El Ing. Agr. Oscar Bertín, asesor privado y referente técnico de Biscayart Semillas, brindó a Valor Carne un panorama de la oportunidad que brinda el uso “climáticamente inteligente” de los verdeos de verano para disponer de forraje verde en la próxima estación, cuando se podrían transitar períodos de menores lluvias que lo habitual. También propuso qué especies sembrar en la región pampeana, mes a mes, según la ocurrencia de precipitaciones, una cuestión cada más variable incluso dentro de una misma temporada, como consecuencia del cambio climático.

“Tradicionalmente, durante el verano, no había escasez de pasto, teníamos buenas pasturas, alfalfas, pero cuando avanzó la agricultura, con la soja y el maíz, empezó a registrarse un bache pronunciado en esa época. Y ahí comenzaron a cobrar importancia los verdeos de verano”, sostuvo Bertín.

De aquí en adelante, de cara a los años venideros, la elección de especies estivales para pastoreo directo tendrá un condicionante clave, dado que se prevén períodos prolongados de menores lluvias. “Los sorgos serán los recursos más importantes, no hay otros de calidad y altas tasas de crecimiento frente a crisis hídrica, seguidos por la moha y el mijo anual en la región semiárida”, puntualizó, detallando que estas especies megatérmicas tienen mayor resistencia, llegando prácticamente a cerrar sus estomas ante el déficit de humedad.

En este escenario, el especialista proyectó: “Ya no llovió en agosto, pero si sigue así durante septiembre, octubre y noviembre; y luego, en diciembre o incluso en los primeros días de enero, caen unos 30-40 mm, sembrar verdeos, con crecimiento muy rápido, aunque den menos pasto, como ocurre con la moha y el mijo anual, es muy interesante”, planteó, indicando que además son cultivos de menor costo que los sorgos. Y justificó: “producen forraje rápidamente. En 80-90 días, llegamos al techo de producción, unas 6-8 t/ha, en función de la zona y de las precipitaciones”.

En cambio, “si llueve bien a fines de octubre, el sorgo es la mejor opción, porque tendrá una mayor producción durante todo el verano”, indicó Bertín, argumentando que se obtienen de 10 a 14 t/ha de forraje hasta marzo-abril. Además, se pueden pastorear de tres a cinco veces, una gran diferencia con respecto a un verdeo de maíz, cuyos rebrotes son casi insignificantes.

Otra característica del sorgo es que se siembra más tarde, cuando el suelo alcanza 18°C durante tres días seguidos. “Eso, en el norte de Buenos Aires, es a fines de octubre, el día 25”, precisó. Por otra parte, como es sabido, se adapta a suelos de menor calidad, con limitantes y cierto contenido de sales y sodio, que no permiten hacer maíz. “En las medias cañadas, un 11% de la superficie de la región, no vamos a ver maíz, pero sí sorgos, en todas partes, hasta cerca de los arroyos”, observó. Incluso en Bahía Blanca, donde normalmente hay lluvias razonables en primavera, se siembra sorgo. “Habrá que hacerlo más tarde, eso está claro, hay que esperar a que haya temperatura en el suelo, o sea, en lugar de ser el 25 de octubre, como es en Pergamino, será el 10 de noviembre, pero da resultado”, sostuvo.

¿Desventaja del sorgo? “Es bastante lento en la implantación, por lo que resulta un poco más complejo controlar malezas que en maíz, pero eso está superándose, ya hay materiales para esto y dentro de poco tendremos la misma capacidad en forma generalizada”, explicó.

La otra especie que entra en juego como verdeo estival es la soja, una herramienta poderosa para controlar malezas, como el gramón, además de proveer forraje de alta calidad. “No permite tantos pastoreos como el sorgo, produce menos, 5-9 t/ha, aunque tiene entre 18 y 23% de proteína bruta, como la alfalfa, algo de interés para algunos sistemas intensivos, mientras los sorgos contienen 10-15%. Pero si yo quiero producir mucho y tengo lluvia a fines de octubre, hay que apuntar al sorgo, sin duda”, subrayó.

Sorgos bien comidos

Planificar la utilización de los sorgos es importante dado que, con su alta capacidad de crecimiento, es frecuente desaprovechar parte de lo producido. Para atenuar este inconveniente se pueden hacer siembras escalonadas o implantar materiales genéticos con distintos ciclos.

“Hay estudios recientes que avalan el pastoreo de los sorgos muy temprano, con 30-40 cm de altura, o incluso menos, pero eso está condicionado a la prueba de laboratorio sobre ácido cianhídrico, un compuesto que puede ser tóxico para los animales”, alertó Bertín

En tal sentido, el sorgo tiene hidratos de carbono particulares que, con el masticado, generan el ácido. “Cuando la planta viene con alto crecimiento y debe enfrentar un período de estrés por sequía, por ejemplo, ahí es donde aparece el problema. Hay que estar atentos”, advirtió, aludiendo a que, en algunos casos, aunque no se produzca mortandad, puede haber menores ganancias de peso, un tema que no es menor. “En general los sorgos forrajeros actuales, que son cruzas con azucarados, generan menos tóxicos. Pero siempre el riesgo está”, destacó.

Lo normal es pastorearlos a partir de los 50-70 cm de altura, donde la probabilidad de generar acido cianhídrico es menor, lo mismo ocurre con los rebrotes siguientes, dependiendo del híbrido y de los factores climáticos que hacen al crecimiento.

¿Las ganancias de peso? “No hay grandes diferencias entre los distintos sorgos para pastoreo, hay muchos trabajos del INTA, en los últimos dos o tres años, que comparan un sudán, un azucarado, un fotosensitivo y uno de nervadura marrón (BMR)”, aseveró, apuntando a que todos permiten ganar de 600-800 g/día, en una recría sin suplementación. Y resaltó: “Es más importante la capacidad de aprovechamiento que el material genético, aunque hubo una tendencia a favor del BMR, que tiene menos lignina recubriendo la pared celular, la parte más difícil de digerir. Eso le da alguna ventaja, particularmente, en la cosecha a diente”

¿Hay suficiente disponibilidad de semilla para esta campaña? “En general, si hay algo que caracteriza al sorgo es que hay una paleta muy amplia de materiales y muchas empresas productoras. Pero el año pasado no sobró el agua, entre otros problemas, y habría que ser previsor no sólo en este ciclo sino en los próximos”, enfatizó.

A futuro

Para Bertín una cuestión estratégica para los sistemas ganaderos pampeanos es analizar los ciclos climáticos a largo plazo. “Los últimos 20-30 años del siglo pasado fueron húmedos y en los primeros 21 años del actual, han disminuido las lluvias. Ahora estamos en transición y lo desafiante es que se prevé un próximo período más seco aún, lo cual no quiere decir que no haya años y épocas lluviosas, intercalados, pero serán variables. Esto significa que habrá que seguir atentos a las especies más eficientes en la utilización del agua y nutrientes para producir forrajes de calidad”, finalizó.

Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein
Fuente: Valor Carne