Un informe, que recientemente difundió IES Consultores, reflejó que durante el primer cuatrimestre de este año la actividad aviar en Argentina experimentó importantes caídas interanuales en la producción, el consumo y, sobre todo, en la exportación.

Para conocer su mirada sobre esto datos, Tranquera se comunicó con el presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), Roberto Domenech.

–Este informe reflejó un fuerte descenso de las exportaciones, del 20,2% en la facturación y del 15,1% en cantidades. Allí se explicó que se debe a la mayor competitividad de Brasil, por la depreciación de su moneda, y de la menor demanda internacional en el marco de la pandemia. ¿Coincidís con este análisis?

–Lo que marca la consultora está dentro de los parámetros generales. Después cada porcentaje depende de qué fuente se abastece. Creo que los datos más reales son los que nosotros tenemos. Pero que difieren en poco en relación con lo que indicó este estudio, para el cual nunca nos consultaron, que yo sepa.

La referencia que nosotros tomamos, en base a la información directa de la Aduana, indica que entre enero y mayo acumulamos una merma de entre el 14% y 15% en toneladas, y de cerca del 18% en el monto de la facturación.

Pero, concretamente, la caída de las exportaciones no es algo nuevo. Ya comenzó el año pasado y ahora se ha profundizado más.

En realidad, hay varios puntos que influyen. Brasil no solo devaluó, sino que tampoco puede perder espacio en el mercado internacional. El año pasado, el comercio mundial de pollos bajó más del 10%. En ese porcentaje, están incluidos Brasil y EEUU, que de las 11 millones de toneladas que se comercializan en el mundo, ellos representan un 80%. En ese contexto, decidieron no perder y mantuvieron precios muy bajos.

En tanto, nosotros acá debemos tener en cuenta muchas dificultades, como la distancia, los fletes, etc. A lo que se suman los derechos de exportación.

–¿Cómo golpea esta realidad al sector exportador?

-En lo que va de este año, tenemos meses muy duros, con 17 mil toneladas, por ejemplo. Si bien tenemos datos hasta mayo, la tendencia sigue igual. No hay nadie que esté contento de exportar. Se exporta para, como mínimo, sostener a los clientes, que cuesta explicarles las cosas que nos pasan, y no más que eso. Porque hay que operar a pérdida. Por ejemplo hemos perdido mucho con la Terminal 5 del puerto, que no tuvo contenedores adentro.

El negocio avícola, en el mercado interno y mundial, es de márgenes muy chicos y de escala. Y a veces se presentan problemas, como ahora que no te llegan los contenedores porque paran en Brasil, donde tienen mucho más comercio que nosotros. O hay dificultades de movilidad con los camiones, por distintos conflictos.

–El sondeo de IES Consultores también señaló una disminución del 4,5% en la producción y del 6,1% en la faena. ¿A qué se debe?

-Normalmente, la fuente de información son las faenas de SENASA. Nosotros trabajamos con la producción teórica que deberíamos tener, partiendo de la base de las reproductoras alojadas anualmente y la forma en que se van rotando.

Respecto a la caída de la faena, no sé de dónde se saca ese 6,1%, pero sí estamos teniendo una baja en el orden de entre un 3,5% y 4%.

Se debe a que el año pasado nos sobró pollo, porque se cayeron las exportaciones y entonces a esa producción hubo que mandarla al mercado (interno). Primero la congelás (a la mercadería) para no saturarlo al mercado, pero llega un momento que no podés estar acumulando permanentemente lo que no se exporta.

De hecho, llegamos a estar entre 25 mil y 27 mil toneladas mensuales de exportación, y luego nos encontramos con que caímos a unas 20 mil. Eso inevitablemente te golpea. Aparte, para el 2020 habíamos calculado un aumento de las exportaciones de aproximadamente 30 mil toneladas. Pero, finalmente, ese crecimiento no lo tuvimos, y además hubo otras 30 mil que perdimos, porque descendimos de 275 mil toneladas, exportadas en 2019, a unas 245 mil en 2020. Es decir, estábamos con 60 mil sobre ofertadas, que es mucho, son prácticamente dos kilos anuales más por habitante.

-La medición además mostró una caída en el consumo per cápita. De ser así, ¿cómo se explicaría esa baja en el ámbito doméstico a pesar de que los precios de los cortes vacunos, que de alguna manera compiten con el pollo, siguieron aumentando?

–Esa caída en el consumo no la estamos registrando. El abastecimiento es fluido y la demanda es sostenida. No subió el consumo, como se presumía que iba a suceder, pero continúa en el orden de entre los 48 y 48,7 kilos per cápita, al igual que el año pasado, según nuestros números. Incluso, puede haberse consumido algún gramo más. Porque, normalmente, trabajamos con un stock de frío que está en los 600 mil cajones, es decir unas 12 mil toneladas de pollo. Y, en este momento, ese stock no supera las 2 mil toneladas. Todo eso se fue durante este año y parte del 2020.

Pero es según el mes en particular que tomes y hay oscilaciones. Nosotros trabajamos con la información del total de faena registrada por SENASA. Pero además hay un 15% o 17% de pollos que el SENASA no lo registra, que en general corresponde al interior del país donde no es necesario que habilite ese organismo, al que nosotros sí accedemos estimativamente, porque disponemos de la cantidad de reproductoras que hay alojadas en las granjas. Entonces tenemos una manera, al saber el número de reproductoras, de decir que la oferta semanal, que es como la medimos, tiene que estar en tal volumen. En ese contexto, no coincido en que haya una merma del consumo.

Sí hay meses donde leés la comparación entre unidades, en los datos de faena del SENASA, y ves una importante caída. Pero la faena por día, si bien es menor que la del año pasado, es por una necesidad de disminuir la producción al ser inferiores las exportaciones.

Tal vez, para esta medición (de IES Consultores) se manejaron a partir de unidades, que cada vez es la referencia menos importante. Porque el pollo entero representa aproximadamente un 40% del consumo real. El resto es todo trozado.

Por otro lado, no hay competencia con ninguna de las otras carnes. Al contrario. Lo que podría llegar a ocurrir es que alguna gente diga “no puedo comer pollo todo los días”. Porque nosotros estimamos que, como mínimo, se está comiendo pollo en un promedio de 3 días a la semana en los hogares.

-Entonces, las restricciones del Gobierno nacional a las exportaciones de carne vacuna, ¿no pueden repercutir de ninguna manera en la demanda doméstica de pollo?

-Creo que no. Porque una de las principales razones para que se sostenga el consumo de pollo tiene que ver con el precio, y no veo que haya una vinculación directa de eso con las limitaciones a las exportaciones. Porque lo que se comercializa con China (de cortes vacunos) no compite con la carne misma, ni con el mercado interno.

No lo veo (que vaya a influir), porque aparte no tuvimos crecimiento de la demanda producto del cierre de exportaciones. Ese es un dato fundamental. Porque oferta de carne (vacuna) siempre hubo, aun con el paro ganadero.

-Por último, esta tendencia negativa en algunas variables de la actividad aviar, ¿son circunstanciales o se van a mantener en el mediano o largo plazo?

-No. La avicultura tiene una tendencia de crecimiento. Pero vamos a estabilizarnos si no responden las exportaciones y nos quedamos fuera de precio, no por un problema de competitividad, sino fundamentalmente de carga de costos adicionales que no podemos manejar. Aunque no veo que pueda haber una caída franca de la producción.

Sí creo que, cuando se compare todo este año con el anterior, seguramente vamos a estar entre el 2% y 3% de merma (en la producción), que es mucho, porque es sobre la base de una faena de 800 millones de unidades por año. Además debe tenerse en cuenta que sobre esa cifra se estimó un crecimiento del 2,5% al 3%, cuando en realidad puede terminarse con una baja del 3%. Lo que quiere decir que podría haber entre 45 y 50 millones menos de pollos (respecto a lo esperado).

De todos modos, hay un hecho que es fundamental, que nos limita tremendamente en el crecimiento, y es que por distintas razones llevamos más de 4 años sin inversiones. Y las más importantes deben ser referidas a la renovación y construcción de granjas, con lo cual tenemos una limitante con el espacio que contamos para criar los pollos. Eso sí nos va a complicar, si no encontramos la forma de que se pueda disponer de créditos con tasas y plazos razonables.

En términos generales, el informe del que hablamos no está errado, pero se está manejando con otra tendencia de números, quizás circunscritos solo al SENASA. Por último, reitero que no tenemos problemas, por el momento, con las otras carnes. Fundamentalmente por la diferencia de precios. Mientras que, de alguna manera, diría que ya absorbimos lo que fue la estampida en las cotizaciones del maíz y la soja durante este año, lo que nos generó quebrantos importantes. Pero eso ya se superó.

Fuente: Tranquera