En Juan Bernabé Molina, un pequeño pueblo santafesino de 1.500 habitantes,
habrá elecciones desdobladas: en setiembre los vecinos elegirán su jefe comunal
entre dos candidatos, y ninguno de ellos representa al kirchnerismo. Se
entiende: en este lugar nació uno de los líderes de la protesta del campo,
Eduardo Buzzi, presidente de la Federación Agraria. Aquí hay un alarmante
crecimiento de la depresión y la pobreza, según relatan los vecinos. "Los pocos
kirchneristas están escondidos bajo tierra", aseguran.
Como en toda la región, la cosecha de soja ha sido aquí un completo fracaso:
los rindes no han llegado a ser ni la mitad de los normales y no hay chacarero
que no prevea fuerte pérdidas. "Aquí viene el que batió el récord de la zona: 22
quintales", se bromea en la sala donde varios vecinos, la mayoría productores,
conversan con Clarín. Por la puerta aparece el "Nene" Buzzi, tío de Eduardo.
J.B.Molina queda en el sur de Santa Fe, cerca del límite con Buenos Aires.
Menos de un centenar de personas viven del comercio y la administración pública.
La inmensa mayoría depende del campo. "Hace un año y medio que aquí nadie compra
ni una máquina ni un auto. Se ve tristeza, un desánimo total", relata Hugo
Galligani, pequeño productor y contratista.
Ibeldo Servigni tiene 42 hectáreas con las que sobrevive. Recuerda que en los
noventa hubo una crisis que dejó un tendal (el remisero del pueblo es un ex
chacarero), pero que esta vez las cosas son diferentes. "Esta es la crisis del
miedo. El chacarero tiene un peso y gasta dos. Pero ahora no. Hay gran
incertidumbre", relata.
Ese recorte se siente en los pocos comercios del pueblo. Norberto Boldu, que
tiene el único corralón, describe que las ventas cayeron 80%. "Antes hacía tres
viajes por semana para reponer mercadería. Hoy hago uno cada tres semanas",
señala. Hay 30 camiones en el lugar y sus choferes deben conformarse con muchos
menos viajes. La cosecha cayó a la mitad.
Como en todo pueblo, en Molina muchos viven de hacer changas. Cristina, la
prima de Buzzi, asegura que el crecimiento de la pobreza es notable y quedó
claro en un detalle: la primaria abrió este verano, y los chicos que
concurrieron al comedor fueron más de 40, sobre una matrícula de 120.
El ajuste se vive en cada detalle, hasta en la diversión que aquí no abunda.
Juan Carlos Galligani, productor, recuerda que "antes ibamos cada quince días a
un tenedor libre en empalme Villa Constitución. Hoy cada dos meses".


