• Los números de junio todavía juegan a favor de Guzmán, en el sentido que el aumento interanual de los recursos (90%) supera holgadamente a la inflación (50%), y ésta supera claramente a la suba del gasto (40%). Aunque también es el mes en el que comienzan a detectarse señales de cambio de tendencia, particularmente por el lado del gasto

• Así, en la mayoría de los casos se observa que en junio las erogaciones aumentan más o caen menos que en meses previos, destacándose en este sentido las partidas de Personal, Jubilaciones, Otras Prestaciones Sociales, Subsidios económicos y Transferencias corrientes y de capital a provincias

• Si se repitiese en el segundo semestre la estacionalidad fiscal típica de años anteriores, al final de 2021 debería verificarse un déficit primario de 1,6% del PIB, muy por debajo del 4,2% presupuestado para este año y del 6,5% observado en 2020. Si así ocurriera, se trataría de una mejora considerable en la situación fiscal, que allanaría un acuerdo con el FMI

• Sin embargo, este escenario se enfrenta con el hecho que en septiembre y noviembre se desarrollarán elecciones de medio término, lo cual podría inducir mayores erogaciones, algunas ya anunciadas y que comienzan a impactar desde julio, luego de las primeras señales registradas en junio. En ese caso, el 2022 requerirá ajustes y será difícil lograr que baje la tasa de inflación

Desde octubre de 2020 y especialmente en el primer semestre de 2021, la política económica transita entre las intenciones del ministro Guzmán de mejorar las cuentas fiscales, para evitar desbordes monetarios e inflacionarios a futuro, y aumentar la probabilidad de un acuerdo con el FMI, por un lado, y la presión del ala política, especialmente la que responde a la Vicepresidenta, de incrementar el gasto fiscal como instrumento de reactivación de la economía, y así aumentar la probabilidad de cosechar más votos en las elecciones de septiembre y noviembre, por el otro. Los números de junio todavía juegan a favor de Guzmán, en el sentido que el aumento interanual de los recursos (90%) supera holgadamente a la inflación (50%), y ésta supera claramente a la suba del gasto (40%). Aunque también en junio comienzan a detectarse algunas señales de cambio de tendencia en los números fiscales del sector público nacional.

Por el lado de los recursos, los números favorables de junio no derivan sólo de la inclusión del Aporte Solidario Extraordinario, que indujo una suba interanual del 273% en los recursos no tributarios, sino también de un fuerte aumento en los recursos tributarios (72%), que incluye subas del 138% en los Derechos de Exportación (+59% real) y del 86% en el IVA (+24% real).

Respecto a las erogaciones, el mayor ajuste en junio de 2021 se visualiza en las Prestaciones Sociales, que suben sólo 19% nominal versus igual mes de 2020, y no sólo por menores gastos asociados a la pandemia, sino que también el gasto en jubilaciones muestra una suba (40%) que se ubica 10 puntos porcentuales por debajo de la inflación interanual de junio.

En cambio, el “desajuste” se percibe claramente en los subsidios económicos, que suben 116%en junio, impactados por el cuasi – congelamiento de tarifas, y en el gasto de capital, con una suba del 210%, aquí ya claramente en clave electoral.

Lo cierto es que el déficit primario cae 40% interanual en junio y 77% en el primer semestre, aunque más probablemente desde julio veamos una aceleración del gasto que conduciría a un déficit en el segundo semestre bastante mayor que el observado en el primero, con un tiempo para cada uno en 2021: el primero para Guzmán (y el FMI), el segundo para el ala política del gobierno (y los objetivos electorales).

En el caso de Personal, porque comienzan a impactar más fuertemente las subas salariales, lo que se acelerará en el segundo semestre. En jubilaciones, comienza a impactar el efecto de la nueva movilidad previsional, que en un 50% responde a la variación de los recursos tributarios, que vienen muy bien en 2021. En subsidios económicos influye el semi-congelamiento de tarifas, mientras que en las transferencias a provincias, especialmente las de capital, incide principalmente la urgencia de mostrar obras en un año electoral.

Así las cosas, el déficit primario resultó de 0,5% del PIB en el primer semestre de 2021, cuando había sido de 3,3% en igual período de 2020, en pleno efecto de la pandemia, del 0,7% en 2018 y un superávit de 0,1% del PIB en 2019. Si la lente se posa sólo en el mes de junio, se observa un déficit primario de 0,4% del PIB, igual al de junio de 2018.

Si se repitiese en el segundo semestre de 2021 la estacionalidad fiscal típica de años anteriores, al final de 2021 debería verificarse un déficit primario de 1,6% del PIB, muy por debajo del 4,2% presupuestado para este año, y del 6,5% observado en 2020. Si así ocurriera, se trataría de una mejora considerable en la situación fiscal, que allanaría un acuerdo con el FMI.

Pero resulta altamente improbable que en el segundo semestre se repita una estacionalidad típica para tal porción del año, dado que en septiembre y noviembre se desarrollarán elecciones de medio término, lo cual podría inducir mayores erogaciones, algunas de ellas ya anunciadas y que comenzaron a impactar en julio o ya lo vienen haciendo desde junio pasado. Si prevalece esta segunda opción, el año 2022 requerirá levar algunas anclas y ciertos ajustes, asegurando una tasa de inflación alta también ese año.

Sector público nacional: ¿cuál podría ser el resultado primario a fin de 2021 si se repitiera estacionalidad fiscal de años previos?

Por Marcelo Capello y Agustín Cugno Fuente: IERAL