Estados Unidos, China y la zona euro seguirán estancadas

La caída en la actividad económica mundial encuentra su primer fundamento en 2020, por los efectos de la pandemia y las políticas restrictivas de varios países y en especial de China, en torno a la política de COVID-0. Tras este escenario, se produjo el rebote de la actividad económica durante el 2021; y en el comienzo de este año el conflicto bélico en la zona del Mar Negro sumó tal nivel de presión a las cadenas globales de valor, que generó una reorientación en el comercio internacional de bienes. Para coronar la situación, el gigante asiático, que juega un rol central para el comercio global, registró niveles negativos de crecimiento de su PBI, con una caída de 2,6% en el segundo trimestre del 2022, lo que terminó de recrudecer la situación.

El último informe de Política Monetaria del Banco Central de la República Argentina (BCRA) presentado en octubre, mostró niveles de PBI que a nivel global ya descuentan esta proyección a la baja del crecimiento. A su vez, y de la mano de una presión inflacionaria alta, la política monetaria restrictiva de los organismos internacionales como la Reserva Federal de los Estados Unidos, el Banco de Inglaterra y el Banco de la UE, entre otros, reforzó la tendencia decreciente de la demanda e influyó sobre las estimaciones de caída en la actividad financiera mundial.

Estados Unidos también desaceleró su crecimiento en el primer y segundo trimestre de 2022, cayendo 0,4% y 0,2% respectivamente, principalmente por la merma en la inversión en stocks y en el gasto gubernamental. Sin embargo, la tasa de desempleo norteamericana mostró niveles mínimos en julio (3,5%); lo que se condice con altos niveles de inflación estadounidense.

Con un pronóstico menos alentador, el Fondo Monetario Internacional en su último informe (World Economic Outlook Report October 2022) relevó estimaciones aún más atenuantes respecto a las consecuencias del endurecimiento de las condiciones monetarias y financieras, indicando que se reducirá el crecimiento en Estados Unidos al 1% el próximo año. A su vez, en China, la previsión de crecimiento de 2023 se reduce a 4,4%, debido al debilitamiento del sector inmobiliario y a los continuos confinamientos.

Según el organismo, alrededor de un tercio de la economía mundial se contraerá este año, o en el próximo, en medio de la reducción de los ingresos reales y el aumento de los precios; además de los desafíos que plantea el conflicto ruso-ucraniano, en el sentido de una crisis fundamentada en el costo de vida causada por presiones inflacionarias persistentes que involucra a los alimentos y al sector de la energía fundamentalmente, conjunto con la mencionada desaceleración en China.

Argentina creció un 16,2% en el segundo trimestre del año

A nivel local, si bien los avatares de un tercer año Niña se sintieron en los commodities, los ciclos restrictivos de política monetaria mencionados derivaron en la venta neta de los fondos de inversión en granos, mientras que otros sectores como la industria y los servicios registraron una dinámica distinta. Al analizar los niveles de actividad de las principales economías sudamericanas, se observa que tanto la industria manufacturera como los servicios de la región han experimentado una tendencia al alza y una recuperación desde los niveles de pandemia.

El gráfico anterior muestra el desempeño industrial medido según los niveles de PBI de la industria manufacturera. Se observa que Argentina creció un 16,2% en el segundo trimestre del año, a contramano de la tendencia recesiva y por encima del resto. Se observa que Argentina creció un 16,2% en el segundo trimestre del año comparado con el cuarto trimestre de 2019, a contramano de la tendencia recesiva y por encima del resto. Además, el producto creció más de lo que esperaba el mercado, lo que realzó la tendencia positiva.

Los servicios también lograron reponerse desde sus niveles postpandemia. En este caso, nuestro país se posicionó como la tercera mayor recuperación, luego de Chile y Colombia. No obstante, se debe destacar que el nivel productivo de los servicios se encuentra por encima del desempeño que se registraba incluso previo al 2020.

La actividad económica argentina, que por el contrario estuvo al alza hasta el segundo trimestre del año, como así también las principales economías sudamericanas, pueden quedar expuestas al efecto dominó de una recesión mundial que afecte el desarrollo y podría actuar como un freno para el crecimiento, si el contexto geopolítico adverso y el ciclo monetario restrictivo se profundiza.

El Índice Dólar llegó a máximos de hace 20 años

El sesgo correctivo de la política monetaria a nivel mundial no bastó para disminuir la inflación, que aún mantiene un signo alcista en las mayores economías del mundo. Sin embargo, la menor actividad presionó sobre los precios de las commodities y éstos parecieran retornar a los niveles previos al inicio del conflicto bélico en el Mar Negro.

Además, dentro de este mismo contexto, la fortaleza del dólar hizo eco el tercer trimestre del año, haciendo que la caída en la actividad de la economía se vuelva cada vez más realista. La firmeza de la moneda estadounidense surge en buena medida como un resultado de las políticas monetarias restrictivas ejercidas por la FED, que llevaron al Índice Dólar a máximos no vistos desde mayo del 2002. En este sentido, en los últimos días de septiembre se alcanzó un valor de índice de 114,1, superando en un 22% al registro que se tenía un año atrás, al tiempo que implica una suba del 18,5% en lo que va del año.

Actualmente se espera que la inflación mundial alcance un máximo de 9,5% en 2022, antes de desacelerarse al 4,1% en 2024. Esto podría deteriorar las condiciones financieras mundiales en 2023, y el dólar podría fortalecerse aún más por turbulencias en los mercados financieros, empujando al mercado hacia activos seguros. Esto aumentaría significativamente las presiones inflacionarias y las fragilidades financieras en el resto del mundo, especialmente en las economías en desarrollo.

Las proyecciones de crecimiento global para este año se presentan sin cambios, arrojando un valor de 3,2%, mientras que para el próximo año se reducen a 2,7%, por lo que ya se descuenta una baja de 0,2% respecto al informe del organismo publicado en julio. La Unión Europea también sufrirá los avatares recesivos, donde la crisis energética provocada por el conflicto reducirá el crecimiento al 0,5% en 2023.

Por Agustina Peña – Alberto Lugones – Julio Calzada
Fuente: Bolsa de Comercio de Rosario