La fiebre porcina golpeó sobre los mercados de granos. Y si bien fue más el resultado del temor que de otro cosa, la realidad es que logró erguirse como un fantasma.

Sin embargo, este terrible flagelo no debería asustar, al menos, en términos de precios de granos.

Para algunos oportunistas, la epidemia les cayó como anillo al dedo. Merced a ella, pudieron hacer buenas ganancias en los mercados de commodities agrícolas.

Si  ésta se presenta como una pandemia, habrá que estar sumamente alertas. Pero ello, no significará, en principio, un piedrazo sobre los mercados. Es que la ingesta de carne porcina no implica riesgo al respecto.

El mundo está en guardia y se están tomando recaudos racionales y, por fortuna, este flagelo no ha causado un gran número de víctimas. Las medidas tomadas por el gobierno mexicano, al inicio de la epidemia, han sido bastante eficaces.

En tanto, el cuadro financiero mundial muestra signos alentadores. Las acciones en las principales bolsas del mundo están –gradualmente- revelando cierto optimismo. Y en este contexto, la demanda por granos y sus derivados es muy interesante. Existe una acentuada presión por parte de Asia sobre la oferta norteamericana.

La caída de los stocks estadounidenses,  la suave mejora del valor del petróleo y la apreciación del euro respecto del dólar siguen presionando sobre el mercado de los commodities agrícolas.

Además EE.UU. -que es el súper-productor de maíz- tiene un considerable retraso en la labor de siembra, pues las lluvias están afectando el normal desarrollo de tan gigante operativo. El clima allí juega a favor de los precios; la humedad en el Medio Oeste impide un adecuado avance.

Al mismo tiempo, los organismos de supervisión y de estadísticas, como los que responden al USDA, van tomando nota, poco a poco, de los problemas existentes en la cosecha del MERCOSUR. Sobre todo, de la pavorosa caída de rindes unitarios que muestran los campos de soja en la Argentina y de la drástica reducción en la superficie de trigo que habrá de mostrar este país en la campaña que se está inciando.

El gobierno argentino enfrenta el problema de una escasa producción. Y, obviamente, las aceiteras, también. Estas fábricas, además de faltarles la entrada de soja proveniente de los países vecinos, deben lidiar con un mercado interno de limitada oferta.

Por ello, corre la bolilla de que habría intención de frenar las exportaciones de porotos de soja sin industrializar, a fin de asegurar un determinado volumen a la industria de crushing.

Se termina la semana. Hubo días de temores. Más que miedos fundados, han sido tan sólo fantasmas. Hagamos lo nuestro con empuje racional.

En definitiva, los mercados están firmes.