Cuando uno pregunta hasta dónde puede llegar el precio de la soja, las respuestas que recibe son múltiples.

No vamos a comenzar con los problemas generados por la cruenta e injustificable invasión rusa en el territorio ucraniano.

¿Por qué? Pues, porque éste es un hecho muy inusual y decididamente no el único a la hora de buscar una explicación sobre el nivel actual del precio de la soja.

De hecho, el precio de la oleaginosa había comenzado a subir mucho antes de la guerra.

El cuadro actual de oferta y demanda es auspicioso para los precios internacionales, a raíz de diferentes problemas climáticos en el mundo, que han afectado la producción y que muestran perspectivas preocupantes en términos de oferta.

La relación stock/demanda en EE.UU sigue siendo sumamente ajustada. Y no hablamos de un país sin importancia. Hablamos del segundo del mundo.

La relación actual es menor al 10%. Un coeficiente que genera mucho nerviosismo entre los operadores. De acuerdo al último reporte del USDA la relación es de 5,85% para la soja en EE.UU.

Además, las perspectivas, hasta el momento, son favorables para los precios en vista de la situación de siembras que viene con retraso en este país.

La falta de adecuada humedad en los suelos del centro y norte de Iowa y del norte de Illinois está comenzando a presionar sobre el mercado global.

Sin embargo, este lunes el precio de la soja se resistió a continuar la mejora.

De hecho, los precios de la soja cerraron en baja en la rueda diaria de Chicago. ¿Se terminó la tendencia a la suba?

No podemos asegurar ello. Porque, claramente, los disparadores a la baja son coyunturales; extremadamente coyunturales.

La baja viene por la caída del precio del aceite de soja a resultas de las bajas en el valor del petróleo.

Además, lo que parecía algo tremendo, luego se comprobó que no era para tanto. ¿A qué nos referimos?

El día 22 de abril, Indonesia había anunciado que volvía a prohibir las exportaciones de aceite de palma para mantener la disponibilidad dirigida al consumo interno.

Y después, el gobierno aclaró que tal prohibición solo abarcaba la oleína de palma, y no al aceite de palma. Obviamente, ello ha descomprimido la presión en el mercado, también sobre el aceite de soja, su gran sustituto.

En suma: la baja en el precio es la resultante de la pérdida del aceite de soja que, finalmente, fue limitada por cuanto el anunciado cierre de exportaciones de Indonesia, no abarca al aceite crudo.

En cuanto a los factores menos coyunturales, hay que destacar, como negativo, la posición de la FED que apunta a reducir la inflación en EE.UU.

Todo indica que, en términos monetarios, el país del norte ha comenzado una nueva etapa.
Guiada por una visión monetarista, este organismo implementa una suba en las tasas de interés y un mayor cuidado en la creación de dinero.

De esta forma, el dólar tiende a fortalecerse en desmedro de las restantes monedas y, por ende, los países fuera de EE.UU. tienen menor capacidad de importación.

También debe destacarse la contracción de China. En primer lugar, por el confinamientos por COVID -19 y, en segundo, por la menor proyección en el crecimiento de su PBI.

Ahora sí. Llegamos a Ucrania.

La guerra no tiene visos de ser corta. Y aunque suene horrible decirlo, es un elemento de fuerte impacto para sostener los precios.

La demora en la siembra y los ataques al puerto de Odessa comprometen muy seriamente tanto la producción como la comercialización.

Así el cuadro, lógico sería estimar un nivel de precios aproximado al actual, con altibajos, por supuesto.

El cuco no está afuera. Está adentro…