En Venezuela, un país con su economía fuertemente golpeada incluso antes de las consecuencias generadas por pandemia del covid-19, comprar un kilo de carne se traduce para muchos en hasta tres meses de trabajo. El salario mínimo integral se mantiene desde hace cuatro meses en 800.000 bolívares, un monto deficitario que incluye el bono de alimentación.

En algunas zonas populares del oeste de Caracas hay habitantes que prefieren comprar la carne en lugares que, con la crisis, aparecieron de manera casi improvisada o en las casas, convertidas en pequeños negocios, en las que se vende a través de las rejas. En estos sitios, en escasos casos, se hallan productos a un precio ligeramente menor, comparado con los fijados en las carnicerías.

Por un kilo de carne molida piden 1.300.000 bolívares en un establecimiento amplio, mientras que en otros más modestos se consigue entre 1.050.000 y 1.200.000 bolívares. Esta proteína es la que comúnmente piden los clientes, aseguró a El Nacional el empleado de un local. La razón podría estar en la posibilidad de rendirla con muchos vegetales y salsa, que alcance para muchas personas por varios días.

La Comisión Permanente de Finanzas de la Asamblea Nacional informó que en el pasado mes de agosto la inflación en Venezuela se ubicó en 25,04%. Indicó que la inflación acumulada es de 1.079,67%, mientras que la interanual fue de 3.078%.

Los clientes, por lo general, compran lo que se ajuste a sus bolsillos: “¿En cuánto tienes la molida?”, “Dame medio”, “Pésame solo 500 (bolívares)”. Estas frases son común escucharlas en los establecimientos. Con la dolarización de facto, la circulación del bolívar casi es inexistente y, con frecuencia, los comerciantes ajustan los precios a la tasa paralela de la divisa para subsistir y ajustarse a la crisis.

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El precio del kilo de bistec se ubica entre 1.300.000 y 1.400.000 bolívares, dependiendo de la calidad. Pero en otros sitios, los carteles de colores fluorescentes señalaban que está entre 1.188.000 y 1.135.000 bolívares. La carne para guisar en todos los locales consultados se consigue al mismo precio.

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Antes, el hígado de res era una opción bastante asequible para quienes no podían comprar, por ejemplo, carne molida. Durante mucho tiempo resolvió la alimentación de los venezolanos, pero a medida que el tiempo y la crisis avanzaron, también se convirtió en un “lujo” que ahora pocos agregan en su lista: el kilo supera 1.000.000 de bolívares en cualquier carnicería.

En medio de la situación, el bofe se convirtió en una opción viable para el consumo de proteínas. Su costo es uno de los más bajos en el mercado: el kilo se consigue a un precio que varía entre los 500.000 y los 700.000 bolívares.