Son los mismos tipos que llevan adelante medidas que terminan parando el transporte del país por falta de combustible. Optan por encarecer el gasoil para fundir a camioneros y productores rurales. Y no les gusta la elaboración local, parece que prefirieran que se exporten las materias primas y que las fábricas funcionen a media máquina. Son tipos que están en contra del federalismo, sueñan con provincias empobrecidas.

No creo en las conspiraciones, más bien tiendo a pensar que esos tipos son incapaces e ignorantes. Mucho más peligrosos que los conspiradores, más impunes. Para que se entienda de qué hablo: desde la década del 30 del siglo pasado, en Brasil, vienen subiendo el porcentaje de etanol (alcohol de caña de azúcar) en la nafta, desde el 5% hasta el 27,5% actual. Y una alta proporción de los autos andan con 100% de alcohol.

Usar biocombustibles en lugar de combustibles fósiles impacta en el medio ambiente porque las plantas con que se fabrican son hijas de la fotosíntesis, captan carbono de la atmósfera. Mientras que los combustibles fósiles solamente emiten gases de efecto invernadero: son el resultado de la vegetación de hace millones de años, que ahora está enterrada bajo la tierra.

En nuestro país, esa gente está empeñada en sacar para afuera la vegetación fósil convertida en petróleo (aunque venga de otros países), y quemarla para ayudar a subir la temperatura del planeta. Hace poco, esos tipos, los enemigos del medio ambiente y de los camioneros, bajaron la participación del biodiesel en el gasoil del 10% al 5%, les gusta quemar fósiles. Y como son –además de incapaces- perseverantes, se dedicaron a esperar que no alcance el gasoil y se paralice una buena cantidad de camiones y de maquinaria agrícola.
Ahora, con timidez y por poco tiempo, pasar al 12,5%, tarde y poco. Pero consiguieron comprometer el transporte camionero y las labores del agro, tratan de fundir a ambas actividades con sobreprecios derivados de la escasez. Son empecinados, con el gasoil a estos precios y retenciones alocadas, a los productores se les va a complicar el pago de los insumos.

Así, dificultan la próxima campaña agrícola para que el Banco Central tenga menos dólares. Como también les gusta vender materia prima sin elaboración, apenas permiten que las fábricas de biodiesel usen la mitad de su capacidad de producción. Hoy no hay más remedio que exportar directamente porotos de soja o aceite.

Claro, como son ignorantes no saben que el país consume unos 14 mil millones de litros de gasoil y que las refinerías pueden producir más de 11 mil millones de litros de biodiesel. O sea, esas refinerías tienen capacidad de sobra para mezclar biocombustibles con el gasoil fósil que tanto los enamora.

En la emergencia por la falta de gasoil, lo importan, de esa forma colaboran con el agujero de divisas del Banco Central. Y los que creyeron en el país e invirtieron en las fábricas que procesan la soja: bien gracias.

Las fábricas argentinas pueden producir el biodiesel moviendo cargas en distancias cortas: desde los establecimientos rurales hasta las fábricas y desde allí hasta las destilerías para hacer la mezcla. Dicho de otra forma: esas fábricas, si funcionasen a pleno, permitirían la industrialización de más materias primas provinciales, son una afirmación del federalismo. Pero a esos tipos les gustan los viajes largos en barco, porque son barcos que queman mucho combustible fósil, así consiguen que haya más emisiones y peor medio ambiente.

De paso, atentan contra el federalismo, tratan de que en las provincias haya menos producción y menos empleo: un conurbano lleno de pobreza los fascina. Asimismo, se aseguran que el Banco Central, no solo gaste las divisas para importar el gasoil, sino también las que se necesitan para pagar los seguros y los fletes marítimos. Algo parecido pasa con la nafta para autos, la que, en Brasil llega al 100% de etanol. El etanol se puede hacer con caña de azúcar o con maíz. Hoy, la nafta se corta con un 12% de etanol la mitad de caña y la mitad de maíz.

Pero a esos tipos les gusta vender maíz sin elaborar, por eso exportamos el 70% cómo grano, un porcentaje que es el doble del de Brasil y cuatro veces el de EE.UU. Agregando el etanol del maíz se puede llegar cómodamente al 25% y, con algunos cambios en los motores, al 100% de etanol, como en Brasil.

No son misterios para las fábricas argentinas, los autos que exportan a Brasil tienen motores preparados para eso. Pero los enemigos del medio ambiente y de los camioneros están para evitar, y lo vienen consiguiendo, por eso son peligrosos. Atención: la incapacidad y la ignorancia de esos tipos viene de larga data, y tal parece, que ninguna de esas dos enfermedades tiene cura.

Por Luis Rappoport es economista. Miembro del Club Político Argentino
Fuente: Clarin