Los precios domésticos de la soja reaccionaron rápidamente.

La “patoteada” de Cecilia Todesca y del propio presidente se asemeja mucho al dicho aquél que dice: para avanzar camina dos pasos para adelante y después uno para atrás.

Del gobierno salieron durísimas palabras y una suerte de amenaza al sector agrícola, como si fuera un globo de ensayo. Y éste reaccionó rápidamente, y lo más importante, lo hizo sin fisuras.

Por ahora, vino la marcha atrás, luego de las turbulentas reacciones de la gente del campo, donde se pudo comprobar que existe un espacio donde todos los participantes, de la producción granaria, comulgan sin fricciones.

Frente al delicado problema de la “mesa de los argentinos” (que no es otra cosa una fuerte caída del salario real) el gobierno no encuentra otro chivo expiatorio que no sea el campo. Y no se hace responsable, de la grave inflación.

Por eso, la acción gubernamental tenderá al ataque sobre la oferta, con el presunto objetivo de cuidar la “mesa de los argentinos”. El problema que enfrenta hoy el gobierno es que el argumento de la “mesa de los argentinos” pierde credibilidad día a día.

Así las cosas, el campo se puso firme.

Y el gobierno no olvida los episodios de año 2008.

Por más que se hagan los distraídos, los funcionarios saben bien cuáles agentes son decisorios en la entrada de divisas y del progreso, por su elevada competitividad, esfuerzo e idoneidad.

No es necesario ser economista para entender que los precios de los alimentos no están seriamente determinados por los granos.

Obviamente, el argumento de la “mesa de los argentinos” no sirve más que para la “tribuna”. Pero cada día que pasa tiene menos impacto en la sociedad.

Así, el gobierno comprendió que un aumento de los derechos de exportación al campo o bien la restricción de las exportaciones generaría duras protestas del sector.

Lo que sí, seguramente, creía es que una suba de retenciones un impactaría positivamente en la recaudación. Y la codicia del gobierno no cesará fácilmente frente a la razón y la presión.

El presidente debe recordar con precisión que entre 2002 y 2015 se implementaron medidas como derechos de exportación, tipos de cambio diferenciales, restricciones cuantitativas a la exportación, precios máximos, etc. Y los resultados, ciertamente negativos, llegaron con el paso del tiempo. La producción cayó violentamente.

Pero la desesperación por salir del paso, con urgencia, lo debe llevar a tomar medidas irracionales y a buscar culpables.

Se acaba de dar un paso atrás.

Y el mercado tuvo su respuesta, con ofertas de compras alcistas por la soja con entrega inmediata.

La guerra sigue soterrada. Se acaba de ganar una batalla. Quedan muchas por delante.