Una de las formas clásicas de desacoplar los precios globales de los precios locales es a través de los derechos de exportación (DEX), conocidos como “retenciones”. El instrumento, cuestionado por la Organización Mundial de Comercio y comprometido a la baja en el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, formo parte de las estrategias en análisis, consistentes en volver a la fórmula de un porcentaje centrado en los alimentos, lo cual se cumplió y actualmente está vigente con una fuerte suba en las alícuotas. Ahora bien la crisis económica y la suba imparable de los precios internacionales de los commodities agrícolas, ha llevado otra vez a reactualizar la política del desacople y el riesgo de reiterar severos errores del pasado.

El cisne negro

Es cierto que la realidad, le presento al Ejecutivo un cisne negro: “el COVID-19”, lo cual genero circunstancias extremadamente negativas que estuvo enfrentando durante casi todo el año 2020, tales como: a) los efectos de la crisis cambiaria iniciada a mediados de 2018, b) las medidas de aislamiento que afectaron negativamente la actividad económica, lo que llevo a que en el segundo trimestre del año el producto bruto interno tocó un mínimo histórico, llevando el nivel de ingreso a valores equivalentes a los de 1975, c) políticas de expansión del gasto con una capacidad de financiamiento mínima, d) el proceso de reestructuración de la deuda pública, y e) el financiamiento vía emisión monetaria de las medidas compensatorias, lo cual genero severos desequilibrios en el mercado cambiario, que deben ser resueltos en el corto o mediano plazo.

Retenciones

Como expectativa, probablemente se pueda esperar que el PIB recupere durante 2021 la mitad de lo perdido en 2020. La inflación tendería a alcanzar guarimos mucho mayores, en un año político, y se podría pensar en una probable recuperación de la demanda, la flexibilización de algunos precios y una incierta evolución de los tipos de cambio oficial y su brecha con los dólares alternativos.

Volviendo a las retenciones, técnicamente denominadas Derechos de Exportación, son un arancel que se aplica a las exportaciones. Ahora bien, las retenciones obviamente tienen efectos en el frente de la recaudación, de desacople de los precios domésticos de los internacionales, para algunos economistas la generación de dos tipos de cambio efectivos que servirían para estimular la inversión industrial, además de “planchar” los precios internos, etc.

Ahora bien, la experiencia en el pasado, demostró que las retenciones (DEX) aplicadas en sector energético y en el agropecuario no generaron el primer efecto, aportaron una suma enorme de divisas a las arcas fiscales, sin que dicha bonanza haya sido destinada al mejoramiento del país y en cambio redujo sustancialmente la superficie y el volumen de la producción.

Así dichos impuestos «impactan negativamente sobre la oferta del sector, contrayendo su producción”. Si esta baja, entonces ingresan menos divisas y la economía se resiente. Si la oferta se contrae y entran menos dólares, los precios de los productos suben o, en el peor de los escenarios, va a generarse desabastecimiento.

Fragilidad extrema

En la actualidad en ciertos productos como la soja y sus derivados, el “desacople” real y efectivo, lleva a que el productor perciba un tercio del precio del producto en el mercado internacional, medido en dólares estadounidenses billete.

¿Se puede pensar que el actual incremento de los precios de los commodities a nivel internacional, lleve a que se verifique el fenómeno conocido como la “enfermedad holandesa”?

La enfermedad holandesa es un fenómeno económico que se refiere a los efectos nocivos del aumento repentino en los ingresos de un país.

La enfermedad holandesa suele relacionarse con el descubrimiento de nuevas fuentes de recursos naturales. No obstante, puede ocurrir con el desarrollo de cualquier actividad que genere un aumento importante de los ingresos en divisas, como es el caso del aumento del precio de los productos de origen agropecuario.

Origen de la enfermedad holandesa

En la década de los 60, en Holanda hallaron grandes reservas de gas natural en el Mar del Norte, lo que generó un aumento importante de sus riquezas y, por ende, mayor ingreso en divisas por la explotación del gas.

Contrario a lo que podría pensarse sobre las consecuencias del aumento de la riqueza, algunos fueron negativos para el país, teniendo fuertes repercusiones en segmentos económicos importantes, a esta paradoja del ingreso se la conoce como “la enfermedad holandesa”.

La falta de inversión productiva, la existencia de un fuerte déficit fiscal, el altísimo endeudamiento del Estado, la imposibilidad de acceder al mercado financiero internacional, etc. alejan el riesgo de este fenómeno, sin embargo fuertes desequilibrios internos tienen a la economía en una situación de fragilidad extrema.

El Productor y la recuperación

Finalizando, sería deseable que los gobernantes actuales consideren las experiencias propias del pasado, y generen políticas que favorezcan la inversión en los sectores más competitivos y con más rápida recuperación, en un plan a mediano y largo plazo.

Solo pensar en redistribución de ingresos vía aumentos en las retenciones a la producción, usar instrumentos como fideicomisos, u otras alternativas, etc., ha demostrado que solo un integrante de la cadena productiva es el que soporta toda la presión, ineficiencia y reducción de sus ingresos, no importa cómo se denominen ni en donde se originen: el productor, y es justamente desde el donde debe pensarse la recuperación duradera.

columna de Héctor Tristán en el número 135 de la revista “Horizonte A”