Queda más que clara la autoría de las medidas vigentes en contra del comercio normal de las carnes. Y que la intención es sostener un conflicto que sólo hará que perdamos todos. Primero los productores, y al final los consumidores.

Ahorremos tiempo: no escuchan. No les interesa resolver su error. Por eso le hablamos a la comunidad: el campo no es un geriátrico. Profundicemos sin eufemismos.

Como en todo ciclo de vida, y como en todo esquema productivo, la ternera nace, si su condición es apropiada, se la reserva para madre con todo lo sanitario y genético que conlleva, y obvio, alimentación y manejo bajo pautas de buen trato animal. Se convierte en vaquillona, si logra la primera preñez, será madre y pasará a ser vaca. Esa vaca, podrá lograr una, dos o tres pariciones más. Pasan años. Al final de su ciclo, y cuando el consumidor argentino dio cuenta de carnes jóvenes y engordadas en su plato, esa vaca queda en el campo, sin destino, camino a su muerte. Sin embargo, poder exportarla, implica evitar su muerte en el campo, darle un destino final productivo, evitar el impacto ambiental que conlleva y además, hacer funcionar una cadena de frigoríficos y trabajadores que se prepararon sólo para esa categoría.

Porque al consumidor argentino le gusta la carne de bovinos más jóvenes, suplementados o engordados a corral.

Posiblemente, pocas propuestas en estas elecciones del domingo próximo y de noviembre contengan un claro mensaje como espera el sector agropecuario.

Celebramos el acto democrático, como una fiesta cívica. Pero, desde esta entidad, convocamos a nuestras comunidades del interior a reflexionar profundamente en estos temas que nos hunden en discusiones sin sentido.

Salvo la ideología absurda, los demás perdemos todos. Mandemos al geriátrico a las viejas ideologías enfermas de irracionalidad.

Fuente: Sociedad Rural de General Guido - Pcia de Buenos Aires