La desocupación del segmento más joven de la población, entre 18 y 24 años, es de 13% y la tasa de asalariados informales asciende a 64%. La informalidad en el primer empleo es el inicio de un ciclo vicioso: ingresos insuficientes y menor probabilidad de adquirir una mejor calificación y de acceder a un trabajo decente.

El desempleo afecta más a jóvenes que provienen de hogares de menores ingresos: mientras que el 20% los de jóvenes más pobres de la población se encuentra desempleados, para los jóvenes de más altos ingresos, un 8% se encuentra en esta situación.

A esto, se suma la incidencia del elevado nivel de informalidad existente en el país: la tasa de informalidad de jóvenes entre 18 y 24 años asciende a 88% entre los más pobres y a 49% entre los de mayores ingresos. La informalidad se traduce en que a menudo se gana el salario mínimo o menos, trabajos por jornadas extendidas, en situaciones insalubres y sin protección social.

Esta situación no se explica solamente por la baja inversión productiva y la legislación laboral vigente que desalienta la creación de puestos de trabajos. También es resultado de una baja formación en los jóvenes, y principalmente en los que provienen de hogares de menores ingresos.

El 37% de jóvenes pertenecientes a los deciles de más bajo ingreso no termina el secundario y apenas un 15% inicia estudios universitarios. La situación en el caso de jóvenes provenientes de familias con mayores ingresos es diferente: si bien más del 80% termina el secundario, apenas la mitad continúa con estudios superiores.

Estos datos muestran que la proporción de jóvenes entre 18 y 24 años que termina el secundario es baja y aún menor en el caso de estudios superiores. Además de la elevada heterogeneidad según el nivel de ingresos de las familias.

¿Qué se puede hacer?

Generar mecanismos para la inserción laboral juvenil:

- Modernizar leyes laborales: formulando las mismas de manera que promuevan la creación de puestos de trabajo registrados, permitan combinar la educación con prácticas laborales y estimulen el empleo joven.

Modificar la formación educativa y laboral:

- Modernizar la educación: que las escuelas y universidades implementen modalidades de enseñanza más tecnológicas que ayuden a mejorar la calidad y la continuidad educativa, lo cual contribuye a mejorar la empleabilidad (en términos de potencialidad de obtener un empleo) de los jóvenes.

- Un secundario orientado hacia el mercado laboral: en Argentina se prepara para la universidad, y se desatiende a los jóvenes cuyo proyecto es empezar a trabajar, los cuales en su mayoría son los que provienen de hogares de más bajos ingresos. Hay que crear modalidades donde se combine la educación y la formación para el trabajo, para darle opciones a los jóvenes que no proyectan seguir estudios superiores cuando terminen la secundaria.

Fuente: Idesa.org