Sin embargo, a finales de 2019 –cuando la enfermedad comenzó su expansión mundial– los precios de los productos básicos alimenticios registraron un aumento como consecuencia de las inquietudes respecto de la producción. Pero a comienzos de este año, los suministros abundantes estabilizaron los precios. En esa línea, el índice de precios de los alimentos del Banco Mundial prevé que se mantendrá estable en 2020, y aumentará ligeramente en 2021.

Para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la agricultura familiar abarca la producción de todos los alimentos como los de origen vegetal, carne, –incluido el pescado–, otros productos de origen animal (huevos o productos lácteos) y alimentos producidos en tierras agrícolas, bosques, montañas o en piscifactorías. Estos alimentos son gestionados y explotados por una familia, y dependen básicamente de la mano de obra familiar, tanto de mujeres como de hombres.

A nivel mundial y de acuerdo con datos de la FAO, el 90% de las granjas son familiares y producen el 80% de los alimentos que consume el planeta. En tanto que, en América Latina y el Caribe (ALC), 60 millones de personas trabajan en la agricultura familiar, es decir, 1 de cada 11 personas está vinculada al sector, concentrándose en zonas rurales, donde aún se registran las mayores tasas de pobreza. Además, esta economía popular aporta entre 57% y 67% de la producción alimentaria en la región.

Datos de la Organización de las Naciones Unidas también muestran que en toda ALC existen más 16,5 millones de explotaciones agrícolas, siendo 8 de cada 10 explotaciones de la región parte de la agricultura familiar. De forma desagregada, el 56% de ellas (9,6 millones) está en América del Sur; el 35% en América Central y México (5,8% millones); y el 9% (1,5 millones) en el Caribe.

En tal sentido, más del 90% de todas las explotaciones agrícolas de Antigua y Barbuda, Chile, Guyana, Haití, Honduras, Paraguay y Surinam son parte de la agricultura familiar. Mientras que, en Brasil, República Dominicana, El Salvador, Granada, Guatemala, Nicaragua, Panamá y Santa Lucía, el porcentaje es de aproximadamente 80%.

Es decir, existen más personas trabajando en la economía popular que habitantes en todo el Caribe, lo cual revela la importancia de esta actividad en toda la economía productiva.

Si bien la pandemia no ha impedido que la agricultura familiar siga trabajando y produciendo alimentos, el grupo requiere hoy más que nunca la asistencia para seguir sosteniendo su actividad.

En países como Paraguay, donde el patrón migratorio se ha reconfigurado con el éxodo de personas provenientes de zonas urbanas a las rurales, es perentoria la urgencia de políticas para acompañar el desafío que representa el nuevo escenario en el campo.

En la presente edición del suplemento económico, la consultora MF Economía describe y analiza el rol de la agricultura familiar paraguaya y la seguridad alimentaria durante la pandemia, así como las estrategias para el fortalecimiento de la economía popular posterior a la crisis sanitaria.