El interrogante se formula por una sucesión de hechos que tienen origen en los despachos oficiales o en ramificaciones de ellos. Veamos:

* El estudio publicado por un científico y funcionario del Ministerio de Defensa, Andrés Carrasco, referido a los supuestos daños para la salud humana y el medio ambiente que provocaría el glifosato. El trabajo, atribuido al Conicet, no es reconocido como tal por el organismo y no atravesó los pasos requeridos para que una publicación alcance un status científico. Sin embargo, una asociación de abogados ambientalistas presentó un recurso ante la Corte Suprema para que se prohiba el uso del herbicida.

* El Ministerio de Defensa prohibió el cultivo de soja transgénica en las unidades militares próximas a zonas urbanas y suburbanas. Lo hizo con el argumento de que la oleaginosa genéticamente modificada provocaría daños al medio ambiente y a la salud. No cita estudio científico alguno y no toma en cuenta que la siembra y la comercialización de soja transgénica está autorizada por la Secretaría de Agricultura desde 1996. Y menos aún que desde esa fecha hasta el presente el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) jamás desaconsejó su uso.

* El diputado kirchnerista Raúl Solanas (Frente para la Victoria-Entre Ríos) presentó un proyecto de ley para que se prohiba el consumo de alimentos que tengan soja transgénica.

* La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) registrará gratuitamente las operaciones de compra y venta de granos y eliminará las obleas que otorgaban las bolsas de cereales y comercio de todo el país. No son pocos los que ven en esta decisión el fantasma de la estatización del comercio de granos que el Gobierno nunca desmintió su interés en llevarla adelante.

* Un "escrache" sufrido por el productor Gustavo Grobocopatel, mientras disertaba en Rosario, a cargo de grupo de militantes del Movimiento Libres del Sur, de fuertes lazos con el kirchnerismo.

* Las propias declaraciones del presidente del Partido Justicialista, Néstor Kirchner, que acusó de "hijos de Cavallo y Martínez de Hoz" a los dirigentes de la Comisión de Enlace, el mismo día en el que los ruralistas le enviaron una carta para solicitarle una reunión del mismo tenor que la tuvieron con los candidatos de los partidos opositores. Pero Kirchner dijo más: "No queremos ser el granero del mundo con el pan a $15 y la carne a $60", exclamó. Es curioso: a fines de 2006 los asesores agropecuarios del kirchnerismo, que no eran escuchados a pesar de su origen patagónico, decían que tenían que preocuparse para que en el país no faltara ni trigo ni carne para que se encarecieran los alimentos en el mercado interno. Hoy, entre otras cosas, gracias a la política agropecuaria del Gobierno la siembra de trigo, si se cumplen las estimaciones, caerá al mismo nivel que en los primeros años del siglo xx. Ya hay quien habla que a fin de año la Argentina tendrá que importar trigo. Con la carne ha sucedido algo similar, se estima que si se mantiene el actual nivel de consumo interno y la liquidación de vientres por la falta de incentivos para la producción, el país deberá importar cortes vacunos en pocos años. No sólo el país dejará de ser granero del mundo sino que comenzará a ser importador.

Es llamativo que Kirchner, un político que, como pocos, controlaba los números de su administración, haya desconocido el aporte del ingreso de divisas del complejo granario al país. Sólo durante su mandato, los ingresos pasaron de unos US$ 10.000 a US$ 17.000 millones. Sin ese monto, es difícil que hubiera podido sostener la estabilidad macroeconómica que, entre otras cosas, le sirvió para respaldar su proyecto político.

Hay una razón simple para entender por qué el kirchnerismo se ha empeñado en dar una batalla contra el campo. La resistencia a la 125 provocó la primera derrota política de magnitud a un proyecto que parecía no tener oposición. Sólo un deseo de venganza parecería motivar esas acciones de pinzas. Pero sería un argumento demasiado endeble para un político que entiende cómo se maneja el poder esté dispuesto a corroer sus propias bases de sustentación simplemente por tomarse una revancha. Es demasiada miopía junta.

Resumen

Medición

El Indice de Expectativas del Sector Agrario (IESA) que elabora Ruben Ordóñez Consultores, experimentó en marzo pasado un crecimiento del 33% respecto de la anterior medición de octubre de 2008 (-0,39 contra -0,58). La baja de los insumos y la recuperación del dólar son los motivos principales de la mejora.

2,5%
Suba de exportaciones

Es la previsión para la carne aviar

La frase

"Para el sector agropecuario, votar por el kirchnerismo es como autoflagelarse"

Hugo Luis Biolcati
Presidente de la Sociedad Rural Argentina