Quizá Alfonso Prat Gay tenga razón. Quizá la economía sea un arte y no una
ciencia -como él asegura-, y por eso, tal vez, la imagen actual de un trabajador
en la Argentina se asemeje a la que ofrece "El grito", de Eduard Munch, o la
crisis económica deje cada vez a más ciudadanos indefensos en medio del
desolador paisaje del "Guernica", de Pablo Picasso, o muchos dirigentes se
mimeticen cada vez más con Vincent Van Gogh, pero no por sus cuadros sino porque
les falta una oreja para escuchar.
La gran tentación es buscar este tipo de analogías locales, y sería mejor aún
con el surrealismo, que siempre pareció inspirado en nuestra tierra. Pero Prat
Gay, flamante candidato a diputado nacional porteño de la Coalición Cívica, dice
lo que dice en un sentido amplio y con un tono más serio.
"Es un arte porque las circunstancias son diversas y porque uno está operando
sobre la libertad humana -afirma en la entrevista con Enfoques-. ¿Cuál es el
gran error de la academia económica en los últimos 20 años? Que se olvidó del
hombre. Entonces fue desarrollando modelos matemáticos extraordinarios, muy
elegantes, que se transformaban en torres de cristal en las que los economistas
pueden hacer sus desarrollos sin ningún apego a lo que ocurre efectivamente en
la realidad. Y en la realidad hay personas, y las personas son libres y no se
pueden modelar, aun cuando uno haga un esfuerzo de psicología de masas."
Cuando el elegido por Elisa Carrió para competir con Gabriela Michetti en el
distrito porteño el próximo 28 de junio habla en estos términos, se nota que no
lo hace para quedar bien. Está convencido de ello y de que su condición de
economista distinto, "sensible", le alcanzará -además de sus propuestas- para
que la gente le crea y lo vote.
Como la economía es su fuerte y la crítica al kirchnerismo, su leitmotiv ,
Prat Gay no vacila: "La recesión ya está instalada, es muy profunda y está
combinada con la inflación, lo cual es un problema y contribuye mucho al
malhumor social".
"No se puede hablar sobre los números del Indec, pero no hay más que recorrer
la calle para darse cuenta de que la gente está perdiendo su empleo", afirma el
ex presidente del Banco Central, de 43 años, que cuestiona el adelantamiento de
las elecciones porque "aumenta la incertidumbre económica" y, además, teme que
esa decisión de la Casa Rosada responda a algo oculto: "¿No será porque hay algo
que tienen que hacer y no lo quieren hacer antes de las elecciones?", dice,
enigmático, en alusión a un ajuste económico ortodoxo o al regreso de las
cuasimonedas en varias provincias.
Aun así, Prat Gay no quiere hacer futurología porque, sostiene, "no se puede
pronosticar la irracionalidad", pero no duda cuando se le pregunta qué haría si
fuera hoy ministro de Economía: "La prioridad es combatir la exclusión social,
que es lo que no ha hecho este gobierno más allá del discurso. Usted los habrá
escuchado llenarse la boca con el modelo... Bueno, este es el modelo que lleva a
Tartagal y a Charata. El resultado de este modelo económico es el dengue".
Prat Gay carga con la fama de economista liberal ortodoxo, sobre todo luego
de haber trabajado en el exterior en J. P. Morgan, del que fue director de
estrategia de tipos de cambio en Londres. Volvió al país y en 2002 aceptó ser
presidente del Banco Central durante la gestión de Eduardo Duhalde.
Por eso suena lógico, aunque algo extraño, que el candidato de la Coalición
Cívica elogie a Duhalde, uno de los archienemigos de Carrió: "Se hizo cargo de
la Presidencia en un momento muy complicado, le puso el pecho a las balas y
sentó las bases de lo que vino después", destaca.
Y también suena lógico que no crea que su actual militancia sea posible
porque su jefa política giró hacia la derecha: "Lilita me capturó por sus
valores y, además, el análisis de la ideología es bastante menos vigente en un
país como el nuestro, en el que la cosa pasa más por lo moral."
-¿Qué peligros ve para la economía argentina?
-La economía ya está en recesión, aunque no lo digan las cifras oficiales. La
Argentina es, junto con China, el único país del mundo que en sus estadísticas
oficiales no muestra que está cayendo la actividad económica. Pero el empleo ya
está cayendo, se están destruyendo empleos, cae fuerte la construcción, caen
fuerte las exportaciones y las importaciones, caen fuerte las ventas de autos.
Se está congelando el consumo, la gente está incierta respecto de lo que pasa
adentro y de lo que pasa afuera. Esa incertidumbre es mayor por el
adelantamiento de las elecciones. Estamos en un proceso de recesión con alta
inflación. Esta es la mala noticia. La buena es que una vez que haya claridad
política y que haya un gobierno que esté convencido de que lo importante es el
bien común, las soluciones son relativamente sencillas. El mundo eventualmente
se va a arreglar, y en este nuevo mundo la demanda de alimentos y su precio van
a ser muy diferentes de lo que fueron en los últimos 70 años. La Argentina está
posicionada mejor que nadie casi para aprovechar lo que se viene, y quiero creer
que no vamos a seguir cometiendo los errores de los últimos años y a seguir
desaprovechando las oportunidades. La cosa es relativamente sencilla de resolver
desde lo técnico. Hoy, el problema es que a la solución técnica se le antepone
una política que no ve los problemas de la gente sino que se mira el ombligo y
quiere subsistir aun a espaldas de las personas.
-¿De qué forma afecta a la economía el anticipo de la fecha electoral?
-Lo que hace es aumentar la incertidumbre. Pero, primero y principal,
posterga cualquier solución a la crisis. ¿Cuál es la lectura que hace un
ciudadano común? Los políticos ahora se van a dedicar a jugar a las elecciones,
en vez de resolver los problemas. ¿Qué va a pasar el 28 de junio? Es altamente
probable que el Gobierno pierda la mayoría, por lo menos en una de las cámaras.
Hay que esperar hasta el 10 de diciembre para que ese cambio de las urnas se
haga efectivo, entonces la lectura que hace la gente es que durante seis meses
habrá un vacío de autoridad legislativa. Y aumenta la incertidumbre porque hay
otra lectura, que es sobre lo que me preguntan en la calle: ¿Por qué adelantaron
las elecciones? ¿No será porque hay algo que tienen que hacer y no lo quieren
hacer antes de las elecciones? Toda la expectativa está puesta en esas cosas que
van a hacer después de las elecciones, y eso adelanta algunos comportamientos.
Se ve con mucha claridad en el mercado de cambios.
-¿Qué imagina que vendrá? ¿Un ajuste ortodoxo de la economía? ¿Una
devaluación? ¿El regreso de los patacones y otras cuasimonedas?
- Todo eso está en el tapete, no sólo ahora, y es parte de un deterioro
institucional y fiscal. Institucional porque tiene que ver con la falta de
federalismo que hay en la Argentina. El hilo siempre se corta por lo más débil y
en el caso de las cuentas fiscales lo más débil son las finanzas provinciales.
Esto no se resuelve con la coparticipación dadivosa del 30% de las retenciones a
la soja. Acá no se puede pronosticar porque no se puede pronosticar la
irracionalidad.
-Si fuera hoy ministro de Economía, ¿cuál sería su primera medida?
-La prioridad en estos momentos es combatir la exclusión social, que es lo
que no ha hecho este gobierno más allá del discurso. Usted los habrá escuchado
llenarse la boca con el modelo... Bueno, este es el modelo que lleva a Tartagal
y a Charata. El resultado de este modelo económico es el dengue. Crecimos cinco
años al 9 por ciento, pero la desigualdad es exactamente la misma que en 2002.
Peor aún: a pesar de ese crecimiento, en los ultimos dos o tres años subió la
pobreza. Es esencial tener en funcionamiento un modelo donde la inclusión social
sea el principio y no el resultado aleatorio de lo que ocurre en otro lugar. La
propuesta de la Coalición Cívica desde hace tiempo es el ingreso ciudadano de la
niñez, que haya un subsidio universal para todas las madres con hijos menores a
los 18 años.
-¿Cómo debería ser la relación con el Fondo Monetario?
- Tiene que ser una relación inteligente, tanto con el FMI como con el mundo.
Puede parecer muy atractivo para el gobierno de turno usar el resto del mundo
como una tribuna y un escenario en el cual le transmito mensajes a la audiencia
local. Esto hizo el Gobierno: se le pagaron 10.000 millones de dólares al Fondo
antes de tiempo y dijo que era una medida progresista. Hoy, con ese dinero
podríamos hacer muchas cosas que no podemos hacer. La semana pasada, México
accedió a 47.000 millones de dólares de préstamos del Fondo, además de los
30.000 que ya había recibido de EE.UU.. Se presume que México viene haciendo las
cosas bien, entonces el certificado de sanidad, en este caso económica, viene
acompañado de 77.000 millones de dólares. En el caso de la Argentina, como no
sólo se hicieron las cosas mal escondiendo las estadísticas, sino que también se
usó el Fondo como punching-ball para la discusión loca de café, todo es más
difícil de remontar. Pero estuve reunido con [el director del FMI, Dominique]
Strauss-Kahn, en febrero, y noté que hay una muy buena predisposición del Fondo
para ayudar a la Argentina en particular. Y esa predisposición, a partir de la
semana pasada, es mucho más que buena voluntad, porque tiene recursos que antes
no tenía. Mi desesperación es que después de México empiecen a aparecer otros
países, y que para cuando nos demos cuenta de que es inteligente y conveniente
para los argentinos usar la plata del Fondo para morigerar el impacto de la
crisis quizá ya no quede plata para que nos presten.
-¿Quedará para después de las elecciones? Hasta ahora, los Kirchner
demonizaban al Fondo...
-No veo a este gobierno saliendo del atolladero en el que se metió
falsificando las cifras. ¿Cómo va a ir a explicarle al Fondo que se olvide de lo
que le había dicho sobre la inflación?
-Usted asumió la presidencia del Banco Central en la gestión de Duhalde. Y
he leído que tiene una buena opinión de él. ¿Esto no le genera problemas con
Carrió, para quien el ex presidente está asociado con el narcotráfico, con lo
peor de la Argentina?
-Tengo la evaluación del Duhalde presidente, que se hizo cargo en un momento
muy complicado, que le puso el pecho a las balas y que sentó las bases de lo que
vino después. Para estar con Lilita no es necesario estar exactamente de acuerdo
en todo. De hecho tenemos nuestras discusiones y cada uno tiene independencia de
criterios, a pesar de que tenemos una coincidencia plena en las cuestiones
importantes. No es importante si fulano de tal es tal o cual cosa, sobre todo
con el respeto que me merece Duhalde, si estamos hablando de gente cuyo cuarto
de hora en la política ya pasó.
-Pero Duhalde está activo...
-No lo sé, no me consta. Habrá que preguntarle a otros entrevistados. En todo
caso, la cuestión es otra: cómo cambiamos las reglas de juego para que la nueva
política no sean meramente caras nuevas haciendo lo mismo que hacían los
anteriores.
-¿Le queda ideológicamente más cómoda esta versión de centroderecha de
Carrió que la de centroizquierda?
-No tengo que acomodar la imagen de Lilita a mi conveniencia. Ella me capturó
por sus valores y, además, porque, como ella, creo que el análisis de la
ideología es bastante menos vigente en un país donde la cosa pasa más por lo
moral. Tiene que ver con personas que adhieren a principios y que pueden tener
ideologías diversas. Eso es la Coalición Cívica. Para algunos, la Coalición es
Patricia Bullrich y, por lo tanto, en ese análisis se dice "Carrio giró a la
derecha". Pero la Coalición está muy enraizada en lo que fue ARI. Las propuestas
de la plataforma de 2007, las más importantes, como el ingreso ciudadano de la
niñez, son viejas banderas de ARI.
-¿Le preocupa enfrentarse en las elecciones con una candidata del macrismo
como Gabriela Michetti, que tiene una buena imagen y, además, una buena
inserción en la Ciudad?
-Al contrario, tenemos la oportunidad, con Gabriela, de demostrarle a la
gente que hay otra manera de hacer política. Que por estar en dos espacios
diferentes no somos enemigos sino competidores. El tema no es ganarle a Michetti.
Nuestro norte es 2011. Esta es una parada previa...
-Pero si hace una buena elección quedará mejor ubicado para 2011...
-Sin ninguna duda, pero ganarle a Michetti dos diputados más no va a mover el
amperímetro. Nuestro objetivo ahora es ganar la mayor cantidad de bancas
posibles a nivel nacional sin traicionar nuestras ideas e insistiendo en
nuestras convicciones. Hay un cambio en la sociedad, una demanda genuina por
algo distinto, por volver a los valores republicanos, a la ética. Lo que vimos
todos en las calles por la muerte de Alfonsín tiene mucho que ver con esto. Y mi
desesperación es que esa demanda genuina se manifieste y no haya una oferta del
otro lado para satisfacerla. Queremos encarnar esa oferta.
-¿Cómo llega un directivo de J. P. Morgan como usted a la función pública?
-Siempre tuve vocación por lo público. Desde muy chico, cuando le dije a mi
padre que iba a estudiar economía, el argumento era que quería ser ministro de
economía o presidente del Banco Central.
-¿Qué edad tenía?
-18 años.
-¿Y a esa edad por qué pensaba en el Banco Central? ¿No es raro?
-Bueno, era 1983, eran años complicados. Teníamos la experiencia de alta
inflación como un fenómeno creado por el hombre, y mí me fascinaba pensar que en
algún momento lo podíamos resolver. Y la utopía era ésa. La verdad es que el
cargo llegó antes de lo planeado. Si es que esas cosas se pueden planificar...
Pero saqué muchas conclusiones de esa experiencia de gestión, además de que se
puede llegar: que para llegar no hay que traicionar los principios, que una vez
que uno llega se pueden hacer las cosas y que para hacer las cosas tampoco hay
que traicionar los principios. Lo que me di cuenta después, con el paso del
tiempo, es que no alcanza con una buena gestión en un organismo aislado del
Poder Ejecutivo. Es tan grave la situación de la Argentina que para cambiar las
cosas en serio, de manera definitiva, la herramienta que tenemos a mano es la
política.
-¿Y cómo se transforma un economista en político? ¿Hace algún curso, se
capacita con alguna consultora?
-No, camino la calle. Es cierto que el estereotipo del economista es el tipo
que está detrás de esa computadora...
-Y es así, ¿no?
-Bueno, a veces. Algunos, antes de salir a la calle se agarraban la nariz
porque decían que no podían soportar ese baño de realidad. Yo no soy ese tipo de
economista. Siempre tuve una profunda vocación por entender lo que pasa en la
realidad y por descreer de algunos de los modelos muy elegantes de la economía.
Creo que la economía es un arte, no una ciencia?
-¿Cómo es eso?
-Es un arte porque las circunstancias son diversas y porque uno está operando
sobre la libertad humana. ¿Cuál es el gran error de la academia económica en los
últimos 20 años? Que se olvidó del hombre. Entonces fue desarrollando modelos
matemáticos extraordinarios, muy elegantes, que se transformaban en torres de
cristal en las que los economistas pueden hacer sus desarrollos sin ningún apego
a lo que ocurre efectivamente en la realidad. Y en la realidad hay personas, y
las personas son libres y no se pueden modelar, aun cuando uno haga un esfuerzo
de psicología de masas. Lo que estamos viendo hoy a nivel mundial, empezando por
los Estados Unidos, es producto de una corriente tan egocéntrica y narcisista
que se enamoró de su modelo financiero y que llegó a la conclusión de que ya no
existía más la incertidumbre. Y en un mundo donde no hay incertidumbre no hay ni
siquiera necesidad de reglas morales. Dios y la moral, entonces, están de más.
Eso es lo que les sucede a los economistas.


