En una entrevista que le hizo el reportero Juan Samaniego para el portal Climática, Baena dijo estar convencido que «el cambio climático es un problema de combustibles fósiles y no de que haya más o menos animales».

El investigador respalda su afirmación alegando que la ganadería tiene una historia de 10.000 años y que se sabe que desde hace 6.000 hay una cantidad elevada de animales de pastoreo. Pero el cambio climático antropogénico, ligado a la revolución industrial, tiene como mucho dos siglos.

Por otro lado, asegura que existen evidencias de que la ganadería extensiva juega un papel similar al que tendrían los herbívoros salvajes si no existiesen los domésticos. «Si hay hierba, alguien se la come. Si no se la come un ñu, se la come una vaca. Si no se la comen el ñu o la vaca, se la come la termita. Y si no se la come nadie, acabará incendiándose. El resultado es similar en todos los casos: emisiones de CO2 y metano».

Baena defiende el rol de los rumiantes en el ecosistema y asegura que debe diferenciarse el carbono y el metano que emiten estas especies respecto de los gases de invernaderos de origen fósil. «El efecto invernadero hace posible la vida en la Tierra. Si no fuera por él, el planeta estaría cubierto de hielo. Gracias a un efecto invernadero natural, estamos aquí. Partiendo de esta base, tenemos que distinguir entre emisiones naturales y emisiones antropogénicas. El CO2 que exhalamos al respirar no contribuye al cambio climático antropogénico. Pero si quemamos petróleo que lleva millones de años enterrado, sí producimos un incremento artificial de la concentración de dióxido de carbono».

El científico se refirió también a la polémica por considerar a todos los gases de efecto invernadero en el mismo horizonte de tiempo de 100 años, cuando la vida del metano en la atmósfera es de 12 años frente a los mil que permanece el CO2.

Respecto al consumo de proteínas animales, dijo que los «que abogamos por reducir el consumo de carne somos los países desarrollados, con muy pocos problemas de retraso del crecimiento entre la población infantil. Pero hay muchos países en los que la malnutrición infantil por falta de proteína animal es un problema gravísimo. La mitad de la población africana tiene retraso en el crecimiento por poco acceso a carne, huevos, leche y pescado. Esto influye en el desarrollo físico y en el intelectual. ¿Cómo les podemos decir que coman menos carne?».

Y aseguró que no siempre los bosques son la solución a hacer frente al cambio climático. «Tenemos la idea de que el bosque es lo mejor, pero los que trabajamos en ecología sabemos que los paisajes naturales en latitudes templadas son una mezcla de árboles, arbustos y pasto. La mejor prueba de esto es que tenemos muchas especies endémicas de plantas que necesitan luz, que no pueden crecer bajo los árboles». Y destacó que en buena parte de la península Ibérica, el ecosistema natural se parece bastante al de una sabana: una mezcla de árboles, arbustos y pasto. «Sin herbívoros, esto cambia y el bosque cerrado crece, modificando el ecosistema. Disminuyen las poblaciones de animales que no son de bosque como el conejo y esto afecta al águila imperial y al lince. Y aumentan las probabilidades de incendios forestales», agregó.

Fuente: Bioeconomia.info - Emiliano Huergo