En el Presupuesto, el Gobierno propuso una meta inflacionaria del orden del 29% anual.

En aquel entonces, parecía un número ridículamente optimista. Y ahora, directamente, causa risa.

Todo indica que la economía se encamina hacia una tasa de inflación del 50%. Y, quizás, más aún.

El fracaso está clarísimo. La escasa credibilidad en la política antinflacionaria y la aparición de la segunda ola de Covid, en un cuadro de ineficiente tratamiento del problema y el aumento consecuente del gasto (con mayor emisión), son la principal causa de la tasa de inflación.

Es obvio que prácticamente nadie cree en el propósito del Gobierno sobre una visible reducción del déficit fiscal y de la emisión monetaria, en un año electoral.

El problema del déficit fiscal tienta, de tanto en tanto, al Gobierno a recurrir a un aumento de los derechos de exportación en el complejo granario. ¡Cuidado!

La estrategia contra la inflación se basado en la intervención en los mercados, mediante el congelamiento de tarifas, los controles de precios en alimentos y las amenazas de prohibición de exportaciones de maíz y carne junto con los herramientas que concentra la Secretaría de Comercio, son el fundamento.

También, lo era el cepo cambiario. Pero, ahora está dando muestras de cierta flexibilidad.

Haber congelado las tarifas y haber aplicado controles de precios, podrían frenar un poco la inflación, pero sólo por pocos por meses. Y mientras tanto, las expectativas de mayor inflación futura crecen.

Porque se espera que el globo que se está inflando, en un momento, reviente.

Ahora, como dijimos, el cepo se muestra algo más flexible, a partir de la suba del dólar blue, y el problema consecuente de incremento en la brecha entre tipos de cambio.

El Banco Central acaba convalidar la mayor devaluación oficial en dos meses. Trata de evitar una mayor brecha cambiaria, que ha vuelto a estar por encima del 65%.

A juzgar por la última depreciación, la tasa anual de devaluación sería de aproximadamente 37%. Ciertamente, está muy lejos del 25% fijado por el Presupuesto. El Gobierno, reconoce así, el problema inflacionario y la falta de solución.

La inflación es un fenómeno básicamente monetario. Porque no se puede gastar más allá de las posibilidades. Y si el gasto no baja, y por ende el déficit también, la inflación a la larga crecerá.

En tanto, la soja y el maíz siguen de cerca lo que sucede en Chicago.

Y las bajas se han generalizado, aún con una demanda global robusta y un nivel de stocks estadounidense en baja.

¿Estas bajas pueden responder a ajustes del mercado? Probablemente, sí. Pero, es también un indicio de que los precios siempre tienen un techo.