Sin embargo, es importante recordar que encarar una fecha tardía no quiere decir que no tengamos que fertilizar; por el contrario, será fundamental pensar en el potencial del ambiente y en todos los kilos que podremos obtener para cosechar.

En este tipo de campañas donde además de costos elevados existe la probabilidad de un bajo potencial por cuestiones climáticas, debemos maximizar la eficiencia en el uso de los nutrientes. Es que, después del agua, el factor que más afecta a la brecha de rendimiento en maíz es la disponibilidad de nutrientes.

Sabemos que el nitrógeno y el fósforo son los principales nutrientes que limitan la producción en la región pampeana, pero también el zinc y el azufre muestran deficiencias con los años sucesivos de agricultura en Argentina, a causa de la disminución en el contenido de materia orgánica o la baja reposición de nutrientes en suelos, algo que se da tanto en fechas de siembra temprana como tardía.

El punto de partida, la clave para arrancar

Cuando pensamos en estrategias de fertilización, sí o sí debemos marcar un punto de partida con muestreos de suelos y caracterización del ambiente independiente de la fecha de siembra. En función del nutriente que queramos caracterizar elegiremos el tipo de análisis que realizaremos.

En los nutrientes poco móviles como el fósforo y el zinc, debemos hacer muestreos 0-20 cm; mientras que para móviles como nitrógeno y azufre, implementaremos muestreos 0-20, 20-40 y 40-60 cm, que son los estratos en los cuales tenemos que ir a buscar ese nutriente para ver cuál es la oferta inicial y saber desde dónde partimos a la hora de armar la estrategia de fertilización.

Nutrientes: por dónde empezar

El primer nutriente en el que tenemos que pensar es el fósforo, que normalmente se agrega a la siembra. Y si hablamos de maíz temprano versus tardío, los umbrales que utilizamos de fósforo Bray no varían. Si consideramos un umbral promedio de (13-15 ppm), debemos observar si estamos por debajo o por encima: en el primer caso, tendremos una alta probabilidad de respuesta al agregado de fósforo; en el segundo, quizás ni siquiera la tengamos.

En siembras tardías, al registrarse temperaturas más altas, la difusión del fósforo en el suelo es mayor, con lo cual la planta lo captará más rápido, además que la temperatura favorecerá el crecimiento y consecuente captura de recursos. Por lo tanto, en suelos cercanos al umbral podemos utilizar solo arrancadores y obtener excelentes rendimientos. En tanto, con situación deficitaria y por debajo del umbral, debemos pensar en una fertilización con fósforo priorizando dosis más altas y en la línea.

De todas maneras, sea temprano o tardío recordemos que la reposición de P es fundamental para cuidar nuestros suelos y producir a largo plazo.

Eficiencia y cautela con el nitrógeno

Si bien siempre es necesario planificar y tomar recaudos en las labores, este año en particular se aconseja ser muy cautelosos con el nitrógeno. La suba de precios de fertilizantes, sobre todo de los nitrogenados, y una posible seca exigen ser más eficientes, tanto caracterizando la oferta inicial del suelo como en el agregado de insumos.

Cuando hablamos de nitrógeno debemos considerar dos factores: por un lado, la oferta inicial, que se dará por el nitrógeno inicial y su potencial mineralización; por otro lado, habrá que pensar en el rendimiento objetivo. Si bien es verdad que en las siembras tardías el potencial de mineralización será mayor por una cuestión de altas temperaturas y esto trae aparejado en muchos casos una disminución en la dosis, la mineralización y el potencial del cultivo dependerán de la humedad (precipitaciones) por lo tanto, en siembras tardías, al igual que en tempranas, lo que determina la dosis es el rendimiento objetivo.

Algunas consideraciones para tomar en cuenta son hacer coincidir la oferta de nitrógeno con la demanda del cultivo o intentar aportar el nitrógeno en diversas situaciones, como incorporar la urea en pre siembra o en primeros estadíos, aplicar fertilizantes de liberación lenta, hacer coincidir la aplicación con eventos de precipitaciones. Se conoce que el monitoreo de N al cultivo con sensores remotos y posteriores refertilizaciones (fraccionamiento), es una herramienta fundamental, que nos permite hacer dinámica la fertilización y corregir sobre la marcha en función de lo que pase con el año y las condiciones ambientales.

También debemos recordar que estamos en fechas de siembra de cultivos de segunda, es decir, sobre los antecesores cebada, trigo o verdeos, lo mismo que cultivos tardíos sobre cultivos cobertura. Cuando venimos de antecesores que son gramíneas puede pasar que tengamos inmovilización de nitrógeno, lo que dependerá de la cantidad de rastrojo y su relación C/N. Pudiendo alcanzar inmovilizaciones de entre 20 a 50 kilos de nitrógeno, lo que demandará una fertilización con más nitrógeno. En tanto, si venimos de leguminosas como vicia la situación será diferente, dado que es posible recibir aportes de entre 60 y hasta 100 kilos de nitrógeno para el cultivo que le sigue. Debemos ver cómo conviene ajustar la dosis, si para arriba o para abajo, en función del antecesor.

Debemos recordar que son varios los inconvenientes que se pueden generar por no cubrir las necesidades de nitrógeno del cultivo, la más importante es desaprovechar todo el potencial y no tener rindes objetivo. Otros problemas que pueden generar es la removilizacion de reservas del tallo para poder llenar el potencial de rinde generado meses antes en el periodo reproductivo, pudiendo generar debilitamiento de cañas, ingreso de patógenos que afecten la caña y predisponiendo al cultivo al quiebre de la caña.

Qué pasa con el azufre y el zinc

Cuando pensamos en Azufre debemos identificar cuáles son los lotes deficientes. Muchas veces solo con un análisis de suelo no tenemos exactitud, por lo cual será fundamental prestar atención en suelos con bajo contenido de materia orgánica o disminuciones de la misma por años de agricultura. También se deberá tener en cuenta la presencia o no de napa y el agua de uso de riego, al igual que la tosca, los cuales muchas veces suelen aportar S al sistema.

Trabajos realizados en región pampeana muestran que un umbral crítico a la siembra en maíz sería de 40 kg de azufre por hectárea en un estrato 0-60 cm, donde podría haber deficiencia si estamos por debajo y baja probabilidad de respuesta si estamos por encima. De todas maneras, la fertilización con azufre suele ser de bajo costo y alto impacto. Además, tiene una baja tasa de extracción, por lo tanto, al fertilizar con S, estaremos fertilizando la rotación de todo el lote.

En relación al Zinc, en el cultivo de maíz este nutriente muestra su deficiencia con un rayado internerval. ¿En qué situaciones? Principalmente, en suelos que están por debajo de una parte por millón de Zn DTPA.

Otra situación donde podemos ser deficientes en zinc es en suelos con bajo contenido de materia orgánica, en suelos arenosos, con muchos años de agricultura o en fechas de siembra temprana, dado que con baja temperatura la difusión será baja. En siembra tardía normalmente la difusión es mayor y es probable que el cultivo no muestre esa deficiencia, lo que no quiere decir que no vaya a tener una merma en rendimiento si el nivel está por debajo de una parte por millón. Por eso, el consejo es apostar por una buena caracterización 0-20 de zinc de DTPA, y si estamos por debajo de una parte por millón agregar zinc en el esquema de fertilización tanto en temprana como en tardía, ya sea en suelo, foliar o semilla.

En conclusión, debemos hacer una correcta caracterización del ambiente para saber cuál es la oferta inicial y luego atacar nutriente a nutriente pensando en el rendimiento objetivo para nutrientes móviles y pensando en los umbrales que se han desarrollado para los no móviles.

Siempre que hablemos de nutrientes y fertilización debemos recordar ser lo más eficientes que podamos, no solo por el cultivo sino también para cuidar el ambiente. Reponer nutrientes es clave para que la producción agrícola sea pensada a largo plazo y no para obtener resultados inmediatos.