La cadena cárnica uruguaya da los primeros pasos hacia una certificación ambiental. Buscan derribar con ciencia y datos objetivos el lobby anti carne que impulsan algunos segmentos del consumo, que ahora siguen echando la culpa a las vacas por las emisiones de gases de efecto invernadero, pero nada dicen del transporte, las industrias y otros sectores contaminantes.

Sumando esfuerzos, el Instituto Nacional de Carnes (INAC) y el Poder Ejecutivo, a través de los Ministerios de Medio Ambiente y de Ganadería, Agricultura y Pesca, establecen una estrategia país para generar información y construir una posición en torno a los temas ambientales y la producción de carne. El respeto por el medio ambiente, sumado a la base pastoril de su carne (natural) y el bienestar animal, son las fortalezas que Uruguay debe mostrar al mundo.

El Plan Estratégico aprobado por la Junta Directiva del INAC marcó varias líneas de acción, incluyendo los temas ambientales, de biodiversidad y sostenibilidad productiva, pero también los temas vinculados a las emisiones, dentro de un sistema, que analizado como integral, por lo menos es neutro o hasta puede resultar positivo en materia de captura de carbono y emisiones de gases de efecto invernadero.

“No hay una cuota que determine condiciones ambientales de ingreso como premio. Se rigen por otros parámetros que no son los que el consumidor está reclamando”, explicó a El País Fernando Mattos, presidente del Instituto Nacional de Carnes. Uruguay como país productor de carne y con una ganadería de más 400 años, con vocación exportadora, debe estar atento a las tendencias del mercado y a las que la demanda trata de transmitir.

“Muchos mercados están hoy altamente sensibilizados con los temas vinculados al ambiente y en la defensa de las virtudes de la cadena de la carne, queremos demostrar que no somos un sector irresponsable o que aporte daños al medio ambiente”, agregó Mattos.

Proteger los temas de biodiversidad hace parte de la cultura del productor y se lo transmite a sus descendientes a lo largo de las generaciones. La producción de carne y la producción ganadera es un sistema de vida.

El INAC viene generando información hace tiempo. “Muchas veces se toman metodologías de medición del exterior y tenemos un proceso que comenzó en la administración anterior, con varias organizaciones internacionales validando información generada en el propio territorio y que está en proceso. Calculo que el año próximo tendremos información interesante para publicar respecto a nuestra situación y las medidas correctivas que se tendrán que tomar para generar tranquilidad en los consumidores y para atender los compromiso que Uruguay asumió en el acuerdo de París”, detalló el jerarca.

Las vacas comen en 25 metros cuadrados, en un campo natural donde viven más de 80 especies.

Precios. Más allá de ser saludables, el consumidor no premia este sistema de producción natural y pastoril, pagando más por el producto.

“Creo que no se refleja suficientemente esas virtudes en el precio de la tonelada de carne uruguaya”, afirmó tajante el presidente del INAC, ante la consulta de El País.

“Hay muchas manifestaciones importantes de consumidores y organizaciones que defienden la producción a pasto y la producción al estilo de Uruguay. Hay que acordarse de que hace muchas décadas Uruguay no aprueba, ni usa promotores de crecimiento, tiene muy controlados el uso de antibióticos y otros específicos, que son fundamentales para asegurar el ritmo de crecimiento y eso son muchos miles de toneladas de resignación de producción respecto a los competidores”, reconoció Mattos.

Es una política de Estado que tomó Uruguay durante décadas que “seguiremos defendiendo, pero entendemos que no hubo un reconocimiento de ese consumidor más informado respecto de las condiciones productivas de Uruguay. Si bien hubo una mejora en el precio promedio, siguen siendo nichos de mercado las carnes certificadas como orgánicas o las producidas a pasto, que sin perjuicio que vienen creciendo en algunos mercados, como es el caso de Estados Unidos y Europa, todavía siguen siendo nichos y no tenemos en algunos casos condiciones preferenciales de acceso”, explicó.

Biodiversidad. La base pastoril, por más que se utilice la suplementación estratégica para acelerar el ciclo de engorde, es otra de las fortalezas de Uruguay.

Investigaciones de la Facultad de Ciencias, el Instituto Plan Agropecuario (IPA) y otras instituciones marcan al campo natural uruguayo como “un océano de especies”. Es que si se suman las especies que lo habitan, entre pastos, yuyos y flora arbórea, son más de 2.500 especies. “En

Uruguay es posible ver que una vaca pastoree en 25 metros cuadrados donde habitan 80 especies, donde dominan las gramíneas. Eso es muy raro de ver en el mundo”, destacó el Ing. Agr. Marcelo Pereira, coordinador del Programa Pasturas Naturales del IPA y presidente de la Mesa de Ganadería sobre Campo Natural.

No todo el campo natural del Uruguay es igual, va variando según el suelo, las características topográficas, etc. Pereira sostiene que el campo natural es el recurso forrajero más importante que tiene el país y donde se asienta toda la ganadería de carne, así como la ovina.

El INAC suma sinergias con otros organismos y el Ejecutivo para trabajar en temas ambientales.

“Este recurso natural tiene mucha importancia porque le otorga una de las características que es la competitividad internacional que tiene la ganadería de carne como la ovina. Es un recurso que nos viene dado por la naturaleza, es un recurso importante porque dota a los sistemas ganaderos de una característica como la estabilidad y se vuelve más importante cuando hablamos de cambio climático”. A su vez, explica que la estabilidad viene dada por dos cosas: resiliencia y resistencia. La primera es la capacidad del recurso de recuperarse frente a un disturbio climático, como puede ser una sequía. La resistencia es la capacidad de aguantar esas cosas.

“Estas características le vienen porque tienen años de coevolución con la herbivoría. Es decir, nuestros pastizales naturales, coevolucionaron con una mega fauna que comía estas plantas, más recientemente con el venado de campo y luego por las vacas y las ovejas. Esa coevolución de miles de años, le da la posibilidad de adaptarse al cambio climático”, remarcó el especialista del IPA.

Si vienen condiciones de seca se va a ir hacia una mayor frecuencia de especies adaptadas a las sequías como las floridias y si se dan condiciones lluviosas va hacia una mayor frecuencia a las panicias, donde está el género paspalum.

Desde la óptica del presidente de la Mesa de Ganadería sobre Campo Natural, todo eso “nos permite que a nivel internacional se pueda producir a unos costos que si compramos con otros países, son relativamente bajos. A su vez, nos diferencia del resto del mundo, porque si comparamos a Uruguay con los 11 países en el mundo que tienen pastizales templados, nuestras pasturas son las más productivas del mundo y una estructura botánica única. La biodiversidad es la característica con una enormidad de especie”, detalló el especialista.

Uruguay tiene más de 400 pastos diferentes en su campo natural, mientras que Australia y Nueva Zelanda no tienen más de 100 o 120 especies.

“La cuenca del Río de la plata es un centro de diversificación de especies y los sistemas ganaderos se pueden adaptar al cambio climático”, destaca Pereira como una gran fortaleza. Ahora, cuidado, no todo es color de rosas, también está claro que el campo natural tiene algunas falencias. Es por eso que Pereira recomendó meterle módulos de producción de forraje que “puedan compensar esas pequeñas fallas, como pérdida de calidad en algunas estaciones del año y menor crecimiento en invierno”.

Según el Ing. Agr. Fernando Mattos, presidente del Instituto Nacional de Carnes (INAC) hasta el momento no hay cuotas de carne que determinen condiciones ambientales de ingreso. Sí pesa en los consumidores el respeto por el medio ambiente al momento de comprar un producto e incluso, algunos países europeos lo están utilizando como barrera para frenar el acuerdo entre el Mercosur y Unión Europea, acusando de no respetar los temas ambientales a uno de los socios del bloque regional

Convertirse en la boutique cárnica y levantar restricciones con ciencia
El respeto por el bienestar animal es otra exigencia que pesa cada vez más fuerte en los consumidores y especialmente en los mercados de mayor valor.

La Unión Europea, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos, entre otros, son fuertes demandantes de este atributo. Incluso China , que es un comprador de commodities, comenzará a exigir este atributo.

“China está incrementando la demanda de carne, está occidentalizando la dieta y la clase media tiene un mayor poder adquisitivo. Es inminente el cambio de consumo. Ya hablan de que van a requerir atributos de procesos cada vez de forma más seria”, decía semanas atrás a El País Marcia del Campo Gigena, investigadora de INIA en Bienestar Animal y referente sobre el tema, porque dedicó toda su vida a esta labor.

China ya está haciendo contactos con la Unión Europea para instalar todo el tema de bienestar animal. No van a quedar fuera de esa demanda.

Lo importante y como remarcaba la investigadora de INIA es que “Uruguay tiene todo para ser un país boutique en carnes, para agregar certificaciones que muestren los atributos de sus procesos productivos”. Eso es empaquetar conceptos y vender confianza, como lo definió INAC en su estrategia de marketing.

El INIA trabaja en formar una agenda de trabajo que defina estrategias de largo plazo en pro del bienestar animal y del cuidado del medio ambiente.

Es por eso que el presidente de INAC, Fernando Mattos, se reunió días atrás con el titular del INIA, José Bonica, buscando sumar energías.

Siempre se ha invertido en ciencia y esa es una gran ventaja para demostrar científicamente que Uruguay es un país natural, que impulsa el respeto por el medio ambiente, y respeto por el bienestar animal, etc.

Vinculado al bienestar animal en los sistemas de producción, todavía tenemos limitantes importantes que levantar. “En los cuatro criterios que definen el bienestar animal hay limitantes.

La buena noticia es que como siempre se invirtió en ciencia, hoy tenemos evidencia científica para levantar cada una de esas limitantes y ese es el rol de la investigación”, asegura la experta de INIA.

En cuanto agregado de valor hay varios escalones, explicó Del Campo. El más alto, son las certificaciones voluntarias que adopta el productor, siguiendo distintos protocolos internacionales.

“De la portera para adentro hoy el productor hace lo que quiere, porque todas las reglamentaciones son en transporte e industria. Lo que hay hoy son protocolos voluntarios de certificación de bienestar animal. La gente que le interesa agregar valor y que hace las cosas bien para ganar más dinero va en ese camino”, argumentó la investigadora de INIA.

Según su visión de la experta, no son procesos caros, la gran mayoría tienen costo cero y obligan a cambiar ciertas normas de manejo. “Uruguay tiene un excelente punto de partida y la mayoría de las cosas que hay que cambiar, se deben a aspectos culturales”, dice Del Campo.

Las patas del bienestar animal son cuatro, según determina la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE). “Adecuada sanidad y alimentación (evitar hambre y sed); Permitir adecuado comportamiento (en Uruguay los animales se crían libres y sin hormonas. El último es el manejo, evitar sufrimiento.