En el horizonte se dibujan buenas perspectivas para los precios del maíz, aunque, lamentablemente, no sean alentadoras para la producción argentina.

Según el USDA, se esperan caídas en las exportaciones de los principales países exportadores del hemisferio norte, para esta nueva campaña.

EE.UU. exportaría 58 millones de toneladas y Ucrania solo 13 millones, respectivamente. Ambos países colocarían 18 millones menos en la campaña 2022/23, respecto al ciclo anterior.

Con relación a las proyecciones para Brasil, el USDA habla de ventas externas de 47 millones de toneladas. Es decir 2 millones más de maíz.

Y también para la Argentina estima un aumento de 2 millones, algo que según nuestra opinión es discutible a juzgar por la evolución climática y de la ausencia de humedad en la cama de siembra y el vuelco a siembra tardía. También es de considerar que habría un vuelco a la siembra de soja, en desmedro del maíz, con una intención de siembra de 17 millones de hectáreas para la campaña 2022/23.

En la Argentina, el cuadro para los precios es positivo, lamentablemente, por la elevada posibilidad de que la cosecha resulte menor a la estimada.

Es cierto que se ha comenzado la siembra del maíz en nuestro país.

Pero muy tímidamente…

El avance de labores de siembra al día 30 de septiembre llega al 12% de la superficie y que, lamentablemente, este porcentaje es sustancialmente menor al de igual fecha del año pasado (17%).

Obviamente este retraso es preocupante. Pero lo es mucho más si tomamos en cuenta que el retraso se advierte especialmente en la zona núcleo maicera. De hecho, en esta zona, la mayor parte de los que iban a sembrar maíz temprano ya planean pasar a maíz tardío.

La seca golpea duramente. Y los productores cambian de estrategia.

Aunque su potencial es menor y mayor su exposición a plagas y enfermedades, el tardío tiene inherentemente mayor seguridad de alcanzar un rendimiento objetivo y considerables ventajas, en términos de logística y comercialización.

Pese a los menores rindes, el tardío en condiciones como las actuales es interesante pues el período crítico transcurre en una época con altas probabilidades de precipitaciones y con menor posibilidad de sufrir un golpe de calor durante la definición del número de granos.

Obviamente, no puede esperarse el rinde del temprano.

Con este escenario de La Niña imperante, el panorama productivo para el maíz no es alentador en nuestro país. Este elemento, de un momento a otro, debería –si es que haya no lo están haciendo- ser tomado en cuenta por el mercado, lo que haría incrementar los precios.

Muchos más, si se considera el nivel de bajos rindes producto de los suelos secos en un contexto de stocks mundiales ajustados.

Al respecto, el informe sobre las existencias estadounidenses al 1º de septiembre, publicado el viernes por el USDA, relevó un volumen inferior al estimado por el mercado.

Para colmo, la tensión en la zona del Mar Negro, incrementa la incertidumbre sobre el comercio de maíz desde Ucrania.

Distinto parece ser el panorama para la soja.

Los precios de la soja, este lunes, tuvieron un repunte parcial en Chicago, a consecuencia de un reacomodamiento de las posiciones de los inversores, luego de las ventas de la semana pasada.

Pero no hay demasiados elementos para aguardar precios firmes, dada la evolución de la trilla en EE.UU.

Ahora las miradas se dirigen a Sudamérica y lo que vaya a producir. Brasil viene con todo.

Y, para peor, la firma StoneX aumentó de 153,60 a 153,80 millones de toneladas su estimación de la cosecha de soja 2022/2023 en Brasil.

Además, Safras & Mercado relevó el avance de siembra hasta el viernes pasado por encima del correspondiente al año pasado.