A nivel macroeconómico, en las últimas semanas el foco del mercado estuvo puesto en la nueva variante de COVD-19, Ómicron, que comenzó a sembrar las dudas respecto al comportamiento de la demanda de granos para el corto y mediano plazo. La propagación de esta variante por el mundo empezó a tener sus efectos en los mercados financieros, energéticos y de granos, que cotizaron con fuertes caídas en diversas jornadas. A esta situación se le sumó la decisión de algunos países, como China y Estados Unidos, de liberar reservas de petróleo con el objetivo de hacer bajar los precios del commoditie a nivel mundial. Ambos factores colaboraron para que los valores del petróleo caigan 9 usd/barril en un mes. De cotizar por arriba de los 80 usd/barril (valor más alto de los últimos 8 años), hoy los futuros del crudo se ubican en los 70/71 usd/barril.

Otra variable en la lupa de los mercados es el dato de inflación de EE.UU., que en el último mes alcanzó el valor más elevado en 40 años, del 6,8% interanual. En lo que va del 2021, dicho país acumuló una inflación del 6,7%. Entre los factores que explicaron este nivel, se pueden destacar la volatilidad de los precios de la energía, los cortes en la cadena de suministro, la elevada demanda de los consumidores y la relajación de la política monetaria. La Fed ya adelantó que recortará las medidas de apoyo a la economía más rápido de lo previsto, mientras que el FMI anunció que dicho organismo debería reducir más rápidamente sus compras de activos, con el objetivo de que la suba de tasas de interés se den más temprano en el año 2022. Un potencial aumento de las tasas de interés para el año entrante podría tener sus efectos negativos en los valores de los commodities en general, por la salida de los fondos que se posicionarían en otros activos de mayor rendimiento y por las consecuencias que puede traer en un mundo que se había acostumbrado a tasas históricamente bajas.

A la par de esta situación, ya se viene observando un fortalecimiento del dólar Índex en los últimos meses, que está alcanzando los niveles pre-pandemia. Esto también perjudica a los granos, dado que un dólar mas fuerte representa un menor poder de compra por parte de los principales países importadores que demandan granos.

En lo que respecta al mercado de granos, recientemente salió publicado el informe de oferta y demanda mundial del USDA, que resultó neutro para la soja y el maíz dado que no realizó modificaciones en el balance de EE.UU. Mantuvo los stocks finales de soja 21/22 estadounidenses en 9,25 mill. de t cuando el mercado esperaba un leve aumento, y bajó levemente las existencias de maíz a 37,92 mill. de t contra una caída esperada por el mercado.

Actualmente el mercado de soja y maíz se está enfocando en el climático de Sudamérica. Recientemente se dieron precipitaciones tanto en Brasil como en Argentina, que mejoraron la condición de los cultivos de gruesa ya sembrados. La duda está puesta en cómo evolucionará el verano en enero, febrero y marzo, dado que son meses en los que se afianzaría la Niña en la región. La zona más complicada con escasas precipitaciones es el sur de Brasil, precisamente los estados de Paraná, Santa Catarina, Rio Grande do Sul y Mato Grosso do Sul, los cuales en noviembre registraron volúmenes de 50 a 100 mm por debajo de lo normal. En dichas zonas, el maíz de primera safra (es el maíz que usa Brasil para consumir internamente) brasileño se encuentra en condiciones regulares. Por el contrario en el centro-oeste brasilero, los cultivos se encuentran en muy buenas condiciones con lluvias acumuladas en noviembre por encima de lo normal. La Conab en su último reporte mensual elevó la cosecha esperada a nivel nacional para Brasil, son esperadas 117,2 mill. de t de maíz y 142,8 mill. de t de soja. La entrada de la soja fines de enero y febrero por parte de Brasil podría presionar a la baja los precios de la oleaginosa.

Además del clima y de la condición de los cultivos, el mercado observa la evolución de la demanda, con China menos activa en el mercado estadounidense. No obstante, la demanda de exportación de EE.UU. permanece activa con negocios hacia destinos desconocidos informados por el USDA. Se espera que a partir de enero China se posicione sobre Brasil, que estima producción récord de soja 21/22. En relación a la demanda, la incógnita también se presenta en el etanol y cómo evolucionará el uso de maíz para etanol en EE.UU. El gobierno de Biden anunció que bajaría el corte obligatorio que las refinerías de petróleo deben combinar con biocombustibles, de 12 a 9% y esto se daría efectivo a partir de febrero del 2022, pudiendo tener algún efecto en la demanda total de maíz. No obstante, los últimos datos de la EIA vienen informando producción semanal de etanol récord, lo cual ha sostenido los valores del cereal.
En cuanto al trigo, el informe del USDA resultó bajista para el cereal, como consecuencia del aumento en la producción esperada para algunos países productores, como Rusia y Australia. El stock final a nivel mundial también fue elevado respecto al mes pasado y por arriba de las expectativas del mercado.

El precio del cereal se encuentra corrigiendo a la baja, luego de haber alcanzado los valores máximos de los últimos 9 años y superado los 300 usd/t en Chicago. La entrada de la cosecha por parte del hemisferio sur, Argentina y Australia, comenzaron a tener sus efectos bajistas sobre los valores. De todos modos, la demanda por parte de los principales importadores mundiales se mantiene muy activa, sobre todo sobre países como Francia, Australia. China se ha posicionado recientemente con fuertes compras tanto de trigo como de cebada, lo cual limita las caídas.

Entre los demás factores que se encuentran sosteniendo con firmeza los precios del trigo a nivel internacional, se ubica el climático. Se destaca la sequía en zonas puntuales del Mar Negro (Rusia y Ucrania) y también en las llanuras de EE.UU. que continúa preocupando a los productores de la región. Rusia, principal exportador de trigo del mundo, continúa anunciando impuestos a la exportación, que limitan aún más la oferta por parte de dicho país y se suma a los factores que dan firmeza a los precios.

Como conclusión, puede mencionarse que los valores del trigo podrían mantenerse firmes en el mediano plazo, debido a la preocupación del mercado por los suministros a nivel mundial y a la duda sobre la oferta del ciclo 22/23, en un contexto de firme demanda.

Respecto a la soja y al maíz, todo será clima dependiente, principalmente después del desarrollo de la campaña de Sudamérica, con una Niña que se mantiene firme en las previsiones climáticas. A nivel local, el empalme con la nueva campaña podría tranquilizar los precios, al menos en el corto plazo. Finalmente, al maíz y al trigo se le suman los riesgos locales que nunca queremos dejar de mencionar, como un cupo a las exportaciones o un incremento en los DDEE.

Por Sofía Ganly, analista de mercados de AZ Group
Fuente: Centro de Gestión Agropecuaria