TODAVÍA NO SE AVIZORAN CAMBIOS

La oferta de agua sobre las zonas mediterráneas, se sabe, no son importantes cuando ingresamos al trimestre frío. Sin embargo estas precipitaciones, aunque menores, se vuelven imprescindibles cuando la fina se ha implantado viniendo de un otoño deficitario. El riesgo para la evolución del cultivo aumenta y la demanda de lluvias saliendo al mes de septiembre se eleva a valores que son improbables de recibir. Esto define un paso comprometido para los cultivos de invierno a la hora de abordar su etapa de floración, la cual puede quedar fuertemente condicionada si la recuperación pluvial no es rápida.

La variabilidad en el inicio de la temporada de lluvias de primavera es importante y depende de cómo se perfile la transición estacional. En este sentido el trimestre que estamos cerrando es un lastre que se constituye en un indicador negativo. Si computamos las precipitaciones desde mediados de mayo hasta hoy, al comparar las sumas con los valores estadísticos, rápidamente se destaca el exiguo recorrido pluvial que ha debido padecer la zona núcleo.

Para analizar esta anomalía, mencionemos dos localidades emblemáticas de la zona núcleo: Venado Tuerto y Marcos Juárez. Su estadística es similar para el período considerado, con una media de lluvia que va entre 70 y 80 milímetros. En ambos casos, el registro oficial del SMN no supera los dos milímetros. Definitivamente las reservas con que estas localidades llegaron hasta mediado de mayo, están justificando el estado actual de los cultivos. Es decir, en cuanto a precipitaciones, las dos presentan las mismas deficiencias, pero posiblemente el sur de SF, aún se sostiene en mejor forma por las reservas acopiadas en la primera parte del otoño.

El norte de BA, también queda incluida dentro de esta fuerte anomalía, sin embargo y al igual que el sudoeste entrerriano, las lluvias fueron algo mejores, lo cual da algo de margen para transitar lo que resta de agosto. El comportamiento deficitario avanza hasta el centro de BA, moderándose hacia el sur, donde la anomalía invierte su signo, algo que sólo se repite en zonas del norte entrerriano o el extremo noreste de la Mesopotamia. Como vemos, el invierno en el NEA, tampoco ha dejado las escasas precipitaciones que define la estadística, generando en la zona sojera-algodonera de Chaco, Santiago y el noroeste de SF, una fuerte retracción de humedad, posiblemente con algunas excepciones en el sudeste de SdE.

La situación es compleja para la franja mediterránea. Los pronósticos para el resto de agosto no son favorables. Las lluvias todavía quedarían recostadas sobre el este, donde tampoco se perfilan demasiado generosas. Entendemos que no se dará un cambio importante en la situación de fondo hasta la segunda quincena de septiembre. Es posible que haya mejoras más significativas sobre el este antes de esa fecha, pero por lo pronto no se presentan indicadores que permitan augurar un regreso temprano de las precipitaciones sobre el oeste.

Independientemente del fenómeno de La Niña, la circulación de escala regional debe mostrar algunas señales positivas, ausentes por lo pronto con este reacomodamiento del ambiente invernal. Aún es temprano para esperar que la actividad aumente de manera sustancial. Es por eso que no se puede ser demasiado optimista para el regreso de las lluvias a las zonas más necesitadas del oeste. Sin dudas una zona que atraviesa un panorama muy complejo para el desarrollo de la fina y su camino a la floración. En algunos casos las miradas ya deben ponerse en la implantación de la gruesa, actividad que seguramente encontrará un mejor contexto de humedad para poder realizarse.