían ser empujadas con la nueva relación de
fuerza que muestre el Parlamento desde diciembre. "En la transición debemos
forzar al Gobierno a abrir una discusión sobre los temas más urgentes".


