La guerra, como es lógico, sigue presionando a la suba al precios de los granos, muy especialmente al trigo y, también, al maíz en las posiciones de corto alcance.

El caso del maíz resulta digno de resaltar. Este miércoles, hubo subas de valores por la cobertura corta. Pero los más lejanos resistieron las alzas por los pronósticos de buen tiempo durantes la polinización.

Pero volvamos a la guerra. El mercado no tiene ninguna posibilidad de apostar a una pronta finalización del cruento conflicto.

Para desalentar cualquier especulación a favor de su terminación, llegó una noticia alarmante: un nuevo bombardeo ruso, sobre la ciudad portuaria de Mykolaiv, dejó una secuela de destrucción.

El ataque fue terrible. Habría golpeado duramente la infraestructura logística de las terminales principales de Ucrania, con pérdidas graves sobre los granos acopiados.

Así las cosas, cada vez está más lejos la posibilidad establecer algunos corredores para buques graneleros, retenidos en Ucrania, desde comienzos de la guerra.

Este acuciante cuadro geopolítico logra suavizar el impacto bajista dado por la suba de la tasa de interés en EE.UU. y por la caída abrupta de la demanda china.

La reducción de las importaciones por parte de China afecta, por sobre todos los productos, a la soja.

La severa política de tolerancia cero para el Covid afecta la demanda de este gigante país.

También golpea los precios de la oleaginosa la situación del real frente al dólar.

El tipo de cambio en Brasil eleva la competitividad de sus exportaciones de Brasil y estimula la venta de los granos por parte de los productores.

Habrá que aguardar, entonces, cómo se definen las derivaciones de estos factores.