“Creo que a la Argentina le faltan conversaciones entre distintos, que al campo nos falta conversar con los otros, entender qué es lo que piensan, llegar al otro y desde las distintas miradas intentar construir una mirada para adelante”, afirmó Rosendo Grobocopatel. Y explicó que siempre convivió en él la dualidad del campo y la ciudad. “Es en ese cruce desde donde me gusta mirar al campo. Desde que nací supe que me quería dedicar a la política, pero siempre intenté entender qué es lo que el campo hace mal para contarse en sociedad y qué deberíamos hacer para que el sector se exprese mejor”, contó.

En esa línea, Thea Belaustegui consideró que la gente de campo debe darse la oportunidad de dialogar con quienes tienen una mirada diferente o negativa sobre ellos. “En Corrientes nos juntamos mucho con quienes piensan distinto, para tratar de entender qué es lo que nos separa”, explicó la joven, que se sumó al ateneo de la Sociedad Rural de Corrientes en 2008. “Durante los incendios, me pasó de hacerme compinche de un influencer del veganismo, y aprendí que se puede hablar perfectamente cuando la gente está ahí, no para tirar odio, sino porque es lo que piensan en serio. Si nos tapamos los ojos y nos reunimos solo entre nosotros, no va a cambiar nada”, reflexionó.

Sobre ese punto, Marcos Villamil dijo que “la percepción pública parece algo intangible, pero en realidad es la sumatoria de percepciones individuales”. El joven, ingeniero agrónomo, recorrió 9.000 kilómetros por el país durante 15 meses junto a sus tres caballos, para hacerse su propia idea de la Argentina. “El viaje fue para que nadie me contara de qué se trataba la Argentina, para conocerla en carne propia, y a la gente que no sale en la tele”, dijo acerca de la experiencia, que fue compartiendo en sus redes sociales.

También apostó a “contar la vida del campo” a través de sus redes sociales Estanislao Montiel. Hoy es productor agropecuario, pero antes tuvo una vida de oficina que decidió abandonar para trabajar en el campo. “Empecé a estudiar producción agropecuaria para irme al campo; tuve la suerte de conseguir un trabajo en Corrientes y me fui para allá”, explicó. De modo casi intuitivo empezó a mostrar la vida del campo a través de las redes, primero a familiares y amigos, y luego, al notar el creciente interés, se dio cuenta de que era una oportunidad para dar a conocer estas historias a un público mayor. “Yo sentía que faltaba comunicar lo que es el campo argentino: tiene un montón de potencial, pero hay una visión negativa hacia el campo, y creo que somos todos responsables de transformar esa mirada”, sintetizó.

Los jóvenes expositores tienen al celular como herramienta de comunicación por excelencia y promueven su uso para intervenir en la conversación pública. “Este aparato nos permite conversar con gente muy diversa; estamos más conectados que nunca, y eso permite que haya muchas conversaciones sobre el campo, muchas percepciones. Creo que estamos en falta, porque no pasamos la prueba central: el campo argentino compite en el top 3 mundial, le competimos a los gringos de igual a igual en producción agropecuaria, pero no somos top 3 en la percepción”, reflexionó Grobo.

En esa línea, invitó a “salir a hablarle a la sociedad de la misma manera que hablamos entre nosotros”, y agregó: “Creo que todos tenemos que dar la conversación, soltar la energía y hablar de todos los temas. Entendiendo que hay gente que no quiere escuchar, gente que sí, otros que quieren aprender, y todos tenemos que aportar algo, porque todos tenemos algo para decir”.

Los integrantes de la mesa coincidieron en que el gran desafío era animarse a tener conversaciones, quizás incómodas; animarse a responder preguntas y a cotejar distintas perspectivas sobre el campo, que permitan enriquecer las miradas. “¿Cuántos de nosotros vamos a escuchar a los otros, por ejemplo, a los ambientalistas? ¿Cómo estamos parados frente a la gente que piensa distinto?”, se preguntó Belaustegui ante el público, en su mayoría joven, que seguía la conversación del panel.

Olivia Casado, estudiante de Antropología, aportó su mirada, que definió como “periférica sobre el campo”. Consideró que el gran desafío del sector es animarse a preguntarles a quienes hoy no escuchan. Y aseguró que “el campo tiene la suerte de que la sociedad le plantea cómo se siente. Para comunicar hay que ver qué le pasa a la sociedad, y pensar y preguntarse qué es y cómo lo comunicamos”, dijo.

Villamil consideró que un buen puntapié para generar encuentros está en dejar de plantear diferencias discursivas, ya que hablar de “ellos y nosotros” es algo que de por sí genera una división. “Yo creo que es sentido común. Si vos te estás sentando a hablar con una persona con lógica o sentido común, y si esa persona lleva la conversación a un punto de conflicto y vos te das cuenta, el sentido común tiene que preponderar. Sea ambientalista, productor o lo que sea, todo hacemos cosas bien y mal”, dijo.

Para Montiel, la clave es “estar abiertos a lo que nos vienen a decir. Tanto en Corrientes como en Balcarce me ha tocado tener conversaciones con gente que viene a cuestionar cosas, y muchas veces tienen razón, y ahí hay que abrir la cabeza; pero otras veces hay gente que no conoce, no entiende o no sabe, y tenemos que darnos el tiempo para explicar”.
Grobo insistió en la importancia de escuchar y entender al otro. Por ejemplo, dijo que cree que el ambientalismo en muchos casos defiende causas razonables, y en otros no, y agregó:

“Los que nos dedicamos a trabajar el campo, nos gusta nuestra tierra, queremos la Argentina. Los que nos queremos quedar acá la tenemos que pelear. No nos podemos encerrar a decir ´ellos no entienden´”.

Villamil coincidió: “No nos podemos quedar con lo que hacemos y nada más”. En ese sentido, Belaustegui consideró que lo importante es tener empatía al abordar la conversación pública: “Todos somos argentinos, claro que hay resentidos y demás, pero no tenemos que quedarnos con eso, esa es la fácil. Hay que ser empáticos, entender que el otro también es una persona y tiene preocupaciones genuinas, y quiere al país. Creemos que somos los héroes y estamos sirviendo a la patria, y el otro también. Somos todos argentinos y todos queremos lo mismo”, dijo, y agregó con emoción: “La Argentina tiene demasiada buena gente como para quedar atrapada en una pelea”.

Sobre el cierre, Montiel propuso “estar abiertos a escuchar distintas opiniones, interesarnos en temas que no sepamos para poder hablar de eso y tratar de transmitir desde el lugar en el que está cada uno. Aprovechar ese sentido de pertenencia que todos tienen para salir de esa brecha del campo sí, campo no, y tirar todos para el mismo lado”.

Dar la charla incómoda, transmitir mejor las miradas, ponerse en el lugar del otro, escuchar al que piensa distinto, participar de la conversación pública para sumar a la construcción de percepción del campo en la sociedad fueron las propuestas de los cincos jóvenes.