En general no hemos visto impactos reconocibles de este forzante fuera del área del NEA. Si bien hubo distorsiones en la oferta de agua dentro de la región pampeana, no necesariamente son atribuibles al fenómeno La Niña. En particular a lo largo del mes de febrero las área con tendencia a alcanzar o superar las lluvias normales en la región pampeana, superaron a las que quedaron deficitarias. Esto ya había sucedido en enero, aun cuando la primera quincena había sido muy dura. Es decir, se destaca que cuando se hace un análisis de largo plazo, la zona que concentra el impacto negativo más extendido es el extremo norte de la región pampeana, el NEA y el centro norte de la Mesopotamia.

No estamos diciendo que la presencia de este evento frio haya sido inocua para la región pampeana. Seguramente fue parte de la falta de precipitaciones que se observó en el mes de octubre, donde también, hacia el final, se observó la primera ola de calor del semestre cálido. Sin embargo, en esta zona el problema de las lluvias se resolvió en noviembre. Desde diciembre el impacto negativo quedó restringido al NEA, centro norte de Mesopotamia, Paraguay y las vecindades de Brasil, mientras tanto, la región pampeana ingresaba en el largo período de bloqueo anticiclónico, que se quebró a mediados de enero. Como decíamos, con vaivenes, desde entonces las lluvias han estado, con períodos menos productivos que otros, pero no ausentes. Entendemos que los cultivares que tuvieron mejor respaldo hídrico para superar las olas de calor, serán los que mejor resultados logren en esta campaña.

Hubo una buena frecuencia de sistemas frontales en febrero. Eso es un cambio positivo que se sostiene. Cuatro perturbaciones para un mes de verano no resulta para nada desdeñable, sin embargo recién sobre el final los aportes de humedad se volvieron lo suficientemente eficientes como para que estas ondas logren producir sistemas precipitantes de significancia.

Durante gran parte de febrero, la zona de alta presión del Atlántico tendió a ubicarse frente a las costas bonaerenses o rionegrinas, provocando vientos del este o del sudeste. Esta circulación fue el gran factor moderador de las temperaturas en la región pampeana durante el pasado mes. Los vientos de este sector en esta época del año son muy poco eficientes a la hora de cargar de humedad la atmosfera en la franja central del país y mucho menos en el norte. En particular en el NEA y el centro norte de la Mesopotamia el efecto moderador de las marcas térmicas no se sintió, con el agregado que la humedad tampoco estaba. Bajo estas circunstancias, los frentes generaron inestabilidad por el aire “frío” que estaba instalado en la región pampeana, más susceptible a la hora de generar nubes bajas, pero nada efectivo a la hora de promover precipitaciones de buen milimetraje. Esto cambio recién después del 20 de febrero. Desde entonces la circulación del noreste con mayor capacidad de transporte de aire húmedo, generó el contexto necesario para que se observen las potentes tormentas que comenzaron en la última parte de febrero y aún están activas.

La ventana húmeda persistirá al menos hasta el viernes en el extremo norte del país.. De acuerdo a como cerremos este sistema de mal tiempo, muchas zonas del centro de la región pampeana ya quedaran muy bien posicionadas como para apuntar a la normalidad pluvial del mes de marzo. Si bien se espera una ventana más seca en la segunda década del mes, esperamos que la circulación del noreste y los sistemas frontales sigan activos en el último tercio del mes e incluso en la transición hacia el mes de abril. Esto nos permite ser medianamente optimistas para la región pampeana, o buena parte de ella para el desarrollo del primera parte del otoño. La contracara se ubica en el norte del país donde es muy probable que repitamos la situación del mes de febrero, es decir al continuidad de las lluvias inferiores a las normales.

En resumen, si bien se mantiene el consenso a nivel institucional respecto de la persistencia de las deficiencias pluviales generalizadas para el trimestre de otoño (SMN-IRI-CPTEC), vemos como más probable que las áreas del noreste del país sigan siendo las más perjudicadas por esta tendencia, es decir, que este sea el sector donde con mayor probabilidad se concrete la falta de precipitaciones.

La transición estacional en la región pampeana suele ser muy activa. Normalmente marzo es un mes que concentra un máximo pluvial, quizá el mismo se comparta con el mes de abril. Si se sostiene la dinámica actual, aun cuando se observen ventanas secas de diez días o aun de una quincena, pensamos que hay buenas posibilidades para recargar perfiles para la fina. Muchas zonas ya cuentan con suficiente agua, pero otras como el centro este de CB y centro de SF aún deben recuperar reservas si quieren encarar en forma satisfactoria la fina. El desarrollo del mes de marzo y abril pude tener respuestas adecuadas para estas zonas más secas.

La problemática más seria seguirá instalada en el centro norte de la Mesopotamia y el NEA. Quizá la única ventaja con que puede contar este sector sobre todo Corrientes y Misiones es que a medida que avanza el otoño las masas de aire con mayor carga de humedad tienden a anclarse en esta zona. Eventualmente con el debilitamiento de La Niña, las lluvias deberían ganar volumen. Este razonamiento no sería tan válido para la zonas mediterráneas del NEA, aunque si para el este de Chaco y norte de SF.

Por lo pronto no se perfilan situaciones que avalen la entrada de aire frio con potencial para producir heladas tempranas en el sur de la región pampeana.