El Ing. Agr. Oscar Bertín, asesor privado y referente técnico de Biscayart Semillas, brindó a Valor Carne un panorama de la problemática forrajera de la cría derivada de la sequía en la última campaña y propuso alternativas para incrementar la oferta de materia seca de pastizales y pasturas degradados por sobrepastoreo en la región pampeana.

“El año pasado tuvimos muy buenos precios para la cría y la recría, pero a partir del invierno-primavera nos encontramos con la seca, un tema crucial para los pastizales y pasturas, porque son los principales forrajes de esas actividades”, planteó Bertín, aludiendo a que esos recursos no tienen gran tolerancia a la falta de lluvias. “Si bien cuando se regularizan, se recuperan con rapidez, fueron tiempos muy duros e incluso faltó pasto a principios de este año”, agregó.

En 2020 fueron afectados los pastizales naturales, sobre todo cuando brotaban, ya que son de crecimiento primavero-estival, aunque el fenómeno también impactó en los verdeos. “Los raigrases, por ejemplo, se implantaron bien pero como no llovió las producciones fueron muy bajas. Encima no se pudieron hacer las mohas para forrajes conservados; se siembran desde fines de octubre y en 45 días se arma una buena estructura de pasto, pero cuando hay seca estamos en problemas, porque tienen un sistema radicular muy superficial”, apuntó Bertín, detallando que como contrapartida los productores hicieron muchos sorgos, de diferentes tipos, que tienen capacidad de crecer con menos agua.

¿La situación actual? “Desde que empezó a llover, a fines de enero, los pastizales y pasturas están mejorando, o sea que podremos tener buena disponibilidad de pasto en el otoño. Además, a partir del 15 de febrero, comenzó la siembra de verdeos, en principio con la avena. Entonces, este 2021 habrá una venta escalonada de la ternerada, porque nadie quiere deshacerse de los animales de golpe y hacerse de pesos, sin saber dónde invertirlos”, argumentó Bertín, aludiendo a que esta dinámica se daría aún con los buenos precios actuales de la invernada. “Ya empezaron a aparecer los primeros lotes y estamos hablando de unos $200-230 por kg vivo para los machos, contra $155-160 del gordo. La ecuación es favorable para el criador”, subrayó.

Sin embargo, el especialista advirtió que el pronóstico es bueno para los pastizales y pasturas que no se degradaron totalmente. “Cuando hay sobrepastoreo, a fines del verano, es más complejo, porque no se recuperan del todo. Eso no se ve tanto con el agropiro alargado, acá, en el norte de Bs As, porque si hay seca, entra en dormancia y no sufre como la festuca alta, por ejemplo, que se ralea”, explicó y aconsejó la intersiembra de especies para los lotes con manchones de tierra a la vista.

¿Cuáles podemos intersembrar ahora? “Si son suelos con algo de salinidad, la única posible es el lotus tenuis, que no es sencilla de lograr; y si el contenido de sales es mayor, hay que recurrir al melilotus o trébol de olor “, aconsejó. Hay productores que hacen intersiembra con cultivos anuales, como la cebada, el verdeo con mayor tolerancia a salinidad, pero tampoco es simple. En cambio, “si el suelo es mejor, se pueden utilizar tréboles rojo y blanco, cebadilla y raigrás anual, que se resiembran o intersiembran con facilidad”, ejemplificó.

En el caso de los pastizales naturales la intersiembra vale la pena si hay forrajeras de interés. “Si no está degradado y tenemos plantas nativas valiosas, como pasto varilla, por ejemplo, podemos incorporar raigrás o cebadilla en otoño”, afirmó.

Pero, si se trata de un pastizal degradado y lo único que tiene es gramón y pelo de chancho, hay que eliminarlo. “Esta tarea debe comenzar en la primavera anterior, con el control de malezas y luego sí sembrar la pastura”, señaló. Incluso, si la calidad del suelo lo permite, prosiguió: “se puede hacer algún cultivo agrícola previo, porque si se siembra un agropiro directamente, esas malezas perennes podrán volverse dominantes”.

Nutrientes claves

Además de agregar especies, la fertilización contribuye a potenciar los pastos. “Si hay semillas en el banco del suelo, aunque la pastura esté semidegradada, una fertilización fosforada puede ser la alternativa mejoradora, ya que en las zonas de cría este nutriente esencial es deficitario”, sugirió Bertín.

“La primera damnificada es la leguminosa. El lotus tenuis es el menos exigente, prospera aún con 6-7 partes por millón, después le sigue el trébol blanco, que se adapta a situaciones intermedias y por último la alfalfa, que requiere mayores niveles”, comentó.

Con respecto al nitrógeno, es sabido que se puede duplicar o hasta triplicar el forraje con la fertilización, pero ésta no siempre genera efectos persistentes y la relación costo-beneficio es discutida. “Si hay una leguminosa en la mezcla no se recomienda aplicar nitrógeno, porque favorecemos a la gramínea, pero desfavorecemos la fijación simbiótica de nitrógeno”, aseveró, aclarando que si se trata de una gramínea pura, sea festuca u otro verdeo, ahí sí se obtiene una respuesta interesante incluso en otoño.

Pasto a corto plazo

¿Qué es lo prioritario hoy? “En este momento, las pasturas están muy cortas y no hay muchas alternativas para salir adelante. Hay que poner las pilas en los verdeos que se siembran del 20 de febrero al 20 de marzo”, recomendó. Y con respecto a la fecha, advirtió: “siempre se dijo que por cada día que nos atrasamos en la siembra, hay dos días de demora en su aprovechamiento. Este año ese viejo dicho es particularmente importante”.

Luego, desde mediados de marzo hasta fines de abril, la mejor opción es implantar pasturas. “Los suelos ganaderos son de mediana-baja calidad por lo que la base de este recurso tiene que ser una gramínea, festuca o agropiro, con la leguminosa que corresponde al ambiente”, pormenorizó, detallando que en este caso también es importante sembrar en la fecha óptima. “A partir del 10 de mayo, ya son siembras tardías y los riesgos aumentan, el frío retrasa el crecimiento y encima las lluvias en nuestras pampas son escasas, 30 mm/mes de mayo a agosto, y eso tampoco ayuda”, precisó.

¿Leguminosas? “Si el suelo es bueno van el lotus corniculatus y el trébol blanco. Si es de menor calidad, hay que apuntar al lotus tenuis, y si ya nos vamos a niveles de alcalinidad superiores a 7,5, tenemos que usar melilotus, la única leguminosa que funciona en esos ambientes”, afirmó.

Además, las pasturas base gramíneas deben estar bien balanceadas y conservar una buena proporción de leguminosas, para lograr cantidad y calidad de forraje. “Esto no siempre se tiene en cuenta. En un monitoreo sobre 140 lotes del norte de Buenos Aires se vio que el porcentaje promedio de cobertura de trébol blanco era apenas del 2%”, alertó Bertín, aludiendo a que la leguminosa frecuentemente va desapareciendo.

En cuanto al melilotus, es una especie anual y si no se arma un banco de semillas también se va perdiendo. “Pero si lo dejamos semillar no lo podemos usar en la época de mayor producción, que es la primavera; entonces, si se siembran 40 ha de agropiro con melilotus, habría que apartar 10 ha por año para semilla, de modo que el animal las vaya dispersando, o lo haga el agua, para contar con plantas el tercer o cuarto año”, explicó.

El potencial

Para Bertín, las posibilidades de mejoras en los campos de cría son altas, aunque en algunos casos resultan costosas. La idea es implantar pasturas, de a poco, año tras año, haciéndolo con todos los recaudos.

“En suelos ganaderos, los más flojos, con exceso de sodio, solemos fallar en estas siembras, porque no las pudimos hacer en la fecha adecuada, no controlamos bien la malezas o no fertilizamos lo necesario. Las pasturas para la cría-recría son caras, requieren inversión, unos 150- 250 USD/ha”, planteó. También incide que este año, por la falta de lluvias, hubo menor producción de semillas de secano, como festuca alta, cebadilla criolla, trébol blanco y avena, además de vicias entre las anuales. “Pero aún así, si se hacen bien, las pasturas perennes templadas pueden durar de 5 a 10 años, entonces el costo del kilo de materia seca resulta barato”, sostuvo.

De esta forma, se puede duplicar la carga de los pastizales de cañada típicos de la Cuenca del Salado, que hoy promedia los 0,5 EV/ha. “Incluso en suelos algo mejores, con mezclas de festuca y leguminosas, podemos llegar a 1,5 EV/ha. Este potencial podría alcanzarse en la mayor parte de las zonas de cría de Buenos Aires, la más importante del país”, finalizó.

Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein
Fuente: Valor Carne