TENDENCIAS CLIMÁTICAS

El enfriamiento sobre Pacifico Ecuatorial central se ha mantenido en su intensidad, pero ha logrado un patrón más homogéneo. El acople con la circulación atmosférica ha promovido un alto impacto negativo sobre el comportamiento de las precipitaciones. Los pronósticos para el resto de enero y febrero, no muestran cambios respecto del mes pasado. El fenómeno La Niña seguirá instalado y aun cuando su efecto se debilite, aparecen otros factores de escala regional que no permiten avizorar cambios rápidos en el patrón deficitario dominante.


Como podemos observar, una extendida zona fría recorre la franja ecuatorial central, con un mínimo cercano a las costas de Sudamérica. Con los vientos alisios intensificados, el patrón de circulación se afecta y los flujos de humedad sobre Sudamérica se ven trastocados. También se destaca el intenso calentamiento que domina la corriente de Malvinas, afectando gran parte de litoral Atlántico, desde la Patagonia hasta Uruguay.

Durante el mes de diciembre, la zona de alta presión se ubicó al sur de su posición habitual y afectó gran parte del área continental del este. Por otro lado, se dieron largos períodos con vientos prevalecientes del sector este, circulación que en tiempo de verano es poco favorable para generar buena carga de humedad atmosférica. Solo sobre el final de diciembre se observó plena circulación del sector norte, lo cual se reflejó rápidamente en el crecimiento de las marcas térmicas.

Otro indicador de escala regional que en este comienzo de enero no es favorable el Oscilación Antártica. Este indicador que monitorea el movimiento del vórtice polar se encuentra en una fase positiva, lo cual favorece una menor frecuencia de frentes o que los mismos avancen en forma muy débil. Si estas perturbaciones además deben doblegar el escollo que representa el anticiclón sobre el continente, es claro que las circunstancias quedan lejos de ser las óptimas para el desarrollo sistemas precipitantes. Sólo queda activa la convección, la cual solo ha sido eficiente en escalas muy reducidas.

En conclusión tenemos una convergencia de factores de escala planetaria y regional, todos activos en un sentido negativo. Tanto la zona de alta presión como la oscilación Antártica pueden cambiar en el corto y mediano plazo, el fenómeno La Niña no.

Las últimas fichas para esta campaña, por decirlo de modo práctico, se juegan en el comienzo de la segunda quincena de enero. Deben validarse los sistemas precipitantes previstos para entonces sobre la franja central. Un atraso más prolongado de las actuales condiciones estaría prácticamente replicando al mes de diciembre, lo cual volvería estructural la sequía a gran escala, con alto riesgo de replicar la situación de 2008.

Es posible que durante lo que resta de verano, las áreas del litoral, sur de Brasil y Uruguay, configuren el sector donde las probabilidades de que continúen las lluvias por debajo de los valores normales sean elevadas. Para otros sectores la provisión de agua puede lograr un escenario más promisorio, con mejores chances de acercarse a los valores normales. El punto clave es que en una tendencia de largo plazo, los acumulados pueden alcanzarse en forma espasmódica (sistemas importantes muy concentrados) y la actualidad demanda una mejora que, aunque parcial, sea perentoria, lo antes posible. Esta posibilidad recién aparece con mejores posibilidades en el comienzo de la segunda quincena de enero.